YUGOSLAVIA: Crece descontento social y económico

Políticos opositores, la Iglesia Ortodoxa, sindicatos, estudiantes y concejos municipales de Serbia multiplican sus manifestaciones en reclamo de la renuncia del presidente de Yugoslavia, Slobodan Milosevic.

"En las próximas dos semanas veremos si la actual llama se transforma en incendio", dijo a IPS el historiador Milan Protic.

"Los líderes opositores deben capitalizar el creciente sentimiento contrario a Milosevic presentando a la ciudadanía una alternativa clara y unida", sugirió.

Sin embargo, como en anteriores protestas callejeras contra su gobierno, Milosevic se abstiene de participar en debates públicos y de responder a sus críticos, probablemente contando con la principal debilidad de la oposición, que es la rivalidad entre sus líderes.

Milosevic no está tan aislado como parece. Si ahora se celebraran elecciones, el Partido Socialista obtendría 21,9 por ciento de los votos, de acuerdo con una encuesta de la empresa Medium.

La cifra representa una disminución de nueve por ciento respecto de una encuesta realizada en abril por la misma firma, pero igualmente sitúa a los socialistas como la principal fuerza política del país.

El nacionalista Partido de la Renovación Serbia encabezado por Vuk Draskovic obtendría 14,7 por ciento de los votos, mientras el ultranacionalista Partido Serbio Radical, de Vojislav Seselj (un aliado del gobierno a su pesar), se situaría tercero con 10,5 por ciento de los sufragios, frente a 15 por ciento en abril.

Aparte del apoyo político de su partido, aunque disminuido, se cree que Milosevic cuenta con un fuerte respaldo de autoridades de la policía y el ejército.

El ultranacionalista Seselj es un obstáculo dentro del propio gobierno. No obstante, el líder tiene su respaldo político entre las clases menos privilegiadas del país, y ha apoyado a Milosevic en cuestiones nacionalistas.

Algunos analistas creen que el gobierno intentará esta semana aumentar la seguridad y el control de los medios haciendo convertir en ley algunos de sus decretos de la guerra, mientras autoridades socialistas acusan a la oposición de promover "una guerra civil".

Tras soportar 11 semanas de ataques aéreos de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) y el despliegue de una fuerza de paz encabezada por la alianza atlántica en la provincia sureña de Kosovo, Serbia experimentó una explosión de descontento.

Muchos creen que el acuerdo de paz alcanzado en junio equivalió a capitulación, aunque el gobierno insiste en que la soberanía del país fue preservada.

La oposición responsabiliza a Milosevic, que hace 10 años se convirtió en presidente de Serbia y en 1997 de la Federación Yugoslava, por la decadencia del país desde la desintegración de la antigua Yugoslavia, en 1991.

Actualmente, la Federación está constituida por dos repúblicas, Serbia y la pequeña Montenegro, esta última controlada por enemigos de Milosevic.

"Este país vive desde hace años en crisis económica", destacó el sociólogo Trivo Indjic, del Instituto de Estudios Europeos, con sede en Belgrado.

"Las últimas protestas son consecuencia de una situación económica insostenible. Son consecuencia de los estómagos vacíos", afirmó.

Entre el 24 de marzo y el 12 de junio pasados, la OTAN atacó además de objetivos militares importantes sectores de la infraestructura de Yugoslavia, como fábricas, refinerías y centrales eléctricas, dejando el país prácticamente en ruinas.

La presidenta de la Federación Internacional de la Cruz Roja, Astrid Heiberg, advirtió que mucha gente en Serbia está "al borde de la inanición" como resultado de los ataques de la alianza militar y las sanciones internacionales.

Existen escasas esperanzas de recuperación, ya que la OTAN y la Unión Europea también culpan a Milosevic por el conflicto y niegan a Yugoslavia cualquier ayuda para la reconstrucción mientras él permanezca en el poder.

Los serbios temen la posibilidad de pasar el invierno sin combustible ni calefacción.

Aun antes de la campaña aérea de la OTAN, Serbia no se había recuperado totalmente de las dificultades causadas por las sanciones aplicadas por la ONU entre 1992 y 1995, como castigo por el papel de Belgrado en conflictos en las antiguas repúblicas yugoslavas de Bosnia y Croacia.

Aunque el embargo fue formalmente levantado en 1995, con la firma de los acuerdos de paz de Dayton, Estados Unidos y otros países mantuvieron una "pared externa de sanciones" que impidieron a Yugoslavia acceder a inversiones y fondos extranjeros. (FIN/IPS/tra-en/vpz/ak/mlm/ip/99

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