Dos años después que Tailandia permitió la devaluación de su moneda, el baht, y desencadenó la crisis económica de Asia, parece que los planificadores de políticas de este país no aprendieron ninguna lección de esa experiencia.
Pese a algunas señales superficiales de recuperación macroeconómica, todavía hay graves problemas que afectan a sectores claves de la economía sin solución a la vista, según observadores.
Tailandia parece haber tomado la crisis financiera de Asia como un contratiempo más en sus planes de transformarse en una economía "tigre", agregan los analistas.
Por un lado, pese a la naturaleza sin precedentes de la crisis, altos funcionarios de gobierno y empresarios responsables por ella debido a negligencia o fraude permanecen sin castigo.
Por otro lado, no hubo una reelaboración de la política económica nacional, y pese a algunas medidas menores, el país permanece vulnerable a los flujos especulativos del capital mundial que provocaron el colapso de su economía hace dos años.
Fue el 2 de julio de 1997 que el Banco Central de Tailandia decidió dejar el baht en libre flotación, luego de defender la moneda durante un año de especuladores que la atacaban por estar sobrevaluada.
La flotación provocó una caída de más de 100 por ciento en el valor del baht frente al dólar y desencadenó una serie de devaluaciones en toda la región y más allá, ocasionando una recesión general.
Uno de los responsables del colapso económico de Tailandia que aún está impune es Rakesh Saxena, un banquero de origen indio y ex asesor del Banco de Comercio de Bangkok (BCB).
El BCB fue uno de los primeros bancos en derrumbarse, a mediados de 1996, debido a fraude y malversación de fondos por parte de altos ejecutivos de la institución, encabezados por Saxena, según descubrió una investigación posterior.
Más de dos años después, Saxena escapó misteriosamente de la policía tailandesa y huyó a Canadá. El gobierno de Tailandia todavía no logró su extradición para juzgarlo.
Otros altos ejecutivos del BCB, procedentes de familias políticamente influyentes, fueron acusados de delitos económicos y dejados libres bajo fianza.
Hasta ahora, el gobierno gastó más de 4.000 millones de dólares para mantener a flote el BCB, en uno de los rescates bancarios más costosos de la historia mundial.
Unas 56 compañías financieras y cuatro bancos fueron obligados a cerrar sus puertas o fusionarse con instituciones más viables desde que estalló la crisis, pero ninguno de sus ejecutivos fue castigado.
"Existen muy escasas probabilidades de que esos ejecutivos vayan a la cárcel, debido a numerosas fallas del sistema jurídico nacional", observó Borwornsak Uwanno, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chulalongkorn, de Bangkok.
En casi todos los casos, los investigadores sólo pudieron hallar pruebas circunstanciales, insuficientes para llevar los sospechosos ante la justicia, agregó.
Pero una razón más fuerte para la impunidad es la pertenencia de los sospechosos a redes que dominan la política, la administración pública y los negocios del país, sostuvo Borwornsak.
A nivel macroeconómico, la crisis tampoco parece haber marcado una diferencia en los conceptos básicos subyacentes a la planificación de políticas.
Los conductores de la economía nacional siguen empeñados en hacer al país lo más atractivo posible al capital extranjero mediante la promoción de industrias orientadas a la exportación con mano de obra barata.
Grupos de acción social y economistas atribuyeron el colapso de Tailandia a su dependencia excesiva del capital extranjero, el descuido de su mercado doméstico y la falta de inversión adecuada en recursos humanos.
Pero bajo la guía del Fondo Monetario Internacional (FMI), el gobierno de Chuan Leekpai abrió aún más la economía a los inversores extranjeros, incluso en sectores antes reservados a los inversionistas nacionales, y ofreció incentivos para aumentar las exportaciones.
Las autoridades nacionales afirman que, debido a tales medidas, el baht se fortaleció en forma constante durante el último año y el mercado de valores aumentó más de 40 por ciento desde su punto más bajo en 1998.
Las agencias calificadoras de riesgo Moody's Investment Services y Standard and Poor también mejoraron la calificación de Tailandia y de cuatro de sus bancos.
Pese a esta mejora en indicadores aislados, muchos analistas advierten que áreas clave de la economía tailandesa, como su sistema financiero, permanecen afectadas por la crisis.
"La prolongada recesión de nuestra economía se debe al colapso de su sistema de créditos", sostuvo Olarn Chaipravat, ex presidente del Banco Comercial de Siam.
La crisis económica, que provocó un enorme número de créditos morosos, hizo casi imposible que los banqueros encuentren clientes "dignos de confianza" a quienes prestarles dinero, agregó.
Por esa razón, los bancos no pueden hacer dinero mediante operaciones de préstamo, y las empresas luchan por encontrar créditos baratos para ampliar sus operaciones o para sobrevivir.
"El FMI y el gobierno se concentraron demasiado en los problemas apremiantes del momento, y no en la raíz de esos problemas", señaló un editorial del diario de lengua inglesa The Nation, de Bangkok.
Si no se restaura la confianza entre los bancos y los empresarios y se echa a andar nuevamnete la microeconomía, no habrá esperanza de recuperación a largo plazo, advirtió el periódico. (FIN/IPS/tra-en/bs/ral/mlm/if/99