El problema del desempleo queda de manifiesto en las calles de las ciudades de Sudáfrica donde muchos mendigos piden ayuda y expresan su desesperada situación a través de carteles.
"Tengo que alimentar a seis hijos. No tengo trabajo desde hace dos años. Por favor ayúdeme", es el formato común de muchos de los carteles.
No todos los mendigos buscan trabajo, pero la creciente presencia de los carteles con pedidos de ayuda confirma que la tasa de desempleo sigue en aumento a medida que cierran las compañías.
En los últimos cinco años, el gobierno redujo rápidamente los aranceles y eliminó subsidios para poder competir en el comercio internacional. Esa actitud le granjeó el respeto de la comunidad mundial y atrajo inversiones extranjeras, pero no creó nuevos empleos.
La nueva economía causó la pérdida de entre 400.000 y 500.000 puestos de trabajo, según los economistas.
La política industrial del gobierno estimula la inversión en las regiones más pobres del país, pero el presidente Thabo Mbeki recibió quejas acerca de la nueva legislación laboral.
El mercado laboral es un escenario de cambios rápidos y de grandes disputas ya que empleadores y sectores políticos próximos a los intereses empresariales presionan con fuerza contra las innovaciones.
Los trabajadores tienen el derecho de formar sindicatos, negociar en forma colectiva y gozar de condiciones laborales decentes.
Ahora las mujeres tienen cuatro meses de licencia por maternidad y también pueden dar de mamar a sus bebés en el trabajo. Así mismo, los padres gozan de licencia por paternidad.
Dos leyes más, que serán ratificadas en el segundo semestre de este año, sacudirán al mercado laboral. Ambas se ocupan del perfeccionamiento y de las acciones positivas que hay que tomar a favor de las minorías en este país dónde más de 90 por ciento de los gerentes son blancos, y 80 por ciento son hombres.
Los empleadores y los inversores potenciales no discuten la necesidad de las leyes laborales para desarticular los legados del apartheid, el sistema de gobierno racista blanco que imperó hasta 1994.
Pero su queja se basa en que la nueva legislación es muy difícil de aplicar y hace que sea muy costoso tener empleados. Las leyes se convirtieron en un obstáculo para la inversión, aseguran.
Por otra parte, los mendigos con carteles en las calles son una muestra de que hay mucha gente que desea trabajar y que no consigue empleo.
Se calcula que cerca de 9,5 millones de los 40 millones de sudafricanos están sin empleo. El sector está organizando un movimiento de desempleados y, con o sin razón, acusan a los sindicatos de su situación.
"Queremos un ambiente favorable a la creación de empleos y un mercado laboral flexible", declaró Corley Mashego, el líder del Movimiento Malamulela, integrado por 50.000 desempleados.
El partido de gobierno, el Congreso Nacional Africano (CNA), no sabe cómo responder al pedido de "flexibilidad laboral".
El Congreso de Sindicatos de Sudáfrica (Cosatu), que tiene 1,8 millones de afiliados, es aliado del CNA y fue muy importante para que Mbeki triunfara en las elecciones del mes pasado, lo cual complica aun más la situación.
Cualquier mención a la flexibilidad laboral inquieta al Cosatu, la mayor federación sindical del país.
El sector del "comercio desea volver a la época del apartheid en el lugar de trabajo. Las negociaciones colectivas serán aplastadas y los sindicatos industriales quedarán debilitados. También se debilitarán los logros obtenidos por las mujeres", advirtió Zwelinzima Vavi, líder del Cosatu.
La posibilidad de que los inversores quieran un mercado laboral como el de las economías de los tigres de Asia inquieta a los sindicatos, que se preparan para iniciar una batalla feroz a fin de que los derechos laborales sean el tema principal de la agenda política de su país.
Sin embargo, el gobierno anunció la semana pasada que aún está examinando la legislación laboral. A mediados de agosto, decidirá cuales serán las secciones sujetas a modificación.
Uno de los cambios clave será eximir de impuestos a los comercios que tengan menos de 10 empleados, y enmendar las leyes sobre despidos.
"Es necesario encontrar el equilibrio entre la seguridad del empleo y la posibilidad de los empleadores de contratar gente y despedirla según sus caprichos. Cuando hay seres humanos implicados, tenemos que ser humanos", señaló el ministro de trabajo Membathisi Mdladlana.
El gobierno también está conforme con un estudio de la Organización Internacional del Trabajo según el cual el mercado laboral sudafricano es flexible. Cuarenta por ciento de los trabajadores son ahora "atípicos" ya que cumplen contratos cortos o trabajan a destajo.
Los empleadores fueron exentos de impuestos 80 por ciento de las veces que lo pidieron.
Mbeki se refirió en varias ocasiones a ese estudio en su discurso inaugural de hace dos semanas y aseguró que el gobierno no se propone eliminar los derechos laborales.
El presidente presiona en cambio para obtener un Acuerdo de Empleo y Crecimiento entre el gobierno, el sector empresarial y los sindicatos, a fin de establecer entre todos un salario mínimo aceptable, y una política de precios y tasas de interés.
Los sindicatos rechazan el Acuerdo porque implica restringir los salarios, pero el sector comercial quiere independencia del Banco Central cuando se trata de fijar las tasas de interés y la política inflacionaria.
Sudáfrica debe encontrar un camino equilibrado entre intereses opuestos que compiten entre sí. No queda del todo claro si el nuevo gobierno está dispuesto a atender los reclamos de los portadores de cartones en las calles de las ciudades.
"El desafío es construir una sociedad interesada en tener una buena calidad de vida. La sociedad que nos proponemos dejar atrás se basa en la ley de la selva", dijo Mbeki en su primer discurso como presidente, luego de las elecciones del 2 de junio.
"Los más débiles serán los que no tienen tierras, los desempleados, los que carecen de educación formal, la gente que sobra. Entre ellos están los que perdieron toda esperanza y autoestima", declaró Mbeki. (FIN/IPS/tra-en/fk/mn/ceb/aq/pr- lb/99
