SALUD: Banco Mundial fomenta uso de incineradores tóxicos

Una asociación internacional de médicos acusó al Banco Mundial de promover la incineración de desechos en los países pobres, algo que ya no se hace en los ricos porque se descubrió que es una fuente de dioxinas, mercurio y otros contaminantes.

Las dioxinas son un grave problema en Bélgica desde que a principios de junio se descubrió su presencia en alimentos y en raciones para animales, lo cual desató una controversia internacional, muy costosa, acerca de la contaminación alimentaria.

El Banco Mundial promueve la incineración como manera de liberarse de los desechos hospitalarios que pueden ser infecciosos.

Ese es "un remedio peligroso" advirtieron el Centro de Recursos Multinacionales de Washington y Salud sin Daño, una asociación internacional de médicos y expertos en temas sociales.

Esos grupos elaboraron un informe en el cual brindan, además, una lista de 30 proyectos de incineración de basura promovidos por el Banco Mundial y su socio del sector privado, la Corporación Financera Internacional.

Los documentos oficiales muestran que las dos agencias ayudan a Argelia, Argentina, Brasil, Comoras, República Dominicana, Egipto, India, Indonesia, Kenia, Líbano, Malawi, México, Nigeria, Samoa Occidental, Senegal, Sri Lanka, Sudáfrica, Turquía, Vietnam y Zimbabwe a construir incineradores.

Promover la incineración de los desechos médicos en el Sur cuando dicha modalidad fue puesta en tela de juicio en el Norte industrializado "perpetúa un doble discurso según el cual los ciudadanos ricos del norte tienen más protección ambiental y de salud que los pobres del sur", señalan los autores del informe.

Esa acusación recuerda escándalos de las últimas décadas respecto de la exportación al mundo en desarrollo de fertilizantes químicos peligrosos para la salud, alimentos contaminados para bebés, fármacos para el control de la natalidad y otros productos que se consideraban inadecuados.

"Este es un claro caso de racismo ambiental", sostuvo Ann Leonard, directora del Centro de Recursos Multinacionales y activista por la salud y el ambiente.

El Banco Mundial estudia el problema y acepta aportes sobre sus principios operativos, pero estos "no reflejan los peligros de los incineradores de gran escala", señalan los autores del estudio.

La incineración de desechos médicos produce dioxinas, que son cancerígenas, provocan defectos congénitos y dañan el sistema inmunológico, lo cual incrementa la vulnerabilidad de los afectados a todo tipo de infecciones.

La dioxina es liberada cuando se quema basura que contiene clorina, sobre todo el polivinilo clorídrico, más conocido como plástico PVC.

Los desechos médicos también contienen mercurio, que se utiliza en termómetros, aparatos para tomar la presión arterial, y baterías, que no pueden destruirse mediante la incineración.

El mercurio, arrojado de los incineradores a la tierra y el agua circundantes, ataca el sistema nervioso central y daña el cerebro, el hígado y los pulmones de los seres humanos y sus fetos.

Como el auge de los incineradores en el mundo industrializado ya pasó, sus fabricantes tuvieron que salir a buscar nuevos mercados en los países pobres, dicen los críticos del método de eliminación de la basura.

"La incineración se está volviendo obsoleta en los países industrializados porque se encontraron métodos sustitutos luego de conocerse los peligros de la quema de desechos médicos", declaran los autores del informe.

La cantidad de incineradores en uso en hospitales de Estados Unidos bajó de 4.500 en 1990, a 2.500 en la actualidad. En 1997, los centros hospitalarios abrieron 1.500 instalaciones sustitutas para el tratamiento de la basura, agregan los autores.

Esos métodos alternativos incluyen la desinfección química, el uso de microondas para matar microbios y grandes autoclaves que eliminan los agentes infecciosos con vapor a alta presión. Aparatos de ese tipo, pero más pequeños, se usan hace tiempo en todo el mundo para esterilizar los equipos médicos.

"Ninguna de las tecnologías sustitutas es segura por completo, pero pueden combinarse con programas eficaces de reducción de desechos para limitar el impacto ambiental y los costos financieros", explican los autores.

Los hospitales pueden reducir sus desechos separando lo que tiran, al igual que se separa la basura reciclable en los hogares.

Los centros de salud de los países ricos están aprendiendo el arte de reutilizar ciertas cosas, como la ropa blanca, los orinales de cama y los "contenedores de objetos filosos" en los cuales se depositan las agujas y las navajas usadas.

Esas medidas implican una inversión relativamente pequeña en equipos de esterilización, a fin de "incrementar el uso y la seguridad de los materiales reutilizables", según el informe.

La inversión "servirá para tratar muchos problemas de los países pobres, como la existencia de los hurgadores de basura y la reutilización de materiales médicos, sobre lo cual la legislación es escasa", señalan los autores del estudio.

El principal dilema del Banco Mundial respecto del manejo de los desechos se puede resumir en la frase "dioxinas versus basurales", señalaron funcionarios de la institución.

Muchos hospitales del mundo en desarrollo arrojan sus desechos en basureros municipales, a los cuales se dirigen los hurgadores de basura que rescatan todo lo que pueda ser usado o vendido, lo cual implica un alto riesgo de infección.

Algunos funcionarios del Banco Mundial dudan de que los incineradores sean la solución correcta y propusieron sustitutos similares a los recomendados en el informe, pero la agencia no los tuvo en cuenta ni siquiera cuando suspendió oficialmente su apoyo a este método para analizar sus posibles peligros.

Los funcionarios del departamento de Asia Meridional del Banco recomendaron, en un informe de enero de 1996, que la agencia deje de confiar en "incineradores importados de alta tecnología que son caros y difíciles de mantener".

Sin embargo, "sólo tres meses después, el Banco Mundial aprobó un proyecto del sector de la salud en el mismo país, India, que preveía la construcción de cientos de incineradores", señalan los autores del informe. (FIN/IPS/tra-en/aa/ceb/aq/he/99

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