El gobierno de la República Democrática de Congo (RDC, ex Zaire) tomó con cautela el acuerdo de cese del fuego firmado en Lusaka para poner fin a la guerra civil de este país centroafricano, que ya lleva 11 meses.
"No creo que el gobierno destape el champagne todavía. Es hora de precaución", dijo el ministro de Finanzas, Mawapanga Mwana Nanga, en referencia al pacto firmado el sábado en la capital de Zambia.
El plan de seis puntos, que culminó seis semanas de negociaciones, dispone entre otras cosas el fin de las hostilidades, el retiro de todos los ejércitos extranjeros de territorio congoleño y el despliegue de una fuerza internacional de paz en la RDC.
El acuerdo fue firmado por seis gobiernos africanos que poseen tropas en la RDC.
El presidente congoleño, Laurent Kabila, lo firmó junto con sus aliados de Zimbabwe, Angola y Namibia, y los rebeldes junto con Ruanda y Uganda.
Sin embargo, la disputa entre las tres facciones que luchan contra el régimen de Kabila deja un gran signo de interrogación en cuanto a la aplicación del acuerdo.
Las diferencias entre los rebeldes aumentaron luego de que Ernest Wamba dia Wamba, recientemente destituido como líder de la insurgente Unión Congoleña por la Democracia (UCD), insistió en ser reconocido como suscriptor del acuerdo en representación de ese grupo.
El nuevo líder de la UCD, Emile Ilunga, se negó a colocar su firma junto a la de Wamba dia Wamba.
La tercera facción, el Movimiento para la Liberación Congoleña (MLC), que peleó junto a la UCD, anunció que sólo firmaría el pacto si los líderes de ambas facciones de la UCD también lo suscribían.
El presidente de Zambia, Frederick Chiluba, quien presidió las negociaciones, manifestó su confianza en que las facciones rebeldes resuelvan sus diferencias y firmen el acuerdo.
"Aún es demasiado pronto para cantar victoria y pensar que todo pasó. Los ruandeses no son de fiar. Debemos mantenernos en guardia hasta que los primeros soldados ruandeses tomen el avión de vuelta a Kigali", advirtió Nanga.
El gobierno no considerará la guerra terminada hasta que el último soldado ruandés haya abandonado territorio congoleño, según el ministro.
El conflicto en la RDC estalló en agosto de 1998, después que Kabila expulsó a las tropas ruandesas tutsis que lo ayudaron a expulsar al dictador Mobutu Sese Seko y a tomar el poder en mayo de 1997.
Desde entonces, el conflicto involucró a seis países africanos. Angola, Chad, Namibia y Zimbabwe brindaron su apoyo a Kabila, y Ruanda y Uganda a los rebeldes.
El sentimiento anti-ruandés, que comenzó tras el derrocamiento de Mobutu en 1997, ha permanecido fuerte en Kinshasa. "No confío en la sinceridad de Ruanda. Es esencial la precaución", declaró a IPS otro funcionario de gobierno.
El conflicto significó un duro revés para la economía de la RDC, que lucha por ponerse en pie tras 32 años de mala administración bajo el régimen de Mobutu. Los comercios cierran uno tras otro.
La moneda nacional, el franco congoleño, continúa cayendo, generando un incremento en el precio de los productos esenciales.
Un creciente número de congoleños creen que sólo una conferencia de reconciliación nacional podrá resolver el conflicto.
Esta idea es compartida por Arthur Z'Ahidi Ngoma, un antiguo líder de la UCD que abandonó la agrupación en febrero y actualmente reside en París, donde formó su propio movimiento, la Unión de Congoleños por la Paz.
"El acuerdo de Lusaka no sustituye un diálogo nacional", dijo a IPS. (FIN/IPS/tra-en/bm/nrn/sz/mn/mlm/ip/99