MEDIO ORIENTE: Reyes jóvenes en sistemas viejos

Los nuevos gobernantes de Medio Oriente y el Golfo prometieron democratizar sus países, pero los analistas de la región son escépticos sobre la posibilidad de cambios en sistemas políticos autoritarios basados en dinastías.

Argelia, Bahrain, Israel, Jordania y Marruecos tienen nuevos gobernantes que anunciaron cambios y reformas. Palestina y Siria serán los próximos en cambiar de gobierno.

Los cambios más impresionantes fueron los de Jordania y Marruecos, dónde los reyes Hussein y Hassan, respectivamente, gobernaron durante décadas.

Los dos nuevos reyes (Abdallah, de Jordania, y Mohammed VI, de Marruecos), que rondan los 30 años y vivieron en el extranjero, parecen ser concientes de la necesidad de paz y de cambios en una región que vive en conflicto desde hace 50 años.

"Las políticas de las últimas dos generaciones de líderes de la región correspondían a su tiempo, pero ahora que se acerca el siglo XXI, los nuevos monarcas deberán cambiar de estilo debido a la presión económica y el cambio de las actitudes políticas", sostuvo Rami Khoury, un comentarista político de Jordania.

Pero el alcance de los cambios prometidos no es claro para Paul Salem, profesor de ciencias políticas en la Universidad Estadounidense de Beirut y director del Centro Libanés de Estudios Políticos.

"No sé hasta qué punto el cambio generacional traerá modificaciones fundamentales a la región. La mera confirmación del poder dinástico hace dudar acerca de que se lleve a cabo una democratización profunda", comentó Salem.

El cambio no ocurrirá de la noche a la mañana, pero los fallecidos Hussein y Hassan ya lo iniciaron en 1990 y 1998, respectivamente.

Todos suponen que Mohammed VI seguirá los pasos de su padre, fallecido el 23 de este mes, pero es probable que esté menos decidido a mantener la costosa guerra por Sahara Occidental.

Se conocen las publicitadas acciones de caridad y la declarada inclinación democrática del joven rey, pero nada se sabe sobre su capacidad para gobernar y tomar decisiones, ya que su padre le había asignado un papel de observador.

Se espera que la transición hacia la democracia de Marruecos pueda ser tan suave como la de Jordania, pero Mohammed tendrá que solucionar muchos otros problemas, ya que la tasa de analfabetismo de su país es 50 por ciento, el desempleo alcanza 20 por ciento, y la mitad de la población subsiste con 1,5 dólares por día.

"El rey Abdallah se manejó muy bien hasta ahora, y no se han oído quejas contra él. Ha dicho muy pocas cosas, y realizó numerosos viajes para enfrentar el problema de la deuda externa. Pero necesitará, al menos, un año para establecerse", dijo Khoury.

Abdallah parece dispuesto a modificar la estricta legislación de prensa aprobada en 1998, que resultó un serio contratiempo en el camino hacia la democratización iniciado por Hussein en 1990.

"No existe una campaña de cambios radicales en el país, sino discretas mejoras aquí y allá, lo cual quizá sea la mejor manera de hacer las cosas", comentó Khoury

Siria está bajo férreo control del presidente Hafez el Assad, quien ha gobernado desde 1970 con sucesivas reelecciones, pero ahora que el mandatario tiene 70 años y está muy enfermo, parece estar instruyendo a su segundo hijo, Bashar el Assad, para que siga sus pasos.

En Siria se considera un hecho consumado que el próximo presidente será Bashar el Assad, un médico cuya carrera política ha sido muy veloz.

Al terminar sus estudios de oftalmología en Londres, Bashar fue nomrado coronel, y corren rumores de que será el próximo vicepresidente de Seguridad Nacional, un cargo clave que antes estuvo ocupado por Riffaat, el hermano del presidente.

El hijo del presidente se entrena para gobernar administrando Líbano, que Damasco pretende convertir en un protectorado sirio, y su éxito político parece estar relacionado con esa gestión.

La inversión extranjera ha comenzado a entrar en Siria mientras la economía de ese país se abre al mundo, más lentamente que las de sus vecinos.

La organización defensora de los derechos humanos Amnistía Internacional, con sede en Londres, felicitó a Damasco hace poco por haber liberado a cientos de presos políticos.

También hay indicios de cambio en Argelia, donde el nuevo presidente Abdelaziz Bouteflika llegó al gobierno mediante un proceso democrático pero no exento de críticas.

Bouteflika ha comenzado a conquistar a cada vez argelinos con su estilo decidido y su retórica convincente, y su popularidad aumentó con la amnistía otorgada a los activistas islámicos radicales, que logró que disminuyera la violencia en el país.

El proceso de cambios que avanza con más rapidez en la región es el vinculado con las negociaciones de paz entre Israel y sus vecinos. El nuevo primer ministro israelí, Ehud Barak inició, con fuerte apoyo de Washington, un diálogo simultáneo con Líbano, Palestina y Siria, que genera inquietud en los países árabes.

El éxito de esas negociaciones depende, en buena medida, de la autoridad de Assad y del presidente de Palestina, Yasser Arafat.

Analistas de la región advirtieron que el proceso podría volver a estancarse si las negociaciones se prolongan más allá de los cambios de gobierno en Palestina y Siria, y los nuevos gobernantes de esos países no son lo suficientemente fuertes.

"Assad ha impulsado con bastante entusiasmo las negociaciones de paz durante los años 90, y todo iba rápido hasta que murió (el ministro de Israel, Yitzhak) Rabin y (Benjamin) Netanyahu accedió al poder", comentó Salem.

"Cinco años después, el proceso volverá a acelerarse. Existe una sensación de urgencia por la cuestión de la sucesión en Siria", añadió.

"Assad y Arafat tienen poder para convencer a sus pueblos de que acepten un acuerdo de paz. Pero si dejan el gobierno antes de que las negociaciones concluyan, el proceso se retrasaría bastante otra vez", pronosticó.

Luego de años de tensión entre Siria y Jordania, debidos en gran medida a conflictos personales entre Assad y el rey Hussein (fallecido en febrero), se produjo un "deshielo" en febrero, cuando Assad visitó Jordania para presentar sus condolencias.

Abdallah "sin duda desea desempeñar el mismo papel que su padre y ser un catalizador, un puente para la paz entre Israel y Siria. Pero es probable que su gobierno esté mucho menos centrado en el conflicto árabe-israelí que el de Hussein", opinó Khoury.

"Siria intentará mantener su independencia y distancia de Estados Unidos, aunque haya paz en la región, para evitar convertirse en otra Jordania o Egipto", aseguró Salem.

Pero la paz es apenas el primer problema en la lista de viejas cuestiones que nunca fueron resueltas, como las desigualdades sociales y de género, la falta de pluralismo y el respeto por los derechos humanos, que indican la necesidad de sistemas políticos más democráticos. (FIN/IPS/tra-en/kg/ak/ceb/mp/ip/99

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