El conflicto de Medio Oriente se resolvería en unos días si las reuniones y las expresiones de buena voluntad, como las gestiones diplomáticas del primer ministro de Israel, Ehud Barak, hacia Egipto y Palestina, fueran los únicos requisitos para la paz.
Las reuniones que mantuvo Barak con el presidente egipcio Hosni Mubarak y con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, aún no dieron resultados concretos, pero lograron reducir la tensión imperante entre israelíes y palestinos durante el gobierno de Binyamin Netanyahu.
Barak juró como primer ministro el martes, el jueves se reunió con Mubarak en Egipto y el domingo con Arafat.
Arafat y Barak sonríeron y se dieron la mano efusivamente durante su encuentro. Pero el líder israelí no ofreció respuestas claras a los reclamos del palestino, y la postura de Arafat con respecto de los acuerdos de paz de Wye sigue siendo ambigua.
Los acuerdos de Wye fueron firmados en esa localidad estadounidense en octubre, pero Netanyahu dejó de aplcarlos en diciembre.
"No tengo ilusiones. Estamos ingresando en un proceso arduo y extenso. Habrán altibajos y tendremos algunas crisis", declaró Barak después de su conferencia de prensa conjunta con Arafat.
Barak se reunirá esta semana en Washington con el presidente estadounidense Bill Clinton. "Vamos a examinar las formas de aplicar los acuerdos de Wye", dijo Zvi Stauber, principal asesor diplomático del primer ministro israelí, en la radio de Israel.
Una declaración inesperada de Barak fue que el estado palestino ya existe "de hecho" y que no hay razón para considerarlo un enemigo.
En Líbano, las intenciones de Barak son recibidas con cautela. El primer ministro libanés Selim Hoss dijo que después de las "amargas" experiencias de su país con Israel, es mejor esperar "para ver qué resultados surgen".
Barak anuló la decisión del ex ministro de Defensa israelí Moshe Aren de boicotear las reuniones del Grupo de Control, creado en abril de 1996 luego de que una ofensiva militar israelí contra Líbano culminó en un acuerdo para proteger a la población civil.
El Grupo de Control, integrado por cinco países, investiga las protestas de ambos bandos con respecto de ataques contra objetivos civiles.
Israel se convence cada vez más de que el camino hacia la paz con Líbano pasa por Siria.
Una de las condiciones de Barak para reanudar las negociaciones con Siria será probablemente el cese del fuego en el sur de Líbano, donde el ala militar del Hezbollah (Partido de Dios) libra una guerra de guerrillas contra fuerzas militares israelíes que ocupan una franja de 850 kilómetros cuadrados.
Se sabe que el Hezbollah responde a la influencia de Siria, como forma de recordarle a Israel que no habrá paz en la zona hasta que las Alturas del Golán, ocupadas por Israel en 1967 y luego anexadas, sean devueltas a sus propietarios.
Pero Damasco no logró acallar a Hezbollah durante las negociaciones.
"Hezbollah no tiene su propio programa político… pero sí quiere liberar al sur (de Líbano). Mientras los intereses de Siria y Hezbollah no se opongan, no hay problema, ¿pero qué ocurrirá cuando se separen?", comentó Ali Jalil, presidente de la comisión de relaciones exteriores del parlamento libanés.
"Para alcanzar una paz duradera debemos cumplir con la fórmula de tierra-por-paz de Madrid y también mantener el derecho a la resistencia mientras haya un soldado israelí en nuestro territorio", dijo.
En 1992 se celebró en Madrid una conferencia internacional para fijar el marco general de las negociaciones de paz en la región.
Mientras Arafat anunció su "tolerancia cero" hacia el terrorismo, el jeque Ahmad Yassin, el líder espiritual de Hamas, un grupo islámico radical palestino, destacó que sus seguidores no cesarán su lucha contra Israel.
Hacer la paz con los líderes y al mismo tiempo mantener tranquilos a los grupos armados quizá sea uno de los mayores obstáculos en el camino para reanudar las negociaciones de paz.
Netanyahu rápidamente dejó de aplicar el acuerdo de Wye porque, argumentó, la ANP no había cumplido sus obligaciones en materia de seguridad, lo cual significaba la represión de grupos palestinos hostiles a Israel.
El acuerdo estipula que Israel debe transferir más tierras ocupadas al control de la ANP, liberar a 600 prisioneros palestinos y permitir una mayor autonomía palestina.
Arafat accedió, debido a la presión de las potencias occidentales, a aplazar la declaración de la creación del estado palestino, prevista para el 4 de mayo, para debilitar la campaña electoral de Netanyahu basada en el temor.
Pero ahora parecería que se le pide al líder palestino que continúe aplazando la aplicación del acuerdo de Wye.
Arafat insistió el domingo que lo acordado se debe aplicar totalmente y sin demoras.
Mientras, Barak reiteró su promesa de poner fin al conflicto que ya lleva un siglo con los árabes, en lo que calificó de la "paz de los violentos".
El gobierno sirio mostró señales de apertura hacia las gestiones de Barak, e incluso lo liberó de toda responsabilidad por los ataques aéreos que Israel realizó en los últimos meses contra Líbano, aunque funcionarios libaneses consideran imposible que el entonces primer ministro electo no estuviera informado al respecto.
Damasco y la secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Madeleine Albright, señalaron que un plazo de un año sería "más que suficiente" para alcanzar un acuerdo de paz global para Medio Oriente.
En este contexto, según los analistas políticos, es probable que los más débiles, o sea los palestinos, sean quienes tienen más para perder. (FIN/IPS/tra-en/kg/ak/aq/ip/99