MALASIA: Terapia islámica contra la drogadicción

Un centro religioso de Malasia ofrece un tratamiento "islámico" para que los drogadictos abandonen el hábito en este país de más de 22 millones de habitantes y unos 500.000 adictos a los narcóticos según estadísticas oficiales.

Ibrahim es un malasio musulmán de 13 años. También es un drogadicto que cayó en el vicio hace dos años porque "tenía curiosidad de probar".

El consumo de drogas ilegales es un problema social en Malasia, donde su comercio es castigado con la pena de muerte.

La Agencia Nacional contra las Drogas y el departamento de educación analizaron la orina de 32.000 estudiantes en 132 escuelas y hallaron rastros de consumo en 1.200 alumnos.

Ibrahim dejó el hábito antes de que fuera demasiado tarde. Ya lleva tres semanas en una pequeña y pintoresca aldea en Kuala Trengganu, una población en la costa oriental de la península malasia.

Allí recibe terapia islámica con un maestro religioso para dejar el hábito. "Hasta ahora lo estoy logrando", aseguró Ibrahim.

Mohammad Osman Abdul Latif, quien comenzó los programas religiosos en 1989 para combatir la drogadicción, afirmó que su institución ya curó a 4.000 personas.

Las normas en el centro son exigentes. Los internados se levantan a las cuatro de la mañana para llevar a cabo su "baño de arrepentimiento".

"El baño les da la fortaleza para enfrentar la vida. Entonces son capaces de combatir mejor enfermedades como el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida)", afirmó Abdul Latif.

Aunque la incidencia del VIH (virus de inmunodeficiencia humana) que causa el sida no es tan grave en Malasia como en Camboya o Tailandia, causa gran preocupación la gran cantidad de casos del mal entre drogadictos que se inyectan.

Malasia es uno de los países asiáticos, junto con China y Vietnam, donde el intercambio de jeringas entre los adictos es un factor clave para transmitir el VIH.

En su última actualización sobre VIH/sida, la oficina del Pacífico Occidental de la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que los usuarios que se inyectan drogas representan dos tercios de los casos confirmados de infección con VIH en Malasia.

La OMS estimó que 45.000 malasios entre 15 y 45 años de edad son portadores de VIH, a pesar de que la pandemia parece encontrarse "estabilizada". El gobierno gastó más de 30 millones de dólares desde 1993 para combatir el sida.

En el centro de Abdul Latif, sólo aquellos que lo deseen son enviados al hospital para hacerse exámenes médicos. "Demasiada medicina moderna se transforma en veneno para el estómago", aseguró el religioso.

Agregó que, según Alá, el agua que cae del cielo fortalece la resistencia personal, lo cual explica la lógica detrás del "baño de arrepentimiento" y la importancia de la voluntad interior para romper con el hábito de la drogadicción.

Aquellos que se encuentran en el centro rezan cinco veces por día y recitan los versículos del Corán "para recibir el sentido divino que evitará su recaída en el consumo de drogas", expresó.

"Semejante rendición despersonalizada evitará que cometan cualquier acto maligno", añadió.

Aunque los médicos no están de acuerdo en que ese método sea suficiente, Jamal Abdul Nasir jura que con él funciona. Quince meses atrás era un traficante de drogas que hubiera cometido cualquier delito por una dosis de hachís, y ahora no toca ningún narcótico.

"Mi vida como drogadicto era un infierno. Fui capturado y golpeado por la policía. Robé dinero para comprar drogas. Me siento tan avergonzado de decir todo esto", confesó Nassir con los ojos bajos.

"Mi corazón se abrió a Dios (en el centro). Durante el período de desintoxicación, una energía interior me impulsó a comenzar a rezar. Me ha hecho mucho bien", aseguró.

Abdul Latif expresó que deseaba poner en práctica sus técnicas en los centros de rehabilitación del gobierno, llamados Pusat Serenti, que funcionan en cada estado del país.

Hay un ocho por ciento de recaídas en los centros de rehabilitación, pero Abdul Latif afirmó que el índice de reincidencia en su instituto es inferior al dos por ciento.

Abdul Latif opinó que la lucha contra el tráfico debe involucrar no solo a policías y expertos, sino también generar esfuerzos espirituales. "Estoy seguro de que el tratamiento islámico cortará completamente el hábito a los drogadictos", dijo. (FIN/IPS/tra-en/rm/js/ego/aq/he/99

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