El gobierno de Malasia utiliza los medios de comunicación estatales como órganos de proselitismo político e impide el acceso de la oposición a la radio y televisión oficiales cuando quedan tres meses para las elecciones generales.
La oposición se percató de que debe medirse en la campaña electoral no sólo con la poderosa maquinaria del primer ministro Mahathir Mohamad, sino también con los organismos estatales.
La primera salva fue disparada el día 2, cuando el recién nombrado ministro de Información, Khalil Yaacob, anunció que la oposición no podrá utilizar la radiotelevisión estatal (RTM) para difundir su programa político.
La misma limitación podría aplicarse a las emisoras privadas de televisión, pero esa decisión dependerá de los propios operadores de las estaciones, añadió Khalil.
De hecho, la oposición tiene pocas probabilidades de conseguir espacios en las televisoras privadas, porque estas transmiten más que nada programas de entretenimientos y dependen del gobierno para recibir sus licencias de emisión.
Como ocurrió en campañas anteriores, la gobernante coalición Barisan, dominada por la Organización de Unidad Nacional Malaya (UMNO) de Mahathir, seguramente explotará el riguroso control que ejerce sobre los medios para acallar la oposición y retener la mayoría parlamentaria.
Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió en el pasado, cuando la oposición dispuso de espacios de transmisión en las radios, esta vez el control oficial sobre los medios electrónicos es aparentemente absoluto.
El intento de amordazar a la oposición refleja la importancia que tiene la consulta para la coalición de Mahathir, ante el creciente descontento público por la destitución del viceprimer ministro Anwar Ibrahim el año pasado.
Anwar cumple una condena de seis años por corrupción, pero el episodio desencadenó una campaña "reformasi" (reformista) en favor de una mayor libertad política en el país, el cual ha visto muy poco disenso popular contra el gobierno en la última década.
El anuncio del bloqueo del acceso de la oposición a la radiotelevisión estatal causó perplejidad entre políticos opositores y activistas. "RTM es un organismo estatal y sólo el ejecutivo tiene derecho a disponer de los espacios de transmisión", declaró Jalil al justificar la medida.
Pero los críticos del gobierno señalan que hay una diferencia entre el carácter estatal de RTM y su propiedad por parte de la coalición oficial.
La RTM está financiada con las licencias de la televisión privada y los impuestos que pagan los ciudadanos comunes, incluyendo los opositores, a las arcas del gobierno, explicaron. La RTM es de propiedad pública y debe servir a los intereses públicos, aseguraron.
"Existe una incapacidad para distinguir entre la propiedad estatal y la propiedad del partido, y esto puede llevar a un abuso de poder", dijo el analista de medios Mustafá Anuar.
El anuncio de las restricciones es un golpe bajo para la oposición, a la cual ya se le niega espacios mínimos en los principales diarios, casi todos controlados por el gobierno o firmas ligadas a este.
La única vía de expresión para la oposición es Harakah, el órgano del opositor Partido Islámico (PAS), escrito en inglés y malayo, cuyas ventas se catapultaron desde que Mahathir destituyó e hizo encarcelar a Anwar.
Otros diarios escritos en malayo como Eksklusif y secciones de la prensa chino-malaya también brindan algún espacio a la oposición.
Sin embargo, cualquier espacio impreso que puedan tener es insignificante comparado con la riqueza y amplitud de la radio y la televisión, lo cual también explica el deseo del gobierno de limitar su acceso.
Barisan, junto con su socio en el poder, la Alianza Nacional, ejercen el gobierno desde la independencia del país en 1957. Ese largo período ha llevado a la convicción de que los organismos estatales están para servir a la coalición cuando se las necesita.
Durante las campañas electorales, los diarios se asemejan más a órganos de los partidos de la coalición oficial que a medios independientes.
"Ante cualquier crítica o comentario formulado por líderes de la oposición, nosotros sólo recibimos, normalmente, la respuesta del gobierno. Lo que se destaca son los puntos de vista de los jefes de la coalición oficial", apuntó Mustafá.
Añadió que a los dirigentes opositores se les niega la oportunidad de responder al gobierno. "Dado este panorama, ¿puede culparse a los líderes de la oposición de conseguir espacios en los medios extranjeros?".
Durante las campañas electorales, los medios intentan asustar a los votantes con la posibilidad de malestar o inestabilidad supuestamente causada por las fuerzas de oposición.
Otra táctica utilizada por los principales medios de prensa con gran efecto es aprovechar cualquier incidente mínimo para dar una mala imagen de la oposición, dos o tres días antes de los comicios, con una una exagerada cobertura.
Dado el poco tiempo que queda antes de las elecciones, la oposición, proscrita de los poderosos medios electrónicos y debiendo apelar solo a las manifestaciones públicas, siempre tiene pocas posibilidades de desmentir esas noticias.
Así pasó durante la campaña proselitista de 1990, cuando el opositor Tengku Raazaleigh Hamzah fue calificado de traidor a los intereses musulmanes en favor de los cristianos, porque lo fotografiaron llevando un turbante de la etnia Kadazan sobre el cual hay un símbolo cuya forma se parece a una cruz.
La fotografía apareció en todos los medios y Razaleigh tuvo muy poca oportunidad de responder a las denuncias. Eso le costó muchos votos a su partido, que se disolvió después del incidente.
En la actualidad, sin embargo, Internet, la red informática mundial, permitió a los opositores del gobierno presentar una ardua batalla contra el dominio de la prensa local por parte de Barisan.
Un puñado de espacios "reformasi" y disidentes surgieron con francos y activos debates sobre temas políticos. Malasia cuenta con casi un millón de usuarios de Internet entre sus 22 millones de habitantes, pero su acceso está limitado a la clase media educada.(FIN/IPS/tra-en/an/js/ego/aq/ip-cr/99)