Israel prometió retirar sus tropas de la zona ocupada de Líbano en el plazo de un año, pero la economía de muchos de los 120.000 habitantes del territorio depende de los ingresos de las fuerzas de ocupación o de la misión de la ONU en el lugar.
Rihan es una aldea en la zona ocupada, situada en la parte más activa del frente contra la resistencia libanesa, donde la mayoría de sus habitantes se limitan a sobrevivir sin que la palabra "futuro" tenga un significado claro para ellos.
La aldea no recibe muchos visitantes desde 1978, cuando fue ocupada por Israel como parte de una "zona de seguridad" impuesta junto a la frontera, presuntamente para proteger a los habitantes israelíes de los guerrilleros.
Antes de la ocupación vivían 6.000 personas en Rihan. Ahora sólo son 100, y 70 de ellos superan los 50 años. La mayoría de los jóvenes no nacieron aquí y algunos cumplen funciones en el puesto del Ejército del Sur del Líbano (ESL), controlado por Israel, en la entrada de la aldea.
Un extraño silencio invade las calles. Algunos viejos se reúnen junto a la mezquita para aprovechar el sol de la tarde. "Dependemos de nuestros hijos que viven en Beirut o en el exterior y nos envían dinero. No hay nada aquí para ganarse la vida", dijo Sherif Rida, de 86 años.
Rida es propietario de la única tienda de comestibles del lugar, y el valor de la mercadería de su comercio no supera los cien dólares. Casi no hay agua para el riego, así que la agricultura existente se limita a las necesidades de los aldeanos.
En junio, luego de que el Ejército del Sur del Líbano se retiró de la ciudad de Jezzine, una madre y su hija se fueron con las tropas y se mudaron a Rihan. "Nos vinimos con el ESL porque temíamos que el gobierno nos acusara de colaborar con las fuerzas ocupantes", explicó Mary, de 22 años.
"Yo trabajaba en Israel como limpiadora de un hotel, por 500 dólares por mes. En Líbano hubiera recibido unos 200 dólares. Pero ahora tengo problemas de salud y ya no puedo trabajar. Mi madre cocinaba para el ESL en Jezzine y ahora lo hace en Rihan", explicó.
Mary no sabe qué le ocurrirá a ambas después de que se retiren las fuerzas israelíes, y no quiere pensar al respecto. Unas 3.000 personas de la zona ocupada cruzan la "frontera" a diario para trabajar en Israel.
Los israelíes conceden permisos de trabajo a los familiares de las fuerzas del ESL, pero también se pueden conseguir por 75 dólares. Las autoridades libanesas procesan por "colaboración" con el enemigo a toda persona que haya trabajado en Israel.
Rihan es una de las aldeas en peor situación de la zona ocupada, aunque la situación económica en otras localidades tampoco es buena.
La población de la zona ocupada se redujo de 250.000 a 120.000 habitantes. Su ingreso depende del comercio local y la cosecha de tabaco y aceitunas, pero también del contrabando de cigarrillos a lomo de mula de Israel a Siria, o de hachís de Líbano a Israel.
"El único producto en Israel que no se vio afectado por la inflación es con toda seguridad el hachís", bromeó el portavoz de las Fuerzas Interinas de las Naciones Unidas en Líbano (Unifil), Timor Goksel.
El ESL, y sobre todo su comandante, el general Antoine Lahd, también se benefician de la ocupación con los impuestos que se le cobran a los comerciantes libaneses, como el ingreso a la zona ocupada (cuatro dólares), o a productos como helados y gasolina.
"Todos mis productos los traigo de Beirut, y para ingresarlos a la zona ocupada tengo que pagar impuestos. Según el estado de ánimo de los soldados en el puesto de control, varía entre uno y tres por ciento", sostuvo un comerciante en Bin Jbail, uno de las mayores ciudades ocupadas.
En Naqoura, donde se encuentra la sede de Unifil, la calle principal, Mingy, ya no está tan ajetreada como antes.
Los ingresos de las tiendas y los restaurantes que lucraban con los soldados de Unifil descendieron junto con el presupuesto de la misión internacional, que bajó de 11 millones de dólares a 10 millones por año.
Así mismo, los estados miembros de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) le deben 254,2 millones de dólares a la misión.
La llegada de soldados de países relativamente más pobres también perjudicó a la economía local. En 1994, el contingente sueco en Naqoura fue sustituido con soldados polacos de menores ingresos.
En Marjeyoun e Ibl Saqi, en el sector oriental de la zona ocupada, el contingente noruego que estaba en la zona desde 1978 fue sustituido por unidades indias en octubre, lo cual causó la disconformidad de los comerciantes.
"¿Por qué tienen que enviarnos un ejército del tercer mundo? No tienen dinero para gastar, no salen, nada. A esta hora del día, mi restaurante estaría lleno de noruegos", se quejó un comerciante en Ibl Saqi, cerca de los cuarteles de Unifil.
La protesta es la misma en el cercano Hotel Dana, que ofrece una piscina y habitaciones a 50 dólares por noche. "Nuestros ingresos cayeron 60 por ciento desde que se fueron los noruegos", informó un miembro del personal.
Cuando los israelíes se vayan, el gobierno libanés deberá compensar los ingresos de la zona mediante nuevas inversiones y proyectos de desarrollo e infraestructura.
Fuentes oficiales sostienen que ya se elaboró un plan de desarrollo integral que incluso incluye nexos viales con Israel, pero que aún no se hizo público.
Por ahora, el Consejo Libanés del Sur, un organismo de desarrollo estatal, gasta la mitad de su presupuesto anual de 39 millones de dólares en la zona ocupada. Sólo en 1997 invirtió 27 millones de dólares en hospitales, escuelas y pozos de agua comunales.
En la actualidad, entre 40 y 45 millones de dólares de los ingresos anuales de la zona ocupada proceden de Israel a través de los salarios de las fuerzas ocupantes (14,4 millones de dólares), los sueldos de los trabajadores libaneses en territorio israelí (15 millones) y la financiación para obras de infraestructura (13 millones).
Esta semana, los israelíes anunciaron que aumentarían la cifra en cuatro millones de dólares, que se invertirán en el aumento de salarios de efectivos del ESL y en la infraestructura.
Una prioridad de seguridad de Israel es mantener a la población de la zona ocupada relativamente tranquila. El dinero puede ayudar a evitar el descontento de los musulmanes chiítas que componen la mayoría de la población del sur del Líbano.
Pero la satisfacción es más difícil de lograr que la relativa tranquilidad. La administración civil del ESL incluso pinta las aceras y las lámaparas de la calle en rojo y amarillo, con el fin de avivar la zona. "Pero no importa lo que hagan para acallarnos, una ocupación es una ocupación", señaló un hombre. (FIN/IPS/tra-en/kg/ak/aq/ip-if/99