El Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) dirige "una campaña del terror organizada" en Gnijilane, una localidad kosovar, denunció el coronel Neil O'Connor, de los Infantes de Marina estadounidenses.
Más de 100 albanokosovares murieron a manos de los serbios en Gnijilane, Kosovo, mientras se producían los bombardeos aéreos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra Yugoslavia. Ahora casi dos tercios de la población de origen serbio dejaron sus hogares, y el UCK intenta echar a los que se quedaron.
Algunos milicianos del UCK se dedican a secuestrar a kosovares de origen serbio y exigir armas como rescate, explicó O'Connor.
Es probable que el UCK tenga una lista de poseedores de armas registrados en la municipalidad por su nombre, en orden alfabético.
Dragan Rystic fue secuestrado de una fila para recibir alimentos al anochecer del 21 de junio, y liberado al día siguiente. Pero entonces desapareció otro hombre del mismo nombre que aún no volvió a su casa. A Dragan Savic se lo llevaron el 25 de junio y apareció en la puerta de su casa con varias costillas rotas.
O'Connor se reúne a diario con Nazim Bekteshi, un representante del UCK, y con Zoran Akric, presidente del Concejo del pueblo, para tratar de ubicar a las personas que desaparecen y ocuparse de que sean liberadas.
Se desconoce el paradero actual del segundo Dragan Rystic, un ingeniero eléctrico de la fábrica de baterías IBG, y de otro hombre joven, Miroslav Metodiovic.
El coronel Rick Swengros, a cargo de la policía militar del sector de Kosovo controlado por Estados Unidos, declaró que casi todos los días representantes del UCK le entregan listas de personas de origen serbio sospechosos de haber cometido crímenes de guerra.
La mayoría son interrogados y si quedan bajo custodia se toman sus nombres, pero en general salen libres en 24 horas por falta de pruebas que apoyen la acusación.
Akric comentó que los kosovares serbios se encuentran "permanentemente atemorizados". De los 150 empleados que tenía la Municipalidad de Gnijlane, sólo diez permanecen en el pueblo.
Todas las líneas telefónicas que permiten comunicarse con los poblados cercanos fueron cortadas, pero los trabajadores de origen serbio no se atreven a salir a repararlas.
Cinco kosovares serbios se presentan a trabajar todos los días en la oficina de correos y telecomunicaciones, fuertemente vigilada por tropas estadounidenses, pero no hacen más que beber café y jugar a las cartas.
Milorad Martinkovic es el funcionario más antiguo del telégrafo, y la oficina de correos ha funcionado durante 31 años en su hogar. Con un hilo de voz, dijo que su casa es uno de los dos únicos hogares de kosovares serbios en su barrio, y que no se irá a menos que lo obliguen.
Ismail Kurtshi trabajó en la televisión de Pristina hasta que fue obligado a dejar su empleo en 1990. Luego fue maestro y ahora es director interino de Asuntos Civiles en Gnijlane.
Kurtshi prometió que los empleados públicos no perderán sus empleos, sea cual fuere su origen étnico, hasta que se pueda llenar el "vacío".
La nueva dirección de la fábrica textil (que es la principal fuente de trabajo del pueblo, junto con una fábrica de baterías), anunció en cambio que sólo las personas de origen serbio empleadas antes de 1990 conservarán su puesto.
Para fundamentar esta decisión, se alegó que los demás trabajadores de origen serbio ocuparon lugares de albaneses étnicos que perdieron su trabajo a raíz del "apartheid" que promovió Milosevic.
Es difícil dar garantías a los kosovares serbios mientras funciona un gobierno paralelo de Bujar Bukoshi (que tiene el apoyo de Ibrahim Rugova, de la Liga Democrática de Kosovo), y otro del líder del UCK, Hashim Thachi.
Cuando el gobierno de Sali Berisha, en Albania, fue derrocado en 1997 a raíz de una serie de fraudes financieros, los civiles saquearon las instalaciones policiales y militares, llevándose casi un millón de armas y 1,5 millones de municiones, que en su mayoría terminaron en manos del UCK.
Mientras Kosovo espera que la Misión Interina de las Naciones Unidas asuma el gobierno de la región, las violaciones de los derechos humanos se producen diariamente.
Integrantes de la 82& División Aerotransportada del Ejército de Estados Unidos, que patrullan el este de Kosovo, informaron que si bien el UCK ya no exhibe armas en público, los milicianos, sus simpatizantes y aun delincuentes comunes se dedican a detener a personas de origen serbio y confiscarles sus documentos.
La 82& División, cuya base está en un pueblo de montaña cerca de Vitina, registró un promedio de 13 incendios provocados cada noche, y ya fue víctima de un ataque de ladrones armados.
En Gnjilane y Vitina rige un toque de queda desde las 18:30 a las 03:30, impuesto el 28 de junio.
El subcomandante Kadri Kastrati, mano derecha del comandante en jefe del UCK, Hashim Thachi, y responsable de Pristina, aseguró que quienes cometen violaciones de los derechos humanos, robos, secuestros y otros delitos "pueden decir que son del UCK pero no lo son".
La tensión llegó a su punto máximo el 25 de junio, cuando cerca de 100 personas de origen serbio marcharon por las calles de un pueblo cercano exigiendo información sobre otro kosovar serbio que había desaparecido, presuntamente secuestrado por albanokosovares.
Horas más tarde, los albanokosovares intentaron mutilar una estatua del príncipe Lazar, un líder serbio que murió hace 610 años a manos de los turcos en un campo de batalla de Kosovo. Los infantes de Marina de Estados Unidos mataron a un hobre de origen serbio en la revuelta que se produjo a raíz del hecho. (FIN/IPS/tra-en/bk/ak/ceb/mp/ip hd/99