La capital de Kenia recupera la calma luego de que miles de manifestantes exigieron esta semana la renuncia del presidente Daniel Arap Moi, en el poder desde 1978, mientras una huelga nacional del transporte colectivo paralizó el tránsito en este país africano.
El miércoles, más de 10.000 personas, muchas de las cuales coreaban "Moi debe irse", se reunieron en la plaza Kamunkunji de Nairobi, en lo que fue la culminación de manifestaciones que conmemoraron el "Día Saba Saba", como se conocen los cruentos disturbios de 1990 por reformas democráticas.
Los disturbios de 1990 estallaron cuando las autoridades impidieron que políticos opositores se reunieran en Kamukunji.
La violencia reinó en Nairobi los cuatro días siguientes, durante los cuales murieron 20 personas, 63 fueron gravemente heridas y 1.000 tuvieron que comparecer ante los tribunales. Desde entonces, casi todos los 7 de julio se realizan manifestaciones violentas.
Los oradores del miércoles, entre ellos 16 dirigentes opositores, instaron a los ciudadanos a participar en una huelga general para forzar la renuncia de Moi.
En la ocasión se aprobó una declaración a favor de una "Constitución del Pueblo", y los oradores coincidieron en que los problemas más graves de Kenia son el mal gobierno, la falta de reformas constitucionales y la inseguridad.
La revisión de la Constitución es el problema político más candente. El gobierno aceptó crear una comisión independiente el año pasado, pero el proceso fue interrumpido en enero, antes de empezar, ya que los partidos no pudieron ponerse de acuerdo sobre los integrantes de la comisión.
Kivutha Kibwana, que dirige el Consejo Ejecutivo de la Convención Nacional (NCEC), un grupo de presión, anunció que su organización planea consultar de inmediato a todos los kenianos para poner en marcha el proceso constitucional que culminará en una conferencia nacional.
El legislador James Orengo, que organizó la asamblea del miércoles, sostuvo que la constitución es el bien más preciado del pueblo, y que los kenianos no permitirán que les sea expropiada por el parlamento "que declaró al país estado unipartidario en 1980".
Partidarios de la oposición se enfrentaron al término del encuentro con un grupo que no fue identificado, aunque se cree que procedían del ala joven de la gobernante Unión Nacional Africana de Kenia.
La policía antimotines arrojó gases lacrimógenos y dispersó rápidamente a los causantes del disturbio, pero siguió patrullando las calles y varios camiones permanecieron en las principales avenidas, lo cual ayudó a el ambiente.
Los disturbios comenzaron temprano en la mañana, cuando grupos de cobradores de pasaje de autobús provocaron a la policía y algunos agitadores aprovecharon la ocasión para arrojar piedras, quemar neumáticos y asaltando a motociclistas y transeúntes.
Un hombre recibió un balazo cuando intentaba incendiar un autobús en el distrito de Kamarock. Al terminarse el día, 149 personas fueron arrestadas.
La huelga de transporte, que marcó el inicio de un grave enfrentamiento entre los propietarios de autobuses y el gobierno, fue una reacción contra las nuevas reglas de la Comisión de Permisos de Transporte que se propone regular la industria, controlada por grandes carteles.
Varias personas murieron en las disputas por controlar las rutas y las paradas de los autobuses.
La gente no le tiene demasiada simpatía a los cobradores de pasaje de los autobuses, conocidos por su conducta temeraria y su grosería con los clientes.
El comisionado provincial de Nairobi, Cyrus Maina, amenazó con aplastar a los "ricos y conocidos traficantes de drogas" que, en su opinión, organizaron la huelga.
Mientras, Moi pretende reenviar el proyecto de reforma de la Constitución al parlamento, alegando que se trata de algo muy costoso en tiempo y dinero como para quedar a cargo de la gente común.
La mayoría se opone a la propuesta de Moi, según una encuesta patrocinada por The Nation, el diario más vendido de Kenia. La Unión Nacional Africana de Kenia tiene una clara mayoría, y estaría dispuesta a aprobar la reforma.
Una manifestación liderada por la iglesia el 10 de junio, Día del Presupuesto, cuyos participantes exigían reflotar el proceso de reforma constitucional, derivó en acciones de violencia.
El reverendo Timothy Njoya, de la Iglesia Presbiteriana de Africa Oriental, fue golpeado por "agitadores contratados" que le quebraron un brazo.
El domingo se realizaron plegarias en las iglesias de toda la nación. "Esto marca el comienzo de una batalla sostenida y decidida a eliminar la autocracia del país, que está a punto de colapsar. Debemos unirnos para crear una sociedad nueva", declaró Kibwana. (FIN/IPS/tra-en/ks/mn/ceb/aq/ip/99