Polemista irredento y publicista compulsivo de sí mismo, el dibujante y escultor mexicano José Luis Cuevas, llamado "padre del deformismo", cree que las artes plásticas de América Latina, marcadas hoy por "vanguardias absurdas", entrarán en declive al comenzar el tercer milenio y los "verdaderos" artistas volverán a lo básico: el lápiz.
Cuevas, de 65 años, que en su juventud escandalizó el medio artístico de América Latina al romper con el muralismo nacionalista de sus compatriotas Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, sostiene que los artistas plásticos de ahora "ya causan fatiga", con sus propuestas "copiadas de Europa y Estados Unidos".
El dibujante, que desde 1955 registra todo lo que le sucede en pequeñas libretas y se toma religiosamente una foto cada día – "antes de bañarme y aún con la cara de sueño"- es considerado por muchos críticos el iniciador del arte alternativo en América Latina, hoy una de las vetas principales de los creadores jóvenes.
Famoso por sus "happenings", como la exposición de su semen en un frasco o de electrocardiogramas tomados cuando hacía el amor, o su invitación a mujeres para tatuarles su retrato, Cuevas sostiene que si él no hubiese existido, las artes plásticas de América Latina serían muy distintas.
El creador señala que el siglo XX fue rico en producción artística en los países latinoamericanos y aunque hoy no ve "nada importante", cree que pronto irrumpirán propuestas interesantes.
Cuevas habló con IPS sobre la plástica en América Latina en el siglo XX y lo que puede surgir en los primeros momentos del próximo, también de su decepción de los políticos y de su rechazo absoluto a vincular al arte con cualquier afán de reforma social.
IPS: ¿Qué transformaciones puede haber en las artes plásticas al empezar el nuevo siglo, ahora que la tecnología de la información y la globalización son parte del escenario?
CUEVAS: Si yo supiera con certeza qué viene en el nuevo siglo, seguro que ya lo estaría haciendo, para quedar como precursor. Creo que se tiene una idea equivocada de que cuando termina un siglo, inmediatamente va a ver cambios. Recordemos que mucho del arte del siglo XIX siguió en el XX.
Sólo el cubismo con (Pablo) Picasso en los años 20 puede considerarse un cambio importante.
Sin embargo, me atrevo a hacer un poco de "art fiction", y diría que se va a volver a los materiales tradicionales. Toda la experimentación que se hace ahora, gracias a la tecnología, y que hoy es una moda, ya comienza a causar fatiga.
IPS: Pero los avances de la tecnología son un hecho, el uso de las computadoras parece estar cambiando el concepto de arte y, además, las nuevas generaciones crecen con otros referentes. ¿Será posible entonces volver a lo básico?
CUEVAS: El arte es una cosa de ir adelante y atrás y creo que pese a todo, los verdaderos creadores volverán a lo básico, el lápiz. Yo quisiera que eso ocurriera. Es necesario que desaparezcan esas vanguardias absurdas, de uso de computadoras, en las que están los jóvenes ahora.
En el siglo que viene, los artistas se deben distinguir por tener una identididad definida, pues hoy en América Latina se copian mucho unos a otros. Uno copia a las vanguardias extranjeras y después todos se copian. Todos son parecidos, incluso en la forma de vestir y hablar, son los llamados artistas vanguardistas.
IPS: Y la globalización, ¿cómo influirá?
CUEVAS: Está claro que la expresión artística será cada vez menos regional, quedaron atrás los nacionalismos que yo combatí en su momento. Ahora resulta verdaderamente imposible estar encerrado en una olla de barro.
Para mí, lo más importante es que el rostro de un artista pueda distinguirse en medio de la multitud, en medio de la globalización y del bombardeo de información, y eso se alcanza con un simple lápiz y un papel.
IPS: ¿Hacia dónde apuntan las nuevas corrientes en la plástica de América Latina?
CUEVAS: Lo peor que podría pasar con el arte de nuestra región es continuar con esta moda de las 'instalaciones', la llamada corriente de fin de siglo, eso sería verdaderamente lamentable.
Los nuevos artistas están pensando que se anticipan al siglo XXI y eso me parece un absurdo, pues las llamadas vanguardias no son novedosas. Recuerda que empezaron a darse aquí en México en los años 50 y 60 y yo fui su precursor.
Debemos acordarnos de que tanto que en Argentina, Colombia, Ecuador y otros países se habla desde hace varios años del 'cuevismo'. Yo uso un simple lápiz y creo que eso va a regresar.
IPS: ¿Qué artistas plásticos dejan su huella en el último tramo de este siglo? ¿Quizá los famosos, como el colombiano Fernando Botero, o como el ecuatoriano y recién fallecido Oswaldo Gauayasamín?
Ninguno de ellos. Sin duda, quien deja importante huella en esta etapa soy yo. En Guayasamín hay una mescolanza de muchos artistas, incluso él bebe mucho del muralismo mexicano, como muchos otros de América Latina que me criticaron tanto cuando rompí con esa moda.
IPS: ¿Y Botero?
CUEVAS: Botero no existe, sólo es un fenómeno comercial, Botero tiene una obra graciosa, es el pintor de la gran burguesía que hace gracia con sus gorditas y que además puede tener sutileza.
Una señora burguesa puede poner en su comedor una obra de Botero y ante la presencia de una figura gorda reprimir su apetito. Yo creo que Botero es el único pintor que ha logrado un objetivo social: evitar que los ricos coman demasiado.
IPS: Guayasamín y otros artistas consideraban que el arte puede ser una voz de denuncia social, un instrumento para el cambio. ¿Tiene algún lugar aún ese concepto?
CUEVAS: Creo que un artista plástico no puede ser un reformador social, ningún artista lo ha logrado. La revolución en un artista sucede en su trabajo cotidiano, en su estudio, en su interpretación del mundo en que le tocó vivir. Las cosas no cambian por el arte, las cosas se revolucionan dentro del arte.
IPS: Pero usted ha dicho que en su obra recoge el sufrimiento humano y que busca sensibilizar con ello a la sociedad.
CUEVAS: Mi obra siempre ha sido un acto solidario hacia los desvalidos y una diatriba furibunda contra las dictaduras, pero jamás he pretendido cambiar nada con mis dibujos o esculturas. Lo bueno es que la gente no es indiferente a mi obra, he visto gente que llora con ella, no se por qué, pero llora.
Sin duda, yo soy el único pintor que alcanzó una popularidad reservada sólo para cantantes y actores.
IPS: Mucho de la popularidad de Cuevas tiene que ver con su propio objetivo de ser popular.
CUEVAS: Si, hablo, escribo y doy muchas entrevistas, pero todo se origina en mi necesidad de explicarme verbalmente muchas cosas y pretender que mi obra sea comprensible, eso me lleva a buscar siempre la escena.
IPS: En esto de explicarse cada cosa que hace o ve, ¿cómo valora el trabajo de los políticos en América Latina?
CUEVAS: Desgraciadamente, presidentes y políticos no han solucionado nada, pero eso no quita que tenga simpatías con algunos presidentes, como Julio María Sanguineti, de Uruguay, quien me cae bien, porque antes escribía sobre arte.
Creo que hay buenas intenciones en muchos políticos, lo que pasa es que tenemos amigos y enemigos tan peligrosos como Estados Unidos, donde estamos atados, o Cuba, que de esperanza derivó en dictadura. (FIN/IPS/dc/ff/cr/99