JAPON: Gobierno atiende por fin el problema de las dioxinas

Muchos de los residentes de Tokorozawa, 30 kilómetros al noroeste de Tokio, dijeron durante años a todo el que quisiera escuchar que los incineradores de residuos situados alrededor de la ciudad los estaban enfermando.

Pero sólo cuando este año aparecieron verduras contaminadas con dioxina, las autoridades de Japón comenzaron a prestar atención a la situación y a tomar medidas para limitar las emisiones de las mortales sustancias.

Este mes, la cámara alta aprobó un nuevo proyecto destinado a reducir la presencia de dioxinas en el aire, el agua y el suelo mediante la obligación a fábricas e instalaciones procesadoras de residuos de presentar informes periódicos.

Se prevé que la ley será aprobada antes de que la Dieta (parlamento) termine su actual sesión, el 13 de agosto.

Los 60.000 habitantes de Tokorazawa esperan esta ley con ansiedad, ya que han vivido con temor durante años por los efectos de las emisiones de los 50 incineradores del área, 30 de los cuales están todavía en funcionamiento.

También conocidas por el acrónimo TCDD, las dioxinas son productos derivados de la fabricación de ciertas sustancias químicas utilizadas en pesticidas, conservadores de la madera y bactericidas.

Las fuentes de combustión de baja temperatura, como los incineradores de residuos, también emiten dioxinas, en especial cuando queman plásticos.

Las dioxinas concitaron la atención mundial este año debido a la contaminación de productos alimenticios de Bélgica con rastros de esa sustancia.

En Japón, grupos de activistas presionan desde hace tiempo para que se atienda la situación de Tokorozawa, donde la presencia de numerosos incineradores, algunos dentro de un radio de 500 metros, expone a los residentes a sustancias tóxicas.

Japón tiene unas 22.000 plantas industriales de incineración. Esto, según activistas, tiene una clara relación con el hecho de que Japón haya sido el principal emisor de dioxinas entre 15 naciones industrializadas en 1995, en base a cifras del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.

De un total de 10 kilogramos de dioxinas lanzadas al aire por esos 15 países en 1995, Japón liberó cuatro kilogramos.

La Dieta ajustó el mes pasado las normas nacionales sobre el máximo consumo tolerable de dioxinas por día con las de la Organización Mundial de la Salud, que establecen un máximo de cuatro picogramos (cuatro billonésimas de gramo) por kilo de peso corporal.

Antes de que la Dieta fijara las nuevas normas, los japoneses no sabían a qué organismo gubernamental hacer caso en relación con el máximo consumo diario de dioxinas, si al Ministerio de Salud y Bienestar Social o la Agencia Ambiental.

El Ministerio sostenía que hasta 10 picogramos está bien, mientras la Agencia insistía en que el máximo diario son cinco picogramos.

Un funcionario del Ministerio de Salud declaró a la prensa que en 1998, el promedio de consumo diario de dioxinas era de 2,6 picogramos, una cantidad equivalente a la de otros países industrializados.

Los investigadores todavía no determinaron todas las fuentes últimas de dioxina en Japón, pero varios estudios revelaron que 90 por ciento de la ingestión diaria de la sustancia procede del pescado y otros productos del mar.

Los lactantes de este país consumen en promedio 60 picogramos de dioxinas por día, pero Juichi Abe, del Ministerio de Salud, afirmó que no hay nada que temer.

"Esa cantidad no es peligrosa debido a la brevedad del período de lactancia, que generalmente no pasa de los seis meses. Además, el nivel de dioxina en la leche materna disminuye año a año", sostuvo Abe.

Cifras oficiales también indican que las emisiones de dioxina están disminuyendo. El año pasado, se registró la liberación de unos 2,9 kilogramos de dioxina en todo el país, frente a 6,3 en 1997.

Sin embargo, los activistas creen que estas estadísticas no son realistas, aunque fueron realizadas por instituciones especializadas.

Los ambientalistas temen que las empresas hayan reportado cifras inexactas sobre sus emisiones de dioxinas y señalan que los inspectores carecen de medios para verificar la exactitud de los números. (FIN/IPS/tra-en/ek/cb/js/mlm/en-he/99

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