ITALIA: Un país rico con más de siete millones de pobres

Italia, integrante del Grupo de los Siete países más ricos del mundo, alberga a 7,4 millones de pobres, casi 12 por ciento de la población total, y la gran mayoría de éstos viven en las regiones del sur.

La pobreza afecta a 2,6 millones de familias, de las cuales 64,7 por ciento están radicadas en el sur, 23 por ciento en el norte y 12,3 en el centro, según el informe anual del estatal Instituto de Estadísticas (Istat), difundido este jueves.

El listón de pobreza está fijado en ingresos inferiores a 800 dólares por mes, una suma que en algunos países en desarrollo podría ser indicador de bienestar, pero que en Italia representa una capacidad mínima de compra.

El Istat advirtió que la cantidad de pobres sólo se redujo 0,2 por ciento de 1997 a 1998, el año al que se refiere la investigación.

La ministra de Solidaridad Social, Livia Turco, anunció la incorporación a la ley de presupuesto del próximo año de "un fondo significativo, para aliviar la situación de estas personas".

"La lucha contra la pobreza constituye una de las acciones prioritarias" del gobierno de centroizquierda encabezado por el ex comunista Massimo D'Alema, aseguró Turco. "Estamos determinados a hacerlo, a partir de la ayuda a las familias numerosas y las intervenciones en favor de sus hijos", agregó.

De acuerdo con el Istat, 5,7 por ciento de las familias italianas viven en extrema pobreza y 6,1 por ciento están también por debajo de la línea de pobreza, aunque sin sufrir las necesidades extremas de las primeras.

La pobreza se expresa especialmente en las largas filas de personas formadas frente a instituciones de caridad para recibir comida.

Mujeres con niños en los brazos, hombres maduros y jóvenes, esperan pacientemente su turno ante las puertas de los centros de la organización católica Cáritas distribuidos en todo el país.

Algunos de esos centros entregan la comida diaria y otros consisten en supermercados muy particularres, abiertos al público sólo el día 14 de cada mes. Cierran al día siguiente, cuando se agotan sus existencias de productos de bajo precio.

La Unión Europea y algunos supermercados convencionales abastecen a esas tiendas de alimentos en buen estado pero con plazo de caducidad de dos semanas.

Annamaría, de unos 40 años, sale con una gran bolsa con leche y espaguetis de un centro de asistencia de Cáritas en Roma. Tiene un hijo de cinco años y otro de 14. "Con lo que me dan logro terminar el mes", dice.

La mujer explica que obtiene una paga mensual de 400 dólares por ayudar a una anciana desde las siete de la mañana a las ocho de la noche. Destina casi por completo su salario a pagar el alquiler de una habitación.

Su marido, desempleado, percibe una pensión de 300 dólares, y su hijo mayor trabaja en un bar. (FIN/IPS/jp/ff/dv/99

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