La rupia de Indonesia fue la moneda más afectada por la crisis del sudeste asiático que comenzó hace exactamente dos años en Tailandia. Hoy parece recuperarse, pero esto preocupa a muchos comerciantes, industriales y economistas.
Thee Kian Wee, del Instituto de Ciencias de Indonesia, afirmó la renovada afluencia de inversores puede ser más dañina que beneficiosa, y advirtió que el gobierno podría tener un falso sentimiento de seguridad cuando "la economía sigue siendo un desorden".
"El aumento del valor la rupia está causando un sentimiento de euforia que está fuera de lugar y es peligroso", añadió Thee.
Algunos empresarios admitieron que la repentina fortaleza de la rupia, que ya llevó a un aumento de las importaciones, los tomó por sorpresa. Las mercaderías extranjeras con frecuencia tienen precios más bajos que las nacionales, y cada vez más empresas locales se quedan con grandes inventarios sin vender.
A fines de 1997 el dólar se cotizaba a 5.000 rupias, y a comienzos del año pasado valía 14.500. En los últimos meses, la depreciación de la moneda indonesia se revirtió, y la semana pasada un dólar valía 6.600 rupias.
Los economistas indicaron que esto mejoró la situación de los mercados financieros de Indonesia, pero que la economía del país todavía no se recuperó totalmente, a pesar de otros indicadores alentadores.
La inflación se ha vuelto muy cercana a cero, las tasas de interés están cayendo y hay signos de aumento del producto interno bruto, pero los expertos aseguraron que persisten problemas básicos como la necesidad de estabilidad política y de reestructuras del sistema bancario y las deudas de las empresas.
"La sustentabilidad del proceso de recuperación dependerá de la velocidad con que los bancos logren recuperarse y funcionar normalmente. Entre 70 y 80 por ciento de las inversiones todavía proceden del sector bancario", dijo la economista Sri Mulyani Indriyani, de la Universidad de Indonesia.
A su juicio, sin una infraestructura financiera que funcione adecuadamente, todo el dinero que está ingresando desaparecerá con la misma rapidez. "Es como una nueva burbuja, algo a muy corto plazo. El dinero puede salir rápidamente y la burbuja explotará", advirtió.
"Esta burbuja es importante porque nos da esperanza. Pero el gobierno debería darse cuenta de que es sólo un comienzo. Nuestra situación es muy frágil y expuesta a cualquier cambio en el estado de ánimo de los inversores", agregó.
Otros expertos concuerdan con Sri Mulyani, pero muchos de ellos también recalcaron que, más que cualquier otro factor, la política desempeña un papel esencial en la recuperación económica de Indonesia.
"Al hablar de la economía, lo más importante es prestar atención a la situación política. Si está bien, la economía se recuperará rápido", dijo el analista Nono Widyaka, de Sigma Batara.
Los economistas afirmaron que el aumento de la rupia está muy relacionado con el éxito de las últimas elecciones parlamentarias, que fueron las primeras realizadas de modo democrático en 44 años.
Sin embargo, el futuro político sigue siendo incierto, debido a que el opositor Partido-Lucha Indonesio por la Democracia, de Megawati Sukarnoputri, ganó las elecciones pero es posible que no logre el control del parlamento, y ni siquiera es seguro que Megawati triunfe en las elecciones presidenciales de noviembre.
Algunos expertos piensan que la mejor perspectiva de la economía es la posibilidad de que retorne el dinero que los indonesios de ascendencia china sacaron del país tras los violentos disturbios raciales el año pasado.
Se calcula que esos fondos suman unos 100.000 millones de dólares, pero será difícil que vuelvan si sus poseedores no están seguros de que el nuevo gobierno podrá controlar a las múltiples facciones que actúan en el escenario político, incluyendo a los poderosos militares.
Muchos empresarios locales afirmaron que el aumento del valor de la rupia está causando estragos en sus firmas. Los productores de azúcar, por ejemplo, dijeron que toneladas de su producto han quedado sin vender desde hace semanas, y que la decisión del gobierno de no gravar el azúcar importado empeoró la situación.
En Cirebon, el centro de producción de caña de azúcar del oeste de Java, cerraron ocho grandes refinerías, y se dejó que las plantaciones se pudrieran en una extensión de 7.500 hectáreas.
Los productores de caña de azúcar que pudieron vender sus cosechas aseguraron que lo habían hecho sufriendo pérdidas. "Se supone que el azúcar es dulce. Para nosotros sabe muy amargo", dijo uno de ellos.
La industria azucarera no es la única perjudicada por la rápida apreciación de la rupia. Los productores de semillas de soja también fueron afectados al reanudarse la importación de ese producto desde Estados Unidos, que solía abastecer 60 por ciento del mercado local.
Mustakim, un agricultor de Sumedang, en Java occidental, dijo que prefirió vender su cosecha de 4,5 toneladas de semillas de soja por debajo del costo de producción, en vez de verla pudrirse.
"Los demás agricultores hicieron lo mismo. No podemos competir con las semillas de soja estadounidenses, que son de mejor calidad y cuyo precio es mucho más bajo", comentó.
La fabricación de muebles también es víctima de la recuperación de la rupia. Según se afirma, el costo de la madera de teca, que es su principal materia prima, se ha vuelto demasiado alto.
Waluyo, un comerciante de muebles de Solo, en Java central, dijo que la apreciación de la moneda fue "demasiado rápida", y que no es capaz de producir la cantidad necesaria para compensar el costo actual de los materiales. (FIN/IPS/tra-en/ap- if/ky/cb/ral/at/mp/if/99