INDIA-PAKISTAN: Mediación de EEUU no resuelve problemas de fondo

La improvisada reunión entre los primeros mandatarios de Estados Unidos y Pakistán posiblemente logrará el fin del actual conflicto fronterizo entre India y su vecino del norte, pero mantiene viejos problemas y crea otros nuevos.

La situación en la Línea de Control, como se conoce la frontera que divide la región de Cachemira entre India y Pakistán, podría permanecer confusa por algún tiempo, aunque India proclamó una victoria militar al recapturar la colina del Tigre, situada sobre una importante ruta de abastecimiento.

La cumbre del domingo entre el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y el primer ministro de Pakistán, Nawaz Sharif, se produjo luego de más de tres semanas de discretas maniobras diplomáticas de Washington tendentes a poner fin al conflicto en el área de Kargil, que ya lleva dos meses.

La crisis podría tener una escalada con catastróficas consecuencias, ya que ambos países rivales tienen capacidad nuclear.

La declaración emitida al final del encuentro de tres horas, organizado apresuradamente el Día de la Independencia de Estados Unidos, compromete a Pakistán a adoptar "medidas concretas" para restaurar la Línea de Control, que el ejército paquistaní traspasó junto con guerrilleros mujaidines respaldados por Islamabad.

La declaración no establece expresamente un cese del fuego, pero indica que Clinton "urgió a un inmediato cese de las hostilidades".

De cierta manera, esto formaliza lo que Washington y el Grupo de los Ocho (G-8) países más poderosos pretendían que Pakistán hiciera, es decir, retirar incondicionalmente sus fuerzas del lado indio de la Línea de Control. Las fuerzas paquistaníes invadieron unos 200 kilómetros cuadrados de territorio indio.

Islamabad se resistió hasta ahora a esa exigencia, alegando en distintas oportunidades que no tiene relación con los guerrilleros invasores, que la propia Línea de Control no está claramente definida y que el repliegue debería vincularse a la resolución de la disputa de Cachemira, de 52 años de antigüedad.

Cachemira es el único estado de India de mayoría musulmana, y Pakistán lo reclama para sí. Ambos países ya se enfrentaron en guerra en dos ocasiones por esta causa.

Islamabad declaró públicamente que uno de los principales objetivos de la visita de Sharif a Estados Unidos era procurar una mediación internacional para la cuestión de Cachemira a cambio del retiro de sus fuerzas de la frontera.

India se opone a esa mediación e insiste en que todos los temas pendientes entre Nueva Delhi e Islamabad deben resolverse de manera bilateral. Por esa razón, el primer ministro indio Atal Vajpayee rechazó amablemente la invitación de Clinton a Washington.

Sharif no obtuvo ninguna promesa a cambio de las "medidas concretas" que deberá tomar para restaurar la Línea de Control, mucho menos el apoyo de Washington a su posición de que la cuestión de Cachemira debe internacionalizarse y resolverse mediante la mediación de un tercero o multilateral.

Todo lo que Sharif obtuvo fue el compromiso de Clinton de interesarse personalmente en la promoción de una rápida "reanudación e intensificación" de las conversaciones bilaterales entre India y Pakistán una vez que esté restaurada la Línea de Control.

Por otra parte, la cumbre marcó la dependencia de India de la mediación extranjera para que Pakistán respete la frontera de hecho y retire sus fuerzas.

Como sea que Nueva Delhi interprete palabras como "mediación", "intervención", "facilitación" o "promoción", la verdad es que sus gestiones diplomáticas del último mes consistieron en solicitar a grandes potencias, en especial Estados Unidos, que ejercieran presión sobre Pakistán.

Esto equivale a buscar su intervención, por más sutil e indirecta que sea. India no se opone a la resolución de bajo perfil del conflicto, centrada en Washington y con la participación de los tres países.

Vajpayee y sus colegas no sólo participaron en este proceso, de hecho buscaron el apoyo estadounidense para que Pakistán se retire de la Línea de Control.

Antes de la cumbre del G-8, celebrada el 19 de junio en la ciudad alemana de Colonia, Vajpayee le escribió a Clinton señalándole que está bajo presión para enviar al ejército indio a través de la Línea de Control con el fin de acorralar a los "intrusos" y vencerlos.

A pesar de sus mutuas concesiones, ni India ni Pakistán arribarán con facilidad a una solución que conforme a ambos. Sharif tendrá especial dificultad para "vender" y aplicar el acuerdo de Washington en su país.

El vínculo entre el retiro de las tropas y la aseveración de Clinton sobre su interés "personal" en promover el diálogo entre India y Pakistán es, en el mejor de los casos, tenue. Esto sólo tendrá lugar después de que se vuelva a respetar la Línea de Control.

Sharif también tuvo que aceptar que el diálogo bilateral con India sigue siendo la mejor opción para la resolución de disputas.

La oposición paquistaní seguramente interpretará la declaración del domingo como una "entrega", o sea el compromiso unilateral de retirar las fuerzas y renunciar a valiosos avances estratégicos.

De hecho, no sólo radicales extraparlamentarios como el Jamaat- i-Islami, sino también la ex primera ministra Benazir Bhutto advirtieron de una posible guerra civil en caso de que se retiren las tropas paquistaníes.

Las fuerzas de los mujaidines que participan en la operación de Kargil también sostienen que no responden a Islamabad. Estos grupos reciben fuerte apoyo de círculos del gobierno, sobre todo del ejército, y no queda para nada claro si están dispuestos a retirarse sin ofrecer resistencia.

Peor aún, si un sector importante del ejército se resiste a entregar a Kargil, Sharif podría encontrarse en un aprieto.

Sharif es uno de los más poderosos entre los primeros ministros civiles de Pakistán, pero no puede enfrentar la autoridad del ejército, el último árbitro de la política paquistaní.

La forma en que resuelva el cese de hostilidades y el retiro de soldados y mujaidines sigue siendo una interrogante. Como el comunicado de Washington no menciona fechas, existe la seria posibilidad de que las cosas se retrasen o se compliquen en los hechos.

El proceso hacia la paz tampoco será fácil en India. La oposición política, que hace dos meses derrotó a la coalición de gobierno liderada por el BJP en un voto de censura parlamentaria, desconfía profundamente de la creciente dependencia que demuestra el BJP hacia Washington con respecto de Kargil.

La oposición criticó las gestiones para entablar un proceso diplomático clandestino, el intento del BJP de politizar la cuestión de Kargil y de atraer a Washington refiriéndose a la amenaza común del fundamentalismo islámico.

El BJP es un partido hindú de derecha con una historia de inclinación proestadounidense durante la guerra fría que intentó explotar el nacionalismo xenófobo por el tema de Kargil.

El peligro es que los gobernantes de India y Pakistán podrían convertirse en víctimas de su propia propaganda política y quedar atrapados en la retórica violentista que desencadenaron. (FIN/IPS/tra-en/pb/rdr/mlm-aq/ip/99

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