El sol electrifica la aldea de San Ramón Centro, escondida en las montañas del sur de Honduras, en la primera etapa de un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) para toda América Latina.
"Conoceré la luz eléctrica antes de morir. Crecí con los fogones y nunca me imaginé que llegaría este momento", dijo Pablo Zambrano, uno de los 843 habitantes de esta remota aldea donde la concentración de energía solar es muy fuerte en horas de la mañana y el mediodía.
"Aquí nací, aquí crecí y me hice viejo. Hoy, con este proyecto de aldea solar, veo al fin lo que es la luz eléctrica, la cual me permitirá apreciar la belleza de esta aldea en las noches con claridad y no con candiles como ha sido la costumbre", agregó.
San Ramón Centro, en la sureña región de Choluteca, a unos 220 kilómetros de Tegucigalpa, fue escogida por Unesco para ensayar su proyecto piloto de aldeas solares en América Latina, con el propósito de mejorar la calidad de vida de las personas que habitan en regiones remotas donde la electricidad es una utopía.
Jorge Lagos, del departamento de Comunicación de Unesco en Tegucigalpa, dijo a IPS que las aldeas solares son un proyecto de la Organización de las Naciones Unidas aprobado en una asamblea de representantes en Harare en septiembre de 1996.
Con esta iniciativa, la agencia procurará "extender el desarrollo social y económico de la población" mediante la facilitación del uso de la energía solar a comunidades postergadas del mundo, comentó Lagos.
Unesco escogió San Ramón Centro debido a la alta concentración de energía solar en la zona y también porque en octubre y noviembre de 1998 la aldea fue afectada por el huracán Mitch, que en el sur de Honduras borró del mapa a varias aldeas y un municipio.
Paneles fotovoltaicos de cuatro kilovatios serán suficientes para dotar de luz a los centros educativos, la plaza central y el centro de Salud de San Ramón Centro.
El proyecto fue inaugurado por el presidente hondureño, Carlos Flores, quien agradeció a Unesco por escoger su país como modelo piloto de lo que llamó, "una ambiciosa y gratificante iniciativa a nivel latinoamericano".
"Los hondureños nos sentimos orgullosos y soñamos con ver instaladas muchas aldeas solares en todo el país para que ayuden al desarrollo de la nación y, sobre todo, a fomentar la educación y la cultura en los pueblos de difícil acceso", afirmó Flores.
El sistema de electrificación solar instalado en la aldea de San Ramón Centro funciona a través de paneles que durante el día captan la luz del sol y la convierten en energía eléctrica, que se acumula en baterías similares a la de los vehículos para distribuirla en las comunidades.
Los habitantes de San Ramón Centro cuentan desde ahora, por primera vez en su historia, con electricidad. La escuela fue dotada además con modernas computadoras, equipos de videos y otros que facilitarán su aprendizaje.
"Nunca había tocado una computadora. Escuché hablar de ellas, pero ahora sé como funcionan. Lo que más me agrada es que he aprendido a hacer muñequitos y otros dibujos que a mí me gustan", dijo Oscar Umanzor, de 10 años.
Unesco pretende que los niños, a través de técnicas educativas modernas, dejen atrás cualquier rastro de analfabetismo.
El proyecto permitirá dotar a San Ramón Centro de electricidad durante las seis horas en las cuales la concentración solar es mayor. Así gozarán de energía la escuela, el centro de salud, la iglesia y la plaza central.
Se prevé que esa energía se amplíe luego al resto de las casas de la aldea. Los habitantes creen que todo es cuestión de paciencia. "Lo que importa es que tenemos luz, la conocemos y sabemos como funciona", sostuvo Margarito Castillo.
En Honduras, donde la demanda de electricidad es muy alta y 40 por ciento de los que la reclaman no cuentan con ella, las aldeas solares se plantean como una solución, en particular en las áreas rurales, donde las carencias en materia de necesidades básicas son muy altas.
De momento, los habitantes de la aldea San Ramón Centro, una zona de difícil acceso por el mal estado de las carreteras y los abismos que le rodean, sus pobladores aprovecharon la luz para sentarse a conversar a la luz de las bombillas.
El proyecto de Unesco les permitirá saborear las primeras horas de la noche. La plaza central está alumbrada ahora por seis faroles, como si un milagro hubiera ocurrido en el lugar. (FIN/IPS/tm/mj/dv/99