Casi 500 niños y niñas fueron "botín de guerra" de la dictadura que entre 1976 y 1983 causó en Argentina la tragedia de los desaparecidos, 30.000 personas, según el cálculo de los grupos humanitarios, de destino aún no aclarado.
Secuestrados junto a sus padres o nacidos durante el cautiverio de sus madres, 55 entre aquellos niños han recuperado su identidad, tras ser localizados por las Abuelas de Plaza de Mayo.
Las Abuelas desarrollaron desde 1977, al principio bajo la amenaza de la dictadura y luego sin apoyo oficial, una tarea tan grande como el ansia por hallar a sus nietos, que aún está intacta, según asegura Estela de Carlotto, presidenta de la organización.
Carlotto, que sufrió el secuestro y asesinato de una hija embarazada de un varón, reivindica el aporte de los grupos de derechos humanos a la reconstrucción de la democracia en Argentina, aunque dice que "habrá que seguir abriendo caminos".
Abuelas de Plaza de Mayo propició la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos -que prueba la filiación de personas cuya identidad está en duda- y la Comisión por el Derecho a la Identidad, y apoyó la sanción de numerosas leyes en beneficio de la infancia, la adolescencia y la juventud.
"Queremos dejar todo preparado para cuando ya no estemos", explica Carlotto, en nombre de su grupo.
En los últimos dos años, su empeño en la recuperación de niños desaparecidos llevó a las Abuelas a iniciar una querella penal contra los ex comandantes de la dictadura, que en 1989 fueron indultados y abandonaron la cárcel en la que se hallaban por sentencia judicial.
El delito del que se los acusa ahora es la 'apropiación de menores', que no prescribe, pues la mayoría de las miñas y niños secuestrados no han reaparecido.
IPS: ¿Cómo repercutió en la sociedad argentina el secuestro de niños y niñas durante la dictadura?
CARLOTTO: En estos 22 años de trabajo institucional de Abuelas de Plaza de Mayo, que comenzó con miedo, sin saber qué hacer, simplemente golpeando puertas, la agrupación fue creciendo y también su impacto en la sociedad.
Antes del surgimiento de las organizaciones de madres y abuelas, en Argentina parecía que "no había desaparecidos" y mucho menos niños desparecidos.
Cuando me entregaron el cuerpo de mi hija, el 24 de agosto de 1978 -en plena dictadura-, y pregunté por el bebé de ella, el subcomisario de la policía a cargo del trámite me dijo: "¿Qué bebé?". La respuesta del Estado terrorista fue negar, decir que no hubo desaparecidos ni niños secuestrados.
Para demostrar lo contrario, las Abuelas tuvimos que trabajar duramente e ir haciendo "aparecer" a nuestros chicos.
Y entonces este delito (el secuestro de hijos de desaparecidos), que tuvo en Argentina una dimensión entonces inédita en el mundo, fue reconocido internacionalmente, y tambien en este país. Hoy día nadie discute que los niños secuestrados tienen derecho a su identidad y que fueron utilizados durante la dictadura como botín de guerra.
Así es que la sociedad nos cree, nos respeta, y nos llaman a dar a conocer nuestra experiencia y nuestra metodología, tanto de universidades como de asociaciones de mujeres -para conocer como reaccionamos las madres y abuelas frente a semejante despojo-, y también de sociedades científicas tradicionalmente cerradas, como la Academia Nacional de Medicina o la Sociedad de Pediatría.
Hoy podemos decir que tenemos las puertas abiertas en todos los lugares en que se quiere reparar lo ocurrido. Por supuesto, siempre hay sectores de derecha que se enfrentan a nosotros o que siguen negando lo que pasó, pero son una minoría.
IPS: ¿De qué manera contribuyeron las organizaciones de derechos humanos a transformar la sociedad y la política en la Argentina de fines de siglo?
CARLOTTO: Hay ocho organizaciones históricas. Alguna nació antes, pero la mayoría surgió como consecuencia de la dictadura. Tuvimos entonces el rol espontáneo que nos daba el hecho de ser familiares de víctimas reunidos para saber qué fue de ellas.
Estas organizaciones se fueron afianzando con el ingreso de personas de distintos grupos políticos e ideológicos, de diferente extracción social y credo religioso. Fueron grupos conformados por la desesperación y el dolor, pero que se consolidaron al incorporar personas de otros ámbitos, no necesariamente familiares (de desaparecidos).
Juntos reivindicamos el derecho a la verdad que asiste a los familiares, conseguimos eliminar el agravio que significaba para un hijo de desaparecidos hacer el servicio militar, y logramos también la creación de la figura jurídica del desaparecido. Ahora, en todos los registros civiles del país hay libros de nacimientos, de defunciones y de desaparecidos.
Al no tener una respuesta plena sobre qué pasó y quiénes fueron los culpables, y al no haber condenados purgando sus culpas, nosotras seguimos trabajando. Por eso no sabemos hasta cuándo. Será para toda la vida… Siempre quedará quien reclame. Por razones de edad no seremos nosotras, pero alguien quedará.
IPS: ¿Siente usted que haya declinado la fuerza del reclamo por los desaparecidos y sus hijos después de tantos años?
CARLOTTO: No, en ningún momento. Hubo esperanzas en 1983, con el advenimiento de la democracia y el juicio a los comandantes, que se frustró con las leyes de amnistía y el indulto (a los ex dictadores sentenciados). Pero nosotras nos propusimos seguir abriendo brechas, reafirmando la democracia y luchando para que la justicia tome nuestros casos. (SIGUE/2-E