"Espero que esto no arruine su día de negocios", fueron las últimas palabras que pronunció un inversor perturbado antes de abrir fuego y matar a nueve personas en dos firmas financieras en Atlanta, Estados Unidos.
Las balas que disparó el jueves Mark Barton, un ex químico de 44 años, con dos pistolas, también hirieron a 12 personas y reavivaron el debate sobre las armas de fuego en este país.
Barton se suicidó después de la matanza del jueves, pero el martes y el miércoles había matado a su esposa y dos hijos golpeándolos en la cabeza con un martillo, informó la policía.
Los asesinatos sucedieron tres meses después de que dos alumnos de la escuela secundaria Columbine, en el estado de Colorado, mataron a tiros a 12 de sus compañeros y a un profesor antes de suicidarse.
"Estas son tragedias incalificables", dijo el alcalde de Atlanta Bill Campbell, tras los homicidios del jueves, pero sus palabras también se pueden aplicar a la última ola de tiroteos ocurridos en este país.
Tras la masacre de Columbine el 20 de abril, políticos intentaron tranquilizar a la opinión pública prometiendo mayores restricciones a las armas de mano y otras medidas para impedir futuros baños de sangre.
Pero cuando Barton protagonizó las muertes del jueves, esas gestiones ya habían perdido vigor.
Tras las muertes en Columbine, el presidente Bill Clinton solicitó al Congreso que elevara la edad legal para portar armas a 21 años, que se investigaran los antecedentes de las personas que compran pistolas en "exposiciones de armas" rurales, y que se sancione a los padres cuyos hijos cometen asesinatos con armas de fuego.
Encuestas realizadas tras la masacre de Columbine revelaron que dos tercios del público apoyaba las medidas pedidas por Clinton.
Pero la Asociación Nacional del Rifle (NRA), un poderoso grupo de presión en este país, soportó con facilidad la publicidad adversa y su presidente, el actor Charlton Heston, declaró que era vital que los estadounidenses tuvieran derecho a portar armas.
Heston calificó las matanzas en Atlanta como la obra de un "adulto inadaptado".
Legisladores defensores de la NRA limitaron la efectividad de la legislación para restringir las ventas en las exposiciones de armas, con la ayuda de la mayoría del opositor Partido Republicano en el Congreso.
El proyecto de ley resultante fue derrotado, en gran parte por legisladores del gobernante Partido Demócrata, el mes pasado.
La masacre de Columbine provocó una "guerra cultural" dirigida contra los videojuegos violentos y la música nihilista, a los que eran adeptos los asesinos adolescentes Eric Harris y Dylan Klebold.
Desde entonces, legisladores conservadores al frente de esa guerra cultural intentan prohibir videojuegos excepcionalmente violentos como "Doom", y exigen mayor censura en las películas.
Sus argumentos se fortalecieron el fin de semana pasado tras el festival de música Woodstock 99 en la localidad de Roma, Nueva York, donde al menos cinco mujeres denunciaron haber sido violadas durante los tres días del espectáculo en que se sucedieron actos de violencia.
Pero el tiroteo de Atlanta no tiene mucho que ver con esa guerra cultural.
Los amigos y colegas de Barton, quien se convirtió en un "especulador diario", o sea que compraba y vendía acciones en el día, lo consideraban amistoso y divertido.
Algunos medios de comunicación interpretan que el ataque armado de Barton con dos pistolas de nueve y 45 milímetros de calibre se originó en la tensión que le causó la especulación financiera. Pero el pasado del homicida prueba que era inestable incluso antes de que sus acciones tuvieran dificultades.
Antes de atacar a sus colegas inversores, Barton asesinó a su familia en su casa suburbana. Este hecho llevó a la policía a preguntarse si también había matado a golpes a su primera esposa y su suegra en 1993, como se había sospechado.
De ser así, la masacre de Barton no se puede explicar como algo aislado, sino como parte de una tendencia asesina.
A la vez, podría hacer que los legisladores vuelvan a preguntarse cómo es que personas tan peligrosas pueden adquirir armas de alta potencia.
Estados Unidos es conocido por tener algunas de las leyes sobre tenencia de armas más liberales en el mundo industrializado. Pero la reacción del público tras la masacre de Columbine al menos llevó a los políticos a tomar algunos pasos para restringir la venta y la posesión de pistolas.
En California se prohibieron algunos tipos de armas de fuego, lo cual fue bien recibido por quienes defienden el control de la tenencia, ya que muchas leyes estatales sólo prohíben modelos de pistolas y permiten la venta de otras similares.
En Colorado, los legisladores derrotaron varios proyectos de ley que pretendían liberalizar las leyes sobre tenencia de armas.
Algunos legisladores demócratas en el Congreso propusieron un "período de espera nacional" para la entrega de las armas de mano, para que los compradores no se aprovechen de las normas en estados donde se hace sólo una verificación superficial de sus antecedentes antes de la venta.
Según datos de la NRA, Georgia, el estado donde tuvo lugar la matanza del jueves, es uno de varios que no exige un permiso para las personas que quieren comprar armas, aunque sí lo exige para portar pistolas ocultas. (FIN/IPS/tra-en/fah/mk/aq/ip/99