Las sesiones de 1999 de la Conferencia de Desarme, malogradas por la guerra de Kosovo, terminarán en el fracaso a menos que surjan a último momento muestras de flexibilidad de los bloques enfrentados, evaluaron fuentes negociadoras.
Las declaraciones públicas de los negociadores pintaron un cuadro sombrío de las perspectivas de la Conferencia, que ya arrastra la experiencia negativa de 1998, cuando las discusiones se atascaron debido a los ensayos nucleares de India y Pakistán.
Markku Reimaa, representante de Finlandia, expuso la "grave preocupación" de su país por el estancamiento y diagnosticó que la Conferencia de Desarme atraviesa "un momento crítico".
Pero otros negociadores, como el representante de Brasil, Celso Amorim, estimaron que todavía existe algún margen para el optimismo.
En fuentes también vinculadas con la Conferencia que pidieron el anonimato se aseguró que la delegación de Estados Unidos aguarda instrucciones de Washington que pueden favorecer algunos progresos.
La presidencia de turno de la Conferencia, a cargo del representante de Argentina, Guillermo González, informó de que prosiguen los contactos bilaterales y multilaterales entre los 61 estados partes del organismo.
El fuerte bombardeo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, encabezada por Estados Unidos, sobre Yugoslavia a raíz del conflicto en la provincia serbia de Kosovo duró 11 semanas, del 24 de marzo al 11 de junio, lo que obstaculizó la labor de la Conferencia.
Para la próxima sesión, el 5 de agosto, "confío disponer de una visión más clara de la situación en que nos encontramos", declaró González a la asamblea plenaria de la Conferencia.
El organismo ya convino los puntos del orden del día, entre los que sobresalen el desarme nuclear, la prohibición de producción y exportación de material fisible, la prevención de la carrera armamentista en el espacio ultraterrestre y la incorporación de nuevos miembros.
Pero, como en años anteriores, la Conferencia no consigue acuerdo en torno a la forma de ejecución de ese mandato durante el actual período anual de sesiones, que concluirá el 8 de septiembre en Ginebra.
La divergencia más profunda se verifica alrededor del desarme nuclear y opone al bloque occidental con el Grupo de los 21 (G- 21), que reúne a los países no alineados.
El G-21 reclama la constitución de un comité especial con mandato para iniciar negociaciones encaminadas hacia el desarme nuclear.
Los occidentales comparten una iniciativa presentada por Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y Noruega, que auspicia el establecimiento de una comisión ad hoc con la misión más limitada de ocuparse del intercambio de opiniones y de información sobre el desarme nuclear.
El vicecanciller de Ucrania, Olexandre Chalyi, lamentó en la sesión de este jueves que la Conferencia todavía no haya aprobado las resoluciones para organizar sus tareas a pesar de que se han presentado varias iniciativas.
La persistencia del estancamiento "es intolerable", manifestó el diplomático ucraniano.
Los países que sostienen posiciones moderadas "ya comienzan a desinteresarse de las negociaciones entre estados con posiciones rígidas e irreconciliables", previno Chalyi.
Algunas de las razones de la paralización se relacionan con "ciertas deficiencias estructurales" de la Conferencia, observó el representante de Sudáfrica, George Nene.
Amorim reconoció que "hay mucho que decir sobre la estructura de la Conferencia", que peca de "excesiva formalidad".
El organismo está obligado a discutir cada año un nuevo orden del día y el plan de trabajo consiguiente, criticó el representante brasileño.
Pero los aspectos procesales dependen de las cuestiones políticas. Será necesario un avance en las discusiones políticas "para que podamos cambiar la estructura" de la Conferencia, advirtió Amorim.
La Conferencia necesita transparencia, reformas de sus procedimientos y mayor democratización, prescribió Neme. Pero de todos modos, cualesquiera sean los cambios, solo la voluntad política permitirá avanzar en las negociaciones, dijo.
Amorim estimó que la Conferencia debe prepararse para aprovechar eventuales modificaciones en el panorama internacional como, por ejemplo, una mejora en las relaciones entre China y Estados Unidos o un avance entre India y Pakistán.
La Conferencia de Desarme atraviesa una situación más compleja que las crisis de identidad que la aquejaron en el pasado, evaluó Amorim, ex ministro de Relaciones Exteriores de Brasil.
El organismo se desenvuelve en un escenario que acaba de dejar atrás una guerra y que afronta cuestiones geopolíticas intrincadas como la cuestión de la utilización del espacio ultraterrestre con fines armamentísticos, mencionó. (FIN/IPS/pc/mj/ip/99