La iniciativa privada en Cuba sigue sujeta a un fuerte control gubernamental, pese a las reformas económicas vigentes desde 1994 que dieron espacio al ejercicio del trabajo por cuenta propia y a algunos negocios familiares.
"Todo está concebido para acabar con nosotros", afirmó Angel García, de 69 años de edad y dueño de un pequeño estudio fotográfico que pudo instalar, luego de jubilarse, al amparo de un decreto ley de 1993 relativo a la ampliación del trabajo por cuenta propia.
El temor de García, razonable o no, es compartido por muchos "cuentapropistas" que se quejan del rigor de las inspecciones gubernamentales, de las limitaciones que enfrentan para ejercer su oficio y de los impuestos que reducen considerablemente sus ganancias.
Según los últimos datos estadísticos disponibles, en la actualidad hay aproximadamente 160.000 trabajadores independientes. En 1995 había registrados 208.346, y en 1976 eran 171.861.
Esa cifra no incluye a unos 11.000 transportistas (camioneros y taxistas) y a unos cuantos miles de campesinos dueños de pequeñas propiedades. En ambos casos se trata de actividades que estaban habilitadas antes de las reformas de los años 90.
También habría que añadir a unas 6.000 personas dedicadas al alquiler de viviendas o habitaciones, autorizado y regulado en mayo de 1997, y a los creadores independientes, entre quienes hay unos 6.000 artistas plásticos.
Fuentes oficiales afirmaron que la reducción en el cuentapropismo se debe a la recuperación económica del país y al mayor control sobre las actividades permitidas en esta modalidad de trabajo.
Pero García insistió en que el exceso de prohibiciones y la falta de materia prima y equipamiento para trabajar hacen que muchas personas no se sientan estimuladas a caminar fuera del paraguas protector del Estado, "que en definitiva paga un salario, seas o no productivo".
"Los cuentapropistas aportan uno por ciento del presupuesto nacional", aunque "el efecto económico no es lo que más nos interesa, sino que haya orden y estas personas contribuyan", aseguraron directivos del Ministerio del Trabajo.
La actividad individual privada puede ejercerse en 157 ocupaciones, y 16 de ellas reúnen alrededor de 74 por ciento de los registrados.
Lilia Nuñez, una socióloga del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, indicó en un estudio que entre los oficios más ejercidos están el de "elaborador, vendedor de alimentos y bebidas al detalle" (16,6 por ciento), y el de "elaborador, vendedor al detalle en punto fijo" (5,7 por ciento).
Entre esas dos actividades (vinculadas con los pequeños restaurantes de hasta 12 sillas que la población llama "paladares", y con la venta de café, jugos y otros alimentos ligeros), se ubicó la "ayuda familiar" (colaboración con otros trabajadores de la familia), que ocupa a 8,6 por ciento.
Otras tareas mencionadas entre las 16 más frecuentes fueron las de cochero (5,7 por ciento), mensajero (5,1), carpintero (4,0), chofer de auto de alquiler (3,8), peluquera (2,8), zapatero remendón (2,1) y transportsta de cargas en triciclo o bicicleta (1,7 por ciento).
Según estimaciones internacionales, por cada trabajador independiente registrado existen, como promedio, otros 3,5 que no lo están, incluyendo a los ayudantes de los primeros que pertenecen a sus familias.
Si en Cuba se verificara esta relación, habría unas 600.000 personas que trabajan por su cuenta y no dependen del Estado para su sustento.
Una resolución conjunta del Ministerio de Finanzas y Precios y del de Trabajo y de Seguridad Social, adoptada en 1998, introdujo una serie de limitaciones al ejercicio de oficios en forma independiente, modificando el decreto ley 141, de 1994.
Por una parte, esa resolución dejó claro el carácter coyuntural del trabajo por cuenta propia, ya que facultó a las autoridades correspondientes a suprimir el "ejercicio de alguna actividad" cuando haya "causas que así lo aconsejen".
Además, se limitó el rango de personas que pueden ejercer alguno de los oficios permitidos, y se indicó que la "ayuda familiar" sólo podía brindarse para la elaboración y venta de alimentos y bebidas alcohólicas.
Asimismo, se descartó definitivamente la posibilidad de permitir que se formaran asociaciones de cuentapropistas, que al parecer fue estudiada en algún momento por las autoridades.
A principios de este año, el ministro cubano de Economía y Planificación, José Luis Rodríguez, rechazó la posibilidad de estimular la pequeña y mediana empresa privada, alegando que ello no resultaría conveniente para los intereses económicos y políticos del país.
"No tenemos por qué copiar otras experiencias, resultado de condiciones que no poseemos", afirmó Rodríguez, en cuya opinión el interés "de los enemigos de la revolución es propender a la creación de una clase capitalista a la sombra de las pequeñas y medianas empresas".
Durante los años 60, en los comienzos del gobierno revolucionario encabezado por Fidel Castro, hubo un sector privado formado fundamentalmente por comerciantes, trabajadores del área de los servicios y pequeñas industrias.
Las nacionalizaciones de marzo de 1968 borraron del escenario a ese tipo de actividades, y junto al predominio del sector estatal en todas las ramas de la economía sobrevivió solamente un pequeño islote privado en las áreas del transporte y la agricultura. (FIN/IPS/pg/mp/if ip/99