El presidente de Cuba, Fidel Castro, mostró disposición a sellar con Estados Unidos un acuerdo sin condiciones contra el narcotráfico, lo cual podría marcar un avance importante tras los cautelosos y controvertidos pasos bilaterales dados en la materia hasta ahora.
"No pedimos ni siquiera el cese del bloqueo como condición", dijo Castro al hacer pública una conversación sobre narcotráfico y otros asuntos que sostuvo en La Habana con un legislador estadounidense a principios de junio y cuyo nombre evitó revelar por "discreción".
En un discurso de más de cuatro horas que concluyó al filo de la madrugada de este martes, el mandatario acusó a exiliados de ultraderecha residentes en Miami conducidos por la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) de sabotear cualquier intento de colaboración antidrogas entre La Habana y Washington.
A mediados de junio, funcionarios de ambos países realizaron en La Habana una reunión de carácter técnico para mejorar los esfuerzos para combatir el narcotráfico.
Esa reunión, de la que no trascendieron detalles, recibió el rechazo airado de legisladores estadounidenses de origen cubano, cuya presión fue, al parecer, decisiva en la determinación gubernamental estadounidense de investigar posibles vínculos entre el gobierno de Castro y el narcotráfico.
El diario El Nuevo Herald, que se edita en español en Miami, aseguró la semana pasada que la Casa Blanca ordenó examinar todos los datos sobre Cuba en poder de media docena de organismos del gobierno estadounidense, desde el la agencia antidrogas (DEA) hasta la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
"Es una gran tontería que el gobierno de Estados Unidos, por miedo a la gritería de los grupos de Miami, no llegue a un acuerdo con nosotros a cambio de nada", consideró Castro en el acto de conmemoración del asalto al cuartel Moncada en 1953, que dio inicio a la Revolución Cubana triunfante en 1959.
En su opinión, "la mafia de Miami y sus aliados en el Congreso" legislativo estadounidense lograron retrasar varios meses un entendimiento entre La Habana y Washington en esa área, "algo tan necesario, imprescindible y beneficioso para la sociedad" del país norteamericano.
Cuba ha firmado acuerdos de colaboración contra el narcotráfico con 23 países de América Latina, Europa, Africa y Asia, y coopera con otras 13 naciones con las cuales no existen convenios.
Castro definió a su país, por su posición geográfica, como el punto más estratégico del hemisferio occidental para combatir el narcotráfico, ya que la zona del canal de las Bahamas es preferida en el tránsito hacia Estados Unidos, el mayor mercado mundial para las drogas.
Estados Unidos debería ser uno de los más interesados en poner fin a este tráfico ilegal, porque 30 por ciento de la cocaína que llega a su territorio procedente de Colombia pasa por el Caribe, agregó.
Entre 1970 y 1999 han sido arrestados 693 narcotraficantes extranjeros, y entre 1970 y 1990 fueron apresadas y confiscadas 30 aviones y 73 barcos, 84 con matrícula de Estados Unidos.
El parlamento cubano endureció en febrero las sanciones previstas para el narcotráfico. Las modificaciones al Código Penal establecen penas hasta de muerte para los casos más graves.
"No hay país más transparente en su conducta", subrayó Castro al defender a Cuba como "el único punto donde realmente se puede controlar" el tráfico de drogas.
De acuerdo con las palabras de Castro, un probable acuerdo de cooperación con Estados Unidos en ese campo requiere "una conversación seria entre ambos países" y sólo puede concebirse "sobre bases recíprocas".
El mandatario reclamó a las autoridades estadounidenses a definir qué tipo de colaboración desean, la cual podría ser modesta, mayor y más eficaz, e incluso integral. En el último caso, se requerirían medios técnicos fuera del alcance de Cuba.
"Estamos dispuestos a cualquiera de esas formas de cooperación. Si no les interesa, seguimos nosotros solos", aseguró Castro, para quien el combate al narcotráfico es un "deber nacional" y de interés internacional.
Castro definió como "modesta" y limitada a casos concretos la colaboración existente hasta el momento, pues el gobierno estadounidense se ha negado por "razones políticas" a establecer un acuerdo para un programa serio y sistemático.
En 40 años de enemistad, las cuestiones migratorias han sido las únicas que lograron sentar a Washington y La Habana a la mesa de negociaciones que concluyeron, tras un laborioso proceso de negociaciones, con los acuerdos de 1994 y 1995.
Castro afirmó que esos convenios también son blanco de los grupos anticastristas de Florida, que abogan por medidas extremistas e intentan "provocar un conflicto, incluso una guerra".
El mandatario habló en Cienfuegos, unos 250 kilómetros al este de La Habana, en ocasión del 46 aniversario del asalto al cuartel Moncada, revés militar que, sin enbargo, le permitió fortalecer el movimiento insurreccional que lo llevó al poder en enero de 1959.
En su discurso trasmitido a todo el país por cadena de radio y televisión, el mandatario dijo que su país ha sido víctima de una guerra sucia a lo largo de 40 años.
En ese sentido, defendió el derecho que asiste a Cuba en la demanda judicial por daños humanos interpuesta contra el gobierno de Estados Unidos, que desde el viernes está listo para sentencia.
Castro también enjuició severamente el desarrollo de los juegos panamericanos de Winnipeg y denunció que en éstos se realizan diversas maniobras para entorpecer los éxitos deportivos de la isla. (FIN/IPS/pg/mj/ip/99