Un gobernador fue detenido por aceptar sobornos en Corea del Sur, pero la población, cansada de la corrupción, tiene más interés en saber qué ocurre con un asesino y ladrón al que los medios de comunicación califican de "Robin Hood" coreano porque sólo roba a los ricos.
Lim Chang-Yuel, gobernador de la provincia de Kyonggi, integraba hasta febrero del año pasado el gobierno nacional, y ahora se encuentra en la cárcel, al igual que el popular criminal Shin Chang-won.
El funcionario, arrestado la semana pasada porque habría aceptado 100 millones de wons (83.000 dólares) de soborno, fue viceministro de Economía y Finanzas durante el gobierno de Kim Young Sam.
Lim fue quien negoció un préstamo de emergencia de 58.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional, a fin de paliar la crisis económica, y también presionó para que se hiceran reformas en los sectores bancario y empresarial.
Aunque se niega a dejar su cargo al frente de la provincia situada 30 kilómetros al oeste de Seúl, la población prefiere saber lo que sucederá con el "Robin Hood de Corea del Sur", que habría robado a sus ricas víctimas cerca de 500 millones de wons (415.000 dólares) en efectivo y en joyas.
Shin escapó hace dos años de la prisión donde cumplía una cadena perpetua por asesinato.
Para algunos analistas, la diferencia de intereses de la opinión pública respecto de los dos hombres se debe a que las historias de políticos corruptos ya son un lugar común en este país.
"Es deplorable que nuestra sociedad esté tan acostumbrada a que los políticos acepten sobornos que ya no parece importarle cuando suceden cosas como la del gobernador de Kyonggi", comentó Kim June-Ho, un profesor universitario.
Otros creen que la admiración que despierta Shin indica un cambio más profundo de la sociedad.
"Debe pasar algo malo para que ciertas personas conviertan a Shin Chang-won, que no es más que un ladrón, en un héroe", rezaba un editorial del diario conservador Chosun Ilbo.
Esa actitud se debería a que Corea del Sur se está convirtiendo en un "país 20:80", donde 20 por ciento de los 45 millones de habitantes vive bien y 80 por ciento es pobre, señalaron observadores.
Aquéllos que están mejor económicamente ganan cada vez más dinero, mientras la situación de los pobres empeora cada día, lo cual empeora las cosas, explicaron.
Ese es el motivo por el cual la historia de Shin cautivó a la opinión pública. El célebre ladrón hizo realidad los deseos de muchos coreanos, sostienen los analistas.
"El problema es que (los más pobres) pueden sentir que la sociedad es injusta y por lo tanto, volverse hostiles hacia los ricos", comentó Shin Kwang-Young, otro profesor universitario.
La brecha social puede verse en las cifras oficiales. El gobierno anunció que la economía del país crecerá entre seis y siete por ciento este año, pero 1,74 millones de personas viven de los subsidios estatales, una cifra sin precedentes en la historia del país.
"Ahora, el mundo parece funcionar mejor que antes de la crisis (que empezó hace dos años), lo cual me hace sentir más solo y traicionado", comentó un ex director de proyectos de un instituto privado de investigación que está desempleado desde hace meses.
Una ayudante de cocina de un restaurante que además trabaja medio horario como empleada doméstica, también muestra cierto resentimiento hacia aquellas personas que parecen tener la vida arreglada.
"Me indigné cuando en una casa donde yo trabajaba escuché a la señora decir que había ganado varios millones de wons invirtiendo en la bolsa nacional", recuerda.
Sentimientos similares podrían sentir estudiantes y trabajadores que deben saltearse el almuerzo para ahorrar dinero, mientras la minoría de ricos frecuenta los restaurantes de lujo.
Los padres y madres que se vieron obligados a dejar a sus hijos en una guardería para salir a trabajar tampoco festejan cuando se enteran de que la venta de equipos de golf está en alza y que aumentó la demanda de grandes apartamentos y autos lujosos.
Por lo tanto, para muchos no es sorprendente que la gente simpatice con el ladrón en lugar de compadecerse de sus víctimas, ni que toda la atención se vuelque sobre Shin en vez de sobre Lim, el gobernador corrupto.
Muchos están preocupados porque el desprecio de la gente no se vuelca sobre Shin sino sobre quienes figuran en "la lista de Shin" donde el ladrón anotó los nombres de las víctimas y el monto de sus robos.
La indiferencia hacia la presunta corrupción del gobernador Lim inquieta a muchos observadores porque podría ser una señal de desconfianza pública en las autoridades y en el Estado en general. (FIN/IPS/tra-en/ap-dv/amy/cb/ceb/aq/ip-pr/99