Con más de 500 años de historia, el barrio de Tepito de la ciudad de México sobrevive y muestra en exposiciones y talleres cómo se fraguó en sus calles la más representativa cultura urbana de la capital, incluida la leyenda negra sobre el crimen organizado que se incrustó en sus entrañas.
Conferencias y obras de teatro narran además la vida del que fuera barrio indígena, miserable arrabal colonial, donde han vivido y trabajado talentosos artesanos y comerciantes de prácticamente todo artículo legal e ilegal.
Desde hace dos meses, el Museo de la Ciudad de México permite observar de cerca un estilo de vida que se declara orgulloso de existir y que "trata de defender su arraigo, su identidad y su cultura", dijo a IPS Alfonso Hernández, presidente del Centro de Estudios Tepiteños (CET).
Desde 1984, esa agrupación documenta la historia del barrio donde vivió y escribió "Los hijos de Sánchez" el escritor estadounidense Oscar Lewis, cuya novela escandalizó al mundo hace más de 40 años al descubrir la intimidad de una típica familia tepiteña.
Sus habitantes, sin embargo, poseen "una estructura social que los define" más allá del estereotipo de "Los hijos de Sánchez" y que se recrea en su cultura, lenguaje y en el trabajo, principalmente, indicó Hernández.
Tepito, sobreviviente de la gran Tenochtitlan y de la ciudad que ha sido capital de virreinatos, imperios y repúblicas, dio su nombre a una calle en la ciudad francesa de Lyon.
A mediados de la década pasada, grupos artísticos tepiteños como Arte Acá, Los ñeros de Tepito y Populart mantuvieron un intenso intercambio cultural con organizaciones francesas.
Desde hace más de un siglo, Tepito vive de su "tianguis", un inmenso mercado que ocupa hasta el último pedazo de calle para ofrecer a los miles de compradores que lo visitan a diario desde objetos viejos hasta los más modernos aparatos electrónicos.
A ocho calles del centro histórico capitalino, los tepiteños fundaron un barrio propio de artesanos, comerciantes y prestadores de servicios que ofrecen sus mercancías pero se resisten a vender su fuerza de trabajo a la industria.
Los tepiteños producen botas, lujosas sillas de montar, herraduras, picos, martillos y todo tipo de herramientas. Pero también tienen fama como "recicladores" de casi cualquier producto de desecho.
En Tepito "se expende todo viejo, ropa, calzoncillos, zapatos y trapos sumamente sucios en barracas rodeadas de agua estancada y corrompida y desechos de toda especie en estado de descomposición", refiere una crónica de 1906.
Los artesanos y comerciantes comenzaron hace más de 25 años a vender "fayuca", como se denomina al contrabando de todo tipo que hacen las delicias de los capitalinos ávidos de pagar por un producto la mitad de su precio en un comercio formal.
A raíz del más destructivo terremoto ocurrido en México en los últimos 300 años, la capacidad productiva de los tepiteños dio marcha atrás, de modo que el "tianguis se convirtió en la única bujía económica con la que sobreviven", señaló Hernández.
La cultura que nació en los patios de las casonas coloniales convertidas en viviendas y talleres se encuentra amenazada: actualmente, muchos vecinos optaron por arrendar sus casas como bodegas de "fayuca".
Además, la delincuencia que ha caracterizado siempre al llamado "barrio bravo" de Tepito derivó en el auge del tráfico de droga y armas, así como de productos robados, falsificados o "pirateados".
La inseguridad ha caracterizado siempre a Tepito, pero "lo nuevo es su papel destacado para el crimen altamente organizado y extremadamente violento", dice un estudio sobre la delincuencia en la capital mexicana, que arroja 18 víctimas mortales al día.
Esa zona es uno de los "santuarios de la impunidad en donde los delincuentes operan a sus anchas con escasas o nulas molestias", añade.
Las autoridades judiciales locales aplican desde diciembre de 1997 el Plan Tepito para combatir la venta ilegal de armas y drogas, y confiscar mercancía robada instalada en bodegas clandestinas.
Como resultado de la operación, fueron capturado siete de los principales distribuidores de droga de la ciudad y se confiscó mercancía de importación, la mayoría robada o falsificada, por valor de 600.000 dólares, según datos oficiales hasta mayo.
México es uno de los países latinoamericanos donde las empresas de Estados Unidos registran mayores pérdidas a causa del mercado negro, según un estudio de la International Intellectual Property Alliance de ese país.
En 1997, varias firmas estadounidenses dejaron de percibir más de 425 millones de dólares debido a la "piratería".
Tepito "terminó por convertirse en un laboratorio socioeconómico de la delincuencia", entre otras razones porque "el sistema propicia una economía subterránea involucrada con el crimen y el narcotráfico", comentó Hernández.
El barrio, ubicado en una zona que día a día incrementa su valor, ha sido objeto de proyectos inmobiliarios que "pretenden desarticular su añeja trama social", dice el director del CET.
Hace un siglo, sus terrenos prácticamente no tenían valor debido a las frecuentes inundaciones y hasta las primeras décadas de este siglo carecía de agua potable, drenaje y alumbrado público.
Sin embargo, "el obstinado barrio de Tepito sigue ahí, como uno de los principales enclaves culturales de los que se nutre la ciudad".
Las plazas, templos y calles tepiteñas, algunas célebres porque nadie se salva de ser asaltado al pasar, se abrieron a los turistas capitalinos, convocados por el Museo de la Ciudad de México a visitar "un tianguis distinto, más sentimental", donde ese barrio es un "objeto invendible". (FIN/IPS/pf/ag/ip/99