/Ciudades de América Latina/ CHILE: Santiago, territorio de alta neurosis

Un cuarto de la población adulta de la capital de Chile sufre de algún tipo de trastornos mentales, lo cual hace que sea una de las ciudades más golpeadas por el llamado "costo de la modernidad".

Graciela Rojas y Ricardo Araya, médicos del Departamento de Siquiatría de la Universidad de Chile, establecieron a través de un minucioso estudio que casi 810.000 santiaguinos entre 15 y 64 años forman parte del universo capitalino de las neurosis.

El resultado se obtuvo a través de una muestra de 4.000 personas, a quienes se aplicó una encuesta especializada, y con el análisis de consultas médicas de los años 1996 y 1997 asociadas a alteraciones mentales.

Los psiquiatras hablan actualmente de "desórdenes de ansiedad y del ánimo" para caracterizar a las formas de neurosis que no implican perder la noción de la realidad, como la esquizofrenia, pero sí significan estados de insatisfacción.

El paisaje urbano de Santiago, con casi cinco millones de habitantes, muestra crecientemente a transeúntes de gesto hosco y poco sociable, encerrados en si mismos, desconfiados del resto y cada vez menos proclives a las relaciones sociales.

En las largas congestiones de vehículos se observa igualmente a conductores poseídos por la impaciencia y que descargan su nerviosismo en la bocina del automóvil o arremetiendo con insultos y gestos obscenos a otros conductores.

La contaminación ambiental que sufre esta capital es identificada como una de las causantes del estrés permanente de gran parte de su población, que debe soportar a la vez eternos viajes en ómnibus o automóviles para llegar a su destino.

El ambiente competitivo en los centros de estudio y trabajo genera estados de compulsión y angustia y da pábulo al afán de ser más que el otro, con su secuela de consumismo que fomenta el endeudamiento y renueva las alteraciones mentales.

El incremento de la delincuencia y la drogadicción, propio de las grandes ciudades, provoca inseguridad en los ciudadanos, que viven bajo estados de desconfianza permanente no sólo ante los desconocidos sino incluso frente a sus vecinos.

Gonzalo Duarte, alcalde de La Florida, el mayor municipio de Santiago, se queja de que la gente se deja poseer por el temor y le regala la calle a la delincuencia, "porque se encierra en sus casas con alarmas y barrotes en las ventanas".

Prisioneros en sus propias viviendas, los santiaguinos han hecho desaparecer las redes sociales a nivel barrial que son una gran protección contra los problemas mentales, dijo el sociólogo Antonio Pozo a la revista Qué Pasa.

Las condiciones de vida en la propia vivienda, contrastadas con los mundos que muestra la televisión como única ventana al exterior, contribuyen también a los disturbios psiquiátricos, incrementando el alto porcentaje de neurosis.

Este alto costo de la modernidad distribuye de manera diversificada las enfermedades mentales, que tienen sus mayores grados de incidencia en las mujeres, los adultos jóvenes y los pobres, indica el estudio de Rojas y Araya.

Los trastornos mentales, de acuerdo a la investigación, son detectados casi en 58 por ciento de los casos por médicos generales y no por psicólogos ni psiquiatras, que reciben en esta área sólo 7,1 y 3,7 por ciento de las consultas primarias.

Ello es así porque los disturbios mentales llevan a somatizar otras supuestas enfermedades, ocultando estados de angustia, compulsión, desconcentración, diversas formas de depresión, fatigas, irritabilidad, obsesiones, ataques de pánico e insomnios.

A partir de esos síntomas, los diagnósticos psiquiátricos más frecuentes son de depresión leve en 11,2 por ciento de las consultas, depresión moderada o severa (9,1), fobias (3,6), angustia generalizada (5,1), trastornos obsesivo-compulsivos (1,3) y trastornos de pánico en 1,9 por ciento.

Las proyecciones del estudio indican que entre los adultos santiaguinos 33,6 por ciento de las mujeres sufre de algún disturbio o enfermedad mental, mientras que entre los hombres la incidencia es de 15,7 por ciento.

La población femenina, indican los expertos, es más proclive a estas dolencias porque está más expuesta a la vorágine de la vida moderna, ya sea como ama de casa o trabajadora fuera del hogar en cualquier tipo de empleo.

La ama de casa sufre la rutina de las labores hogareñas y al mismo tiempo debe atender al esposo e hijos, mientras las que trabajan tienen a menudo un sentimiento de culpa por no cumplir con su "deber" de madre.

La incomunicación en la pareja es otra de las fuentes de alteraciones mentales, así como las expectativas insatisfechas de jóvenes profesionales, lo cual explica que 31,2 por ciento de la población entre 25 y 34 años de edad presente casos de neurosis.

Las condiciones de vida son también determinantes, y es así como 36,8 por ciento de los casos de afecciones psiquiátricas en Santiago corresponden a adultos que habitan viviendas calificadas como muy malas.

El porcentaje se reduce a 32,2 por ciento en viviendas malas, 27,4 en residencias de buena calidad, 15,3 en las clasificadas como muy buenas y a sólo 9,2 por ciento en las viviendas de lujo. (FIN/IPS/ggr/dm/he/99

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