El recalentamiento del planeta será el próximo siglo mayor de lo que se pensaba y a Estados Unidos, que aún no ratificó un tratado internacional sobre cambio climático, le irá peor que a otros países, según dos nuevos estudios.
El primero, elaborado por el Centro de Pew sobre Cambio Climático Global, proyecta para el 2100 un aumento de la temperatura mundial promedio de entre 1,3 y cuatro grados y un aumento del nivel del mar de entre 17 y 99 centímetros.
Estas cifras son mayores que las calculadas en 1995 por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), entre 0,8 y 3,5 grados y de 13 a 94 centímetros.
El Centro de Pew es un grupo de investigación que se constituyó hace un año y que apoya iniciativas internacionales para tratar el recalentamiento mundial.
El autor del informe, Tom Wigley, científico del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica de Boulder, también pronosticó que Estados Unidos, en particular los estados del norte de la mitad oriental del país, experimentará un recalentamiento mucho más rápido que el promedio mundial.
Wigley fue en 1995 el principal redactor del informe del IPPC, considerado mayor autoridad en materia de cambio climático y gas invernadero.
El segundo informe, realizado por la organización no gubernamental Fondo de Defensa Ambiental (EDF), consideró probable que la ciudad de Nueva York sufra un gran aumento de la temperatura en días extremadamente calurosos.
Las calles, trenes subterráneos y aeropuertos de esa ciudad se inundarían de forma reiterada como consecuencia del recalentamiento planetario, según el EDF, cuyo informe, al igual que el del Centro de Pew, fue divulgado el martes.
Los científicos tienen cada vez más coincidencia en que actividades humanas, en especial la quema de combustibles fósiles como petróleo y gas, que libera a la atmósfera gases como dióxido de carbono, metano, óxido nitroso y ozono, están recalentando la superficie de la Tierra.
Entre esos gases denominados "invernadero", el dióxido de carbono es el más importante.
En 1990, el IPCC afirmó que no podía concluir de forma definitiva si el recalentamiento de 0,6 grados centígrados registrado el siglo pasado se debió a un ciclo natural o a las actividades humanas.
En 1995, luego del desarrollo de modelos de investigación nuevos y más complejos, el IPPC revisó su opinión y encontró una "influencia humana perceptible" en el recalentamiento del planeta.
El IPCC está preparando una nueva evaluación que terminaría en unos 18 meses. Wigley, cuya participación fue decisiva para detectar la contribución humana al cambio climático en 1995, continúa siendo un participante clave del panel. Su último estudio fue revisado por otros miembros del grupo.
Mientras el IPCC mejora sus modelos, otros científicos informan sobre pruebas empíricas del recalentamiento y sus efectos.
A comienzos de este año, un equipo determinó las temperaturas de la superficie en el hemisferio norte durante el milenio pasado y detectó que el siglo XX ha sido definitivamente el más cálido.
Según otros estudios, la década y el año más calurosos desde que existen registros fueron la del 90 y 1998.
Se hallaron más pruebas del recalentamiento en el retroceso de la nieve en las montañas más elevadas, el afinamiento de las capas de hielo polar, la decoloración de los arrecifes de coral en los trópicos y la migración de mariposas, aves acuáticas e incluso crustáceos, desde áreas templadas hacia los polos.
A pesar de todas las pruebas del recalentamiento, y los efectos potencialmente destructivos que podría tener, los gobiernos, en especial Estados Unidos, reaccionaron muy despacio.
En diciembre de 1997, los países industrializados, responsables de la emisión de la mayoría de los gases que producen el efecto invernadero, acordaron reducir las emisiones cinco por ciento por debajo de sus niveles de 1990 para el 2012.
Algunos científicos consideran que esa medida es en extremo modesta o casi insignificante.
Sin embargo, el gobierno de Bill Clinton, que estuvo de acuerdo con esa meta, se negó a enviarla al Senado de Estados Unidos para su ratificación, porque sabe que la medida podría ser rechazada.
Muchos legisladores, en especial los que reciben aportes financieros de empresas petroleras, de gas y carbón, insisten en que el recalentamiento es sólo una teoría y que Washington debería esperar otras pruebas antes de tomar medidas preventivas que perjudiquen a la economía estadounidense.
El Centro de Pew colocó avisos elaborados sobre la base en su último estudio en los periódicos The New York Times y The Washington Post, el semanario Newsweek y dos publicaciones muy leídas en el Congreso, Roll Call y National Journal.
El grupo se propuso brindar más información sobre las pruebas del cambio climático y su impacto en Estados Unidos.
Su estudio difiere de los cálculos previos del IPCC, principalmente porque asume que las emisiones de dióxido de azufre no serán tan grandes como se anticipó, debido a los esfuerzos de los gobiernos nacionales para reducir la contaminación ambiental y la lluvia ácida.
La reducción de las emisiones de dióxido de azufre, que en realidad enfrían la atmósfera, implica que las temperaturas mundiales y el nivel del mar serán ligeramente más altos de lo que se proyectó.
Según el estudio, las temperaturas cálidas extremas serán mucho más frecuentes, las temperaturas frías extremas serán excepcionales y la frecuencia de las lluvias asociadas con huracanes y otros fenómenos climáticos extremos probablemente aumentará.
Estos fenómenos podrían tener serias y potencialmente desastrosas consecuencias, especialmente en áreas costeras bajas, según el informe del EDF, que los legisladores del área de Nueva York aprobaron rápidamente.
"La Nueva York de mañana debe protegerse con medidas prudentes hoy. El Senado de Estados Unidos debería comenzar a tomar medidas para tratar este problema, que afectará a los neoyorquinos y a todos los estadounidenses", dijo el senador Charles Shumer. (FIN/IPS/tra-en/jl/aa/at/mj/en/99