El polémico impuesto "Robin Hood" para combatir la pobreza propuesto por el presidente del Senado de Brasil, Antonio Carlos Magalhaes, resucita el proyecto del presidente Fernando Henrique Cardoso de gravar las grandes fortunas.
Magalhaes anticipó un proyecto que pretende presentar en agosto, imponiendo un tributo a los ricos y destinando su recaudación al combate a la miseria.
No se tratará de un impuesto más, porque los fondos recaudados no irán al gobierno, sino que será de la sociedad, que los administrará a través de un consejo representativo, indicó el senador, de 72 años, señalado como posible candidato a la Presidencia en 2002.
Cardoso, quien se encuentra en visita oficial en Perú, reaccionó con malestar ante la iniciativa, al subrayar que ya había sugerido esa solución en 1989, cuando era senador, y propuso un impuesto a las grandes fortunas. "Basta que el Congreso lo apruebe", sostuvo.
No es lo mismo, replicó Magalhaes, argumentando que su propuesta es más amplia y no presenta los problemas del proyecto de Cardoso, de experiencia negativa en países que lo adoptaron.
El mismo presidente ya descartó su vieja propuesta en la reforma tributaria que pretende impulsar y aceptó la condena del ministro de Hacienda, Pedro Malán, quien alegó dificultad en el cobro, estímulo a la fuga de capitales y escasa recaudación, en base a ejemplos como el de Francia.
Además, Mario Bernardini, un dirigente industrial de Sao Paulo, afirmó que se trata de un tributo superado por la realidad económica actual, en que las grandes fortunas ya no se basan en propiedades, sino en recursos financieros que migran rápidamente por vía electrónica y prefieren los "paraísos fiscales".
La idea de Magalhaes, líder del Partido del Frente Liberal, también sorprendió a la izquierda con el intento de robarle la bandera de la lucha contra la desigualdad social.
El senador Eduardo Suplicy, del Partido de los Trabajadores (PT), es autor de dos proyectos para sacar de la miseria al menos a unos 32 millones de brasileños que, según estimaciones no oficiales, sufren hambre en el país.
Sus proyectos de un Impuesto de Renta Negativo y de un Fondo de Ciudadanía tienen por fin asegurar a todos los pobres un ingreso mínimo, que les asegure alimentos, vivienda, escuelas y otras necesidades básicas.
Suplicy saludó la iniciativa de Magalhaes, por replantear el debate sobre la necesidad de erradicar la miseria en un país señalado como campeón de desigualdad en el Informe sobre Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), divulgado la semana pasada.
Pero manifestó la desconfianza de la izquierda en la propuesta de Magalhaes, por considerar que sólo se trata de un acto electoral en favor de su candidatura presidencial, ya que anteriormente él y su partido se opusieron a la creación de cualquier nuevo impuesto.
Magalhaes domina desde hace 30 años el escenario político de su estado natal, Bahia, al que ya gobernó tres veces y donde su influencia es decisiva en cualquier elección. Pero ahora pretende extender su liderazgo a todo el país.
Su última iniciativa, sin embargo, reforzó su imagen de líder local en desmedro del nacional. Como presidente del Congreso impulsó la aprobación de incentivos fiscales para la instalación de una fábrica de automóviles de la empresa Ford en Bahia.
La iniciativa afectó intereses de otros estados, especialmente de Sao Paulo, donde la empresa estadounidense amenaza con cerrar una planta, despidiendo a 1.700 obreros y eliminando muchos empleos indirectos más.
La planta a ser construida en Bahia estaba anteriormente destinada a Río Grande del Sur. Pero ese estado del extremo sur del país le negó varios subsidios, por lo que Ford decidió transferir el lugar de instalación.
Entre los expertos hay consenso de que el impuesto propuesto por Magalhaes no es viable y arguyen que la carga tributaria brasileña ya es muy elevada, la Constitución no permite tributos con destino específico y la experiencia anterior, que en nada redujo la pobreza, estimula resistencias. (FIN/IPS/mo/ag/if-dv/99