Los camioneros iniciaron hoy en Brasil una huelga que amenaza provocar en pocos días el colapso del abastecimiento de las ciudades y graves daños a la economía.
Los tres millones de camiones que circulan en el país responden por casi 80 por ciento del transporte nacional de cargas, debido a la escasez de ferrocarriles y la poca utilización de las hidrovías, a pesar de la abundancia de ríos.
La mitad de esos vehículos adhirió a la huelga y dentro de 48 horas podrán faltar combustibles, alimentos y medicamentos para la población si no hay una respuesta del gobierno a los 11 reclamos planteados, sostuvo el presidente de la Unión Brasil Camionero, Nelio Botelho.
El movimiento comenzó en el estado de Río de Janeiro, donde 1.200 camiones fueron estacionados a lo largo de la carretera que une esta ciudad con y Sao Paulo, sin interrumpir el tráfico. Río de Janeiro y Sao Paulo son las principales ciudades del país.
Hubo manifestaciones similares en 14 de los 26 estados brasileños, según Botelho. En algunos casos, como en el oeste de Paraná, cerca de la frontera con el Paraguay, las carreteras estuvieron bloqueadas durante algunas horas.
Los camioneros reclaman mejoras en las carreteras, reducción del costo de los peajes y el combustible, seguridad contra los crecientes asaltos, castigo para los inspectores corruptos y reducción del rigor de las sanciones previstas en el Código de Tránsito vigente desde el año pasado.
Además de imponer pesadas multas, la nueva legislación suspende la habilitación de los conductores que cometen cierto número de infracciones. El castigo tiene graves consecuencias para los conductores profesionales, que se ven así impedidos de trabajar y sostener sus familias, argumentan los camioneros.
El ministro de Transportes, Eliseu Padilha, reconoció las malas condiciones de las carreteras del país, que hace mucho carecen de mantenimiento adecuado debido a las dificultades fiscales que afronta el gobierno.
Pero Padilha advirtió a los huelguistas que no tolerará "excesos" a los huelguistas, como bloqueo de las carreteras y actos de violencia. Su Ministerio buscará vías alternativas de transporte para evitar un colapso en el abastecimiento, dijo.
En Río de Janeiro ocurrió un incidente sin gravedad cuando huelguistas arrojaron piedras sobre camiones que no adhirieron a la paralización.
La Unión Brasil Camionero anunció que la huelga se prolongará una semana, por lo menos, si las autoridades no aceptan negociar los 11 reclamos.
El movimiento es consecuencia de varias medidas dispuestas por el gobierno en los últimos años, que acumularon aumentos de costos en el transporte rodoviario.
La administración privatizada de las carreteras, una tendencia creciente en esta década, representó la imposición de peajes elevados, que no distinguen entre los vehículos de turismo y los de transporte de cargas.
Las carreteras que permanecen bajo gestión gubernamental están en pésimas condiciones, provocando accidentes y daños en los vehículos.
El gobernador del estado meridional de Paraná, Jaime Lerner, intentó reducir los costos de peajes para camiones, pero las empresas concesionarias lograron anular la medida en la justicia.
Los precios de los combustibles aumentaron casi 50 por ciento este año, acompañando la devaluación de la moneda nacional desde enero y el aumento del petróleo en el mercado internacional.
Además, la actividad se convirtió en una de las más peligrosas del país, ante la creciente cantidad de asaltos a camiones en las carreteras. El hecho elevó los costos de los seguros y de las medidas de seguridad, además de la frecuente pérdida de cargas.
Los castigos previstos por el Código de Tránsito y la corrupción de la policía y de los inspectores fiscales completan el dramático cuadro que enfrentan los camioneros. La dependencia total del país en relación a ese medio de transporte les ofrece un gran poder de presión, si logran organizarse. (FIN/IPS/mo/mj/lb if tr/99