La economía de Brasil sufre ahora la incertidumbre generada en Argentina, un efecto bumerán de la devaluación del real en enero.
El susto del lunes, con las bolsas cayendo más de dos por ciento y la cotización del dólar subiendo a 1,83 reales, prosiguió la mañana de este martes, cuando la moneda estadounidense llegó a alcanzar 1,87 reales por unidad, 10 por ciento más que hace un mes.
Pero el nerviosismo, atribuido a declaraciones del candidato a la presidencia de Argentina del gobernante Partido Justicialista, Eduardo Duhalde, sobre una posible moratoria de la deuda externa, fue superado por rectificaciones del mismo dirigente y una reacción de inversionistas que pasaron a comprar acciones y títulos de la deuda de ese país.
La moneda brasileña se recuperó, tal como las bolsas de Sao Paulo y Río de Janeiro. Pero el Banco Central de Brasil tuvo que suspender una subasta de títulos con la que pretendía alargar los plazos de la deuda interna, ante el clima de inestabilidad y la inevitable alza de intereses.
Además quedó el temor de la repetición de nuevas turbulencias, en especial durante la campaña electoral para las elecciones de fines de octubre en Argentina. Esta vez fue la afirmación de Duhalde de que buscaría apoyo del papa Juan Pablo II para solicitar un aplazamiento del pago de la deuda externa.
Los riesgos que el mercado internacional identifican ahora en Argentina se deben esa coyuntura electoral, que alimenta incertidumbres sobre el sucesor del presidente Carlos Menem y las políticas que adoptará, y también a las dificultades económicas del país.
Son problemas agravados por la devaluación de la moneda de Brasil en enero, que arrastró a sus socios en el Mercado Común del Sur, Argentina, Paraguay y Uruguay, y a otros países sudamericanos a la recesión económica.
Rumores de una eventual renuncia del ministro de Economía de Argentina, Roque Fernández, por discrepar con el aumento de gastos públicos pedido por Menem, comprueban que ese país será, en adelante, un foco de tensiones extensivas a Brasil y otras naciones de la región.
El origen del nerviosismo "exagerado" es más político que económico, señala el director de Política Monetaria del Banco Central brasileño, Luiz Fernando Figueiredo, coincidiendo con analistas que confían en una Argentina estable, por su bajo endeudamiento a corto plazo y la solidez de su cambio fijo.
Pero se comprobó que la economía brasileña sigue vulnerable a las turbulencias, en la evaluación del mercado financiero, que considera insuficiente el ajuste fiscal promovido por el gobierno de Fernando Henrique Cardoso y por eso reclama tasas de interés más elevadas para refinanciar la deuda pública interna.
Se espera para esta semana la divulgación de las cuentas públicas de mayo nuevamente negativas. Los institutos especializados pronostican que la inflación de este mes superará uno por ciento, como consecuencia del alza de muchos servicios y precios controlados por el gobierno, como los combustibles.
Tales hechos pueden revertir la consideración de que Brasil superó más rápidamente que los países asiáticos y Rusia la crisis financiera que lo llevó a dejar flotar libremente el dólar y a devaluar el real en enero.
Al Banco Central, por ejemplo, le será difícil mantener una tendencia de reducción de su tasa básica de interés, actualmente en 21 por ciento. Las instituciones financieras privadas reclamaban este martes intereses de hasta 30 por ciento para comprar títulos de la deuda pública.
El efecto bumerán de la devaluación cambiaria no se manifiesta solo en el retorno de los problemas desde Argentina.
El real devaluado no logró impulsar las exportaciones brasileñas, porque los precios de productos primarios cayeron de manera pronunciada en el mercado mundial y América Latina redujo sus importaciones.
Brasil exporta la mayor cantidad de sus productos industrializados de más valor agregado a América Latina, pero hoy encuentra a esa región con una severa recesión, en parte debido a la propia crisis brasileña, supuestamente superada. (FIN/IPS/mo/dm/if/99
