BUENOS AIRES – La explotación sexual infantil en Argentina, cuyas víctimas son cada vez más pequeñas, es un problema invisible para el Estado, la policía y la sociedad misma, que tolera el fenómeno en silencio.
Esa fue la conclusión de unas jornadas sobre el problema convocadas este mes por autoridades gubernamentales, judiciales, académicos y organizaciones no gubernamentales especializadas convocados por la Fundación Pibes Unidos.
"La explotación sexual infantil no existe como tal en la agenda de ninguna institución que trabaje con menores, ni hay datos estadísticos concretos o registros formales", denunciaron los participantes en la reunión.
El fenómeno afecta principalmente a niñas y adolescentes pobres, cada vez más temprano. Existen denuncias que involucran a menores de hasta ocho años.
En Argentina, hay un millón de niños y niñas que trabajan. Unos 6.000 que viven en la calle, según datos de Unicef. Sólo en Buenos Aires viven 2.000 menores sin techo, de los cuáles 400 son niñas, más vulnerables a la explotación sexual. —-