Mientras la verdad sobre las atrocidades cometidas contra la población albanesa de Kosovo surge con lentitud, Yugoslavia es testigo de represalias masivas del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK) contra serbios y zíngaros.
Más de un mes después del repliegue del ejército yugoslavo de Kosovo, es difícil determinar la verdadera proporción de los crímenes de guerra cometidos en esa provincia del sur de Serbia desde el 24 de marzo, cuando la OTAN comenzó sus bombardeos contra Yugoslavia, señalaron activistas de derechos humanos.
"El Ejército yugoslavo no cometió ningún crimen de guerra durante la agresión de la OTAN" (Organización del Tratado del Atlántico Norte), aseguró el general Nebojsa Pavkovic, comandante del Tercer Ejército establecido en Kosovo, en entrevista con el diario Vecernje Novosti.
"Nuestras fuerzas de seguridad sólo defendían al país de la agresión", arguyó Pavkovic.
En cuanto a los cientos de miles de albaneses que debieron huir a Albania, Macedonia y la república yugoslava de Montenegro, la versión del Ejército y el gobierno serbio es que escapaban de los ataques aéreos.
Pero grupos independientes de derechos humanos de Serbia y autoridades de la Iglesia Ortodoxa Serbia admitieron abiertamente que existen pruebas materiales de atrocidades en masa.
"Por la investigación que pude realizar hasta ahora, puedo afirmar que los albaneses fueron sistemáticamente expulsados de Kosovo desde el 24 de marzo", manifestó a IPS Natasa Kandic, directora del Centro de Derecho Humanitario, de Belgrado.
"Según algunos refugiados entrevistados, los policías, soldados y paramilitares que los expulsaron dijeron que obedecían 'órdenes superiores'. Así es como la población albanesa de Pece Istok, por ejemplo, huyó en pocos días", afirmó.
Kandic visitó Kosovo durante y después de la campaña aérea de la OTAN, y descubrió varias aldeas donde se cometieron atrocidades contra los albaneses.
A principios de mayo, visitó una casa en la localidad de Cusk, a unos cinco kilómetros de Pec, donde paramilitares serbios mataron a tiros a 44 hombres en un solo día y luego quemaron sus cuerpos.
"Vi la pila de huesos calcinados en la casa y hablé con dos sobrevivientes… Es muy difícil averiguar quiénes eran los paramilitares, ya que usaban máscaras negras, como en el resto de los lugares donde hallé evidencias de crímenes de guerra", relató.
Según Kandic, las pruebas que recabó llevan a "muchas fosas comunes en Kosovo, pero sólo una investigación imparcial demostrará quiénes están enterrados allí".
"Estoy segura de que se pueden establecer vínculos que conduzcan a las personas que dieron las órdenes, ya que se han encontrado cuadernos de trabajo de miembros del ejército y el gobierno", dijo.
Sava Janic, un sacerdote del monasterio ortodoxo Decani, de Kosovo, declaró a la prensa serbia independiente que "diferentes grupos armados expulsaron sistemáticamente a los albaneses de Kosovo y saquearon sus casas".
"Definitivamente, los albaneses no estaban huyendo de los ataques aéreos de la OTAN. Los crímenes de guerra contra los albaneses no son sólo propaganda de Occidente. Hay pruebas materiales que se descubren literalmente todos los días, rastros de sangre por todas partes", sostuvo.
"Cuerpos de hombres, mujeres y niños son excavados de fosas comunes… El pueblo serbio debe conocer esta terrible verdad y lo que se hizo en su nombre", añadió Sava.
Sin embargo, tanto grupos de derechos humanos como autoridades eclesiásticas sostienen que ni aun los peores crímenes cometidos contra los albaneses de Kosovo justifican los actos cometidos contra serbios y gitanos tras el retiro de las tropas yugoslavas de la provincia.
Más de 136.000 serbios huyeron de Kosovo desde el 12 junio, según cifras del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
"De los 150.000 gitanos de Kosovo, sólo 10 por ciento vive en la provincia actualmente", sostuvo Dragoljub Ackovic, líder de la comunidad zíngara en Serbia.
"Sus casas fueron sistemáticamente incendiadas por guerrilleros del ELK, 1.200 de ellas sólo en Pristina", la capital de Kosovo, dijo a IPS.
"Hay distritos en Kosovo donde no queda ni un serbio", aseguró a IPS el obispo Atanasije Rakita, asistente del patriarca de la Iglesia Ortodoxa.
"Así como fue un pecado la expulsión sistemática y la matanza de gente de Kosovo sólo por ser albaneses, también lo es lo que le están haciendo a nuestro pueblo", agregó.
La OTAN intervino "en nombre de los derechos humanos de los albaneses, pero ahora nadie protege los derechos de los serbios kosovares. Todo el mundo es casi indiferente", lamentó el obispo.
Según estadísticas de la iglesia y del Centro para la Paz y la Tolerancia, una organización no gubernamental de Kosovo, 14 serbios fueron asesinados sólo en Pristina entre el 15 de junio y el 9 de julio, y más de 140 fueron secuestrados.
No hay disponibles estadísticas precisas sobre lo que ocurre en las áreas rurales de Kosovo, ya que la mayoría de los serbios huyeron y están dispersos en otras partes de Serbia.
"Lo más triste es que los serbios asesinados o secuestrados eran los que pensaban que podían permanecer en Kosovo porque no hicieron nada malo. Los culpables huyeron antes de que volviera el ELK, y los que se quedaron pagaron un precio terrible", lamentó el obispo Rakita. (FIN/IPS/tra-en/vpz/ak/mlm/hd/99