Timor Oriental podría convertirse en un nuevo callejón sin salida para la Organización de las Naciones Unidas (ONU) luego del referéndum de agosto, en vista de la creciente violencia contra el foro mundial en el territorio.
La presencia de funcionarios de la ONU en Timor Oriental tiene por objetivo lograr un ambiente propicio para una votación justa, en que los timorenses puedan decidir libremente entre la independencia o un plan de autonomía bajo el gobierno de Indonesia.
Timor Oriental es una antigua colonia portuguesa brutalmente ocupada por Indonesia en 1975 y anexada a ese país al año siguiente.
Grupos de derechos humanos acusaron a fuerzas policiales, militares y paramilitares de Indonesia de organizar una campaña de violencia para atemorizar a los partidarios de la independencia.
El domingo, un grupo de paramilitares atacó un convoy de trabajadores humanitarios y voluntarios de la ONU que retornaban a la capital, Dili, luego de entregar alimentos y medicinas a un campamento de refugiados en el distrito de Liquica, 60 kilómetros al oeste.
Mientras policías civiles desarmados de la ONU viajaban de Liquica a Dili, personal de la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Timor Oriental (UNAMET) recibió disparos de paramilitares del grupo Besi Merah Putih (Hierro rojo y blanco), opuesto a la independencia.
La semana pasada, otro grupo atacó la oficina de la ONU en Maliana, a cuatro horas de automóvil de Dili, hiriendo a unas 12 personas, entre ellas un funcionario sudafricano del foro mundial.
El jefe de UNAMET, Ian Martin, declaró el lunes pasado en conferencia de prensa que las amenazas de milicias proindonesias contra la ONU son causa de "grave preocupación".
"No estoy en condiciones de afirmar si esos ataques forman parte de una estrategia concertada, pero están ocurriendo en varios lugares", dijo Martin. Funcionarios indonesios también fueron informados y exhortados a tomar medidas.
Lo más alarmante es que la ONU no parece haber previsto lo que sucederá luego del referéndum de agosto, que ya fue postergado dos semanas debido a la escalada de violencia de milicias timorenses orientales.
"Sin un plan de transición bien elaborado, existe el peligro de que Timor Oriental caiga en una guerra civil", advirtió Alan Dupont, director del Centro de Estudios Estratégicos y de Defensa de la Universidad Nacional de Australia, en Canberra.
"Particularmente preocupante es la ausencia de personal de la ONU luego del 31 de agosto. Para ese entonces, el mandato de la misión habrá expirado, a menos que el Consejo de Seguridad decida lo contrario", señaló Dupont.
Esto hace preguntar quién controlará las milicias contrarias a la independencia en el territorio si, como se predice, el referéndum produce un resultado desfavorable para ellas y deciden tomar el asunto en sus propias manos.
Por el contrario, "si la votación resulta favorable a la integración con Indonesia, será interpretada como fraudulenta", escribió Andrew McNaughtan, de la Asociación Australiana para Timor Oriental, en el diario Sydney Morning Herald.
Tal situación "no resolvería nada y podría resultar en más refugiados y más asesinatos, ya que el ejército indonesio y las milicias querrán eliminar a sus oponentes", predijo.
"Por otra parte, el voto por la independencia acarrearía el peligro de represalias más violentas de esos mismos grupos", agregó McNaughtan.
La ONU y los gobiernos involucrados (Indonesia, Portugal y Australia) deben garantizar condiciones de seguridad antes, durante y después del referéndum, cualquiera sea el resultado, instó.
Según el acuerdo firmado el 5 de mayo entre Indonesia y Portugal con la mediación de la ONU, Indonesia es la única responsable por la seguridad en el período previo a la votación, pero hasta ahora no ha hecho nada por impedir los ataques contra partidarios de la independencia. (FIN/IPS/tra-en/ip/si/js/mlm/hd-ip/99