Cincuenta y cinco años despues de haber sido condenado en Estados Unidos por amotinamiento, en un proceso que se consideró cargado de racismo, un marinero retirado afroestadounidense pide su rehabilitación al presidente Bill Clinton.
Frederick Meaks, que tiene 79 años y vive en California, piensa que ésa es su última posibilidad de establecer la verdad sobre los hechos por los cuales fue sentenciado por una corte marcial junto a otras 49 personas, en el mayor proceso por amotinamiento en masa en la historia de la Armada.
En 1944, Meaks y otros marineros negros que trabajaban en una base naval de California, hoy llamada Puerto Chicago, se negaron a cumplir la orden de cargar municiones en un buque, pocos días después de que un estallido accidental, durante una operación similar, causara una masacre.
Durante la segunda guerra mundial (1939-1945) se aplicaban políticas de segregación racial en todas las instituciones de Estados Unidos, y la Armada sólo utilizaba marineros negros para la peligrosa tarea de cargar municiones en los barcos, sin brindarles entrenamiento adecuado ni equipos de seguridad.
Se informó además que los oficiales blancos a cargo de las cuadrillas competían para ver cuál cargaba municiones más rápido.
Maeks fue uno de los 258 afroestadounidenses que sobrevivieron a una explosión que causó la muerte de 320 hombres, hirió a otros 400 y destruyó dos buques, y luego se negaron a cumplir la orden de que se reanudara la carga de municiones.
Los marineros alegaron que temían por sus vidas tras presenciar esa explosión, que tuvo el poder de una bomba de cinco kilotones, y limpiar las instalaciones navales dañadas. El estallido provocó daños en un radio de dos kilómetros de la base.
Ese fue el peor accidente militar doméstico durante la segunda guerra mundial, y causó 15 por ciento de las bajas de marineros afroestadounidenses en el conflicto. El motivo de la explosión nunca fue determinado, pero en un informe de la Armada se indicó probablemente se haya debido al manejo erróneo del cargamento.
Cuando Maeks fue juzgado en 1944, declaró que prefería morir luchando en el frente y no cargando municiones.
La corte marcial que juzgó a 50 de los 258 implicados, integrada totalmente por oficiales blancos, los condenó por amotinamiento, con penas de hasta 15 años de cárcel, en vez de acusarlos de desobedecer una orden directa, lo cual les habría acarreado penas menos severas.
Las sentencias fueron reducidas luego a 17 meses de prisión, pero los 258 implicados fueron deshonrosamente dados de baja.
Los marineros fueron defendidos por Thurgood Marshall, un abogado afroestadounidense que luego fue juez de la Corte Suprema, quien señaló en aquel entonces: "No puedo comprender por qué se considera que hay un motín cuando más de un negro desobedece una orden".
Críticos del caso dijeron que los cargos por amotinamiento fueron el resultado del flagrante racismo enfrentado por los reclutas negros en esa época.
En Puerto Chicago, 71 oficiales blancos comandaban a más de 1.400 marineros negros que a menudo cargaban municiones en los buques con las manos desnudas, en turnos de siete horas.
En esa época los afroestadounidenses rara vez eran ascendidos en las fuerzas armadas, y se les hacía cumplir tareas como la limpieza de las letrinas y el servicio de cocina. Algunos de los marineros de Puerto Chicago consideraron que el trabajo de cargar municiones era una promoción para ellos.
"Esa fue la apertura de las barreras de segregación que la marina había mantenido cerradas, al igual que otras unidades militares. Yo me sentía orgulloso, aunque no cumpliéramos las tareas tradicionales de los marineros", declaró Robert Routh, un sobreviviente que quedó ciego por el accidente.
La segregación racial en las fuerzas armadas fue abolida formalmente mediante un decreto firmado en 1948 por el entonces presidente Harry Truman.
El renovado interés en el juicio de 1944, incluyendo un libro del sociólogo Robert R. Allen, publicado en 1989 por la Universidad de California, determinó que en 1994 se revisara el proceso, pero el Pentágono (Ministerio de Defensa) reafirmó las condenas, afirmando que "no estuvieron manchadas por prejuicios raciales".
Muchos grupos afroestadounidenses no estuvieron de acuerdo.
"En 1995, la Armada y el Departamento de Defensa admitieron que durante la segunda guerra mundial los prejuicios raciales determinaron el tipo de tareas que los negros debían cumplir en Puerto Chicago", declaró Sandra Evers-Manly, presidenta del Centro Negro de Educación y Recursos de Hollywood.
"Sin embargo, siguen ignorando la injusticia que se cometió con ellos. No sólo deberían haberse limpiado los nombres de esos hombres, que sirvieron bien a su país durante la guerra, sino que también deberían haberse reconocido sus notables contribuciones", añadió.
Algunos expertos legales opinaron que las fuerzas armadas no quisieron sentar un precedente que podría ser invocado por los soldados para desobedecer órdenes.
Durante el debate sobre el caso de Puerto Chicago que se produjo en 1994, el entonces secretario de Defensa, William J. Perry, defendió las sentencias en una carta al Congreso, afirmando que los marineros debieron "obedecer las órdenes de sus superiores, aunque pusieran en peligro sus vidas".
Algunos de los sobrevivientes de Puerto Chicago y sus partidarios afirmaron que sus acciones no constituyeron una insubordinación típica, sino una rebelión contra el sistemático racismo de las fuerzas armadas estadounidenses.
De hecho, un folleto del Servicio de Parques Nacionales que se entrega a los visitantes del panteón conmemorativo de Puerto Chicago admite las dimensiones raciales del incidente, señalando que "para mucha gente, la explosión del 14 de julio de 1944 se convirtió en el símbolo de lo que funcionaba mal en la sociedad estadounidense".
Maeks es uno de los pocos sobrevivientes de ese accidente que sigue con vida. El Departamento de Justicia podría demorar 18 meses antes de adoptar una resolución sobre su solicitud de perdón.
"Despues de todos estos años, es necesario que el mundo sepa lo que ocurrió en Puerto Chicago. Debe quedar claro que no cometimos amotinamiento, y que se nos acusó de ese delito a causa de nuestra raza", declaró Maeks a la prensa el mes pasado. (FIN/IPS/tra-en/ks/fah/ego/mp/hd ip/99)