/BOLETIN-DD HH/ EEUU: Parejas homosexuales se "refugian" en Canadá

Las leyes de Estados Unidos no permiten a Jay McMillan reunirse en este país con su compañero japonés Yoshihiko Ito, pero ambos hombres piensan renunciar a sus empleos aquí y en Japón y mudarse a Canadá, uno de los 11 países que conceden derechos de inmigración a las parejas homosexuales.

Allí se convertirán en lo que activistas de los derechos de gays y lesbianas describen como "refugiados por amor".

"En cierto sentido tengo miedo de irme de mi país y abandonar la seguridad de mi trabajo", dijo McMillan, un vendedor de Detroit. Pero poder vivir con Ito, un traductor independiente, "vale la pena", agrega.

Ambos integran una de muchas parejas binacionales de hombres o mujeres homosexuales que buscan nuevos horizontes en Canadá.

Los extranjeros heterosexuales pueden quedarse en Estados Unidos si contraen matrimonio con un ciudadano de este país, pero a las parejas homosexuales no se les concede este derecho, explica la Fuerza Especial por los Derechos de Inmigración para Gays y Lesbianas (LGIRTF), un grupo con sede en Nueva York.

Ninguno de los estados de este país permite el matrimonio entre personas del mismo sexo, y aunque lo permitieran, una ley federal de 1996 niega a las parejas homosexuales el derecho de inmigración.

El gobierno, según el coordinador nacional de LGIRTF, Lavi Soloway, practica una "terrible discriminación" contra las parejas gay cuando concede visas de inmigrante a los extranjeros.

Las visas de inmigración, más conocidas como "cédulas verdes", permiten a su titular residir permanentemente en Estados Unidos y trabajar y viajar con libertad. Tras cinco años de residencia, los inmigrantes pueden solicitar la ciudadanía.

"Como no se pueden casar legalmente, y ya que la ley no ofrece ninguna alternativa para que un ciudadano o inmigrante estadounidense solicite la inmigración de su pareja homosexual, sus vidas son perturbadas y sus relaciones destruidas", dijo Soloway.

Los inmigrantes homosexuales y sus compañeros se enfrentan a su "invisibilidad ante la ley", situación que afecta al menos a 10.000 parejas del mismo sexo en este país, aseguró.

Pero quienes se oponen a modificar las normas temen que los cambios den lugar al abuso.

"¿Cómo podrían distinguir los funcionarios de inmigración entre las parejas de por vida y las parejas sexuales? ¿Cómo pueden saber quién es homosexual y quién no?", se preguntó el legislador conservador Bob Barr, del opositor Partido Republicano, en un artículo en el diario The New York Times.

La homosexualidad era hasta 1990 razón suficiente para negar el ingreso a Estados Unidos según una cláusula de la Ley de Inmigración y Nacionalidad que impedía la entrada a "desviados sexuales". La norma fue modificada ese año.

En la vecina Canadá, las leyes de inmigración permitieron el ingreso a las parejas gays y lesbianas a partir de 1994.

Así como en Estados Unidos, Canadá tampoco reconoce oficialmente a las parejas homosexuales. Pero los funcionarios de inmigración canadienses pueden citar "bases humanitarias y compasivas" para permitir la residencia en ese país de la pareja extranjera del mismo sexo de un canadiense.

Según datos de LGIRTF, en el último lustro Canadá concedió el derecho de inmigración a más de 700 personas para que pudieran residir con sus parejas homosexuales.

Para McMillan e Ito, la vía canadiense es la última opción que les queda para hacer realidad el "objetivo de estar juntos". Desde Japón, Ito tramitó su inmigración a Canadá y McMillan se apresta para hacer lo mismo. Si uno de los dos es aceptado, podrá solicitar el ingreso del otro.

Los dos se conocieron durante unas vacaciones en California en 1997. Ito volvió a Japón y ocho meses después se pudo reencontrar con McMillan en Estados Unidos gracias a un permiso de trabajo que le permitió aceptar un empleo en una compañía de informática del estado de Nueva Jersey.

El japonés de 29 años de edad había tenido suerte. La visa, que se concede a extranjeros con aptitudes especiales y tiene una duración máxima de seis años, es difícil de obtener porque se expide una cantidad limitada.

Pero pocos meses después, Ito y siete empleados más fueron despedidos, por problemas financieros de la compañía. Junto con el empleo, perdió su visa y tuvo que volver a Japón.

"Fue muy difícil cuando nos tuvimos que separar", recordó McMillan, y recalcó que había muy pocas alternativas para que su pareja obtuviera rápidamente la residencia legal en Estados Unidos.

Para ambos, la única forma de seguir juntos es emigrando a Canadá. Otras parejas homosexuales en situación más desesperada suelen buscar formas ilegales de permanecer en este país, como la parodia de un matrimonio heterosexual.

Ese tipo de unión por conveniencia entre un homosexual extranjero y alguien del sexo opuesto por lo general se hace a cambio de dinero y es un delito que, en caso de ser descubierto, incluye penas de cárcel, multas y la prohibición vitalicia de ingresar al país.

El asilo con base a la orientación sexual, por otra parte, sólo se garantiza a aquellos que puedan probar que sufren persecución por ser homosexuales en su país de origen.

A pesar de todo, a McMillan le entusiasma la posibilidad de empezar una nueva vida con Ito en la ciudad canadiense de Toronto, pero no deja de sentir cierta amargura al tener que abandonar a su país.

"¿Cuál es la diferencia entre una pareja heterosexual y una homosexual si se está enamorado y en una relación estable?", se pregunta. (FIN/IPS/tra-en/km/mk/aq/hd/99

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