El vicepresidente y precandidato presidencial de Estados Unidos, Al Gore, perjudica a los enfermos de sida del mundo en desarrollo al respaldar la política de patentes farmacéuticas de su país, advirtieron activistas.
Washington priva de medicamentos a los portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en países pobres, y el propio Gore ya amenazó con sanciones comerciales a Sudáfrica si no deja sin efecto los estímulos para que su industria nacional produzca esas sustancias, afirmaron.
Las organizaciones advirtieron que continuarán haciendo manifestaciones como las que el mes pasado interfirieron con las campaña de Gore en Tennessee, New Hampshire, California, y Filadelfia.
Las manifestaciones fueron organizadas por el grupo ACT-UP y la coalición nacional Drogas contra el Sida para Africa. Los letreros de los activistas rezaban "Apartheid 2000", parafraseando la consigna de campaña "Gore 2000", y "La codicia de Gore mata".
En una de las manifestaciones apareció una marioneta que representaba a Gore, de tamaño real, y quienes manipulaban los hilos del muñeco emulaban a ejecutivos de los laboratorios farmacéuticos.
Los activistas acusan a Gore de estar más interesado en incrementar las ganancias de los laboratorios farmacéuticos estadounidenses que de salvar la vida de los 3,2 millones de sudafricanos que se calcula están enfermos de sida.
Gore, copresidente de la Comisión Binacional de Estados Unidos y Sudáfrica, amenazó con sanciones si el presidente sudafricano, Thabo Mbeki, no abandona la idea de producir medicamentos dentro del país.
"Gran Bretaña y Holanda obtienen entre ocho y 10 por ciento de sus medicinas por importación paralela, pero Estados Unidos no los amenaza con sanciones comerciales o con meterse en sus asuntos", declaró Eric Sawyer, cofundador de ACT-UP de Nueva York y miembro de Medicamentos contra el sida para Africa.
"Estados Unidos hace eso sólo en India, Sudáfrica y Tailandia, quizá porque son países pobres y porque su población no es blanca", según Sawyer.
El tratamiento de varios medicamentos contra el sida, que cuesta más de 1.000 dólares por mes, está fuera del alcance de casi todos los sudafricanos, cuyo ingreso anual promedio es de 2.600 dólares.
Por eso, Sudáfrica aprobó en 1997 una ley que permite la importación paralela, una práctica que consiste en comprar medicamentos de marca a una firma extranjera, en lugar de adquirirlos directamente en los laboratorios farmacéuticos, ya que los precios varían según las naciones.
La ley también admite que el gobierno extienda permisos a las compañías nacionales para fabricar medicamentos equivalentes a los patentados, lo cual se conoce como licencias por fuerza mayor.
La Organización Mundial del Comercio (OMC) admite que se otorguen licencias por fuerza mayor, bajo el acuerdo de propiedad intelectual de 1995, cuando se trata de combatir emergencias de salud pública.
Los acuerdos de la OMC, negociados y firmados por la mayoría de las naciones, establecen las reglas legales del comercio internacional.
La OMC no tiene una posición tomada sobre la importación paralela, pero los laboratorios farmacéuticos se oponen con fuerza a ambas prácticas, que para ellos son una forma de robo.
La industria farmacéutica internacional acusó a la ley sudafricana ante el tribunal supremo de ese país y logró una suspensión, mientras que presionaba al gobierno de Estados Unidos para que se opusiera a ella.
La Representación Comercial de Estados Unidos rechazó entonces las reducciones arancelarias para las exportaciones procedentes de Sudáfrica, lo cual equivalía a más de 3.000 millones de dólares en 1998, y lo incluyó en su lista de países "en observación" por prácticas comerciales supuestamente injustas.
Un informe del Departamento de Estado realizado en febrero declaraba que seis agencias gubernamentales habían iniciado "una campaña asidua y coordinada" para convencer a Sudáfrica de anular la ley.
Gore estaba al frente de la campaña, y "las patentes farmacéuticas son el tema principal de sus discusiones con el presidente Mbeki", según el informe.
Los activistas contra el sida acusan a Gore de estar influido por las sustanciosas contribuciones que hizo la industria farmacéutica a su campaña y por sus relaciones con personas importantes de los grupos de presión que la representan.
Un amigo cercano de Gore, Anthony Podestá, tiene un contrato en PhRMA, un grupo de presión industrial, y en la compañía Genentech. Podestá también es asesor del vicepresidente.
El principal asesor de política nacional de Gore, David Beier, fue vicepresidente de Asuntos del Gobierno en Genentech. En 1998, Peter Knight, el principal recolector de fondos del actual vicepresidente, consiguió 120.000 dólares de la firma estadounidense Schering-Plough.
El gobierno de Estados Unidos acusó a Sudáfrica de violar las regulaciones de la OMC. La acusación le acarreó duras críticas de los activistas contra el sida, de los defensores de los derechos del consumidor y los de la salud, que la calificaron de falsa, hipócrita y parcial.
Por otra parte, Estados Unidos otorgó licencias por fuerza mayor en las áreas de tecnología satelital, música y programación televisiva. Además, varios países europeos hacen importaciones paralelas normalmente, y ninguno fue censurado, señalaron los activistas.
"Menos de uno por ciento de los medicamentos contra el sida se venden en los países de Africa subsahariana, así que la pérdida que sufren los laboratorios farmacéuticos por concepto de patentes en esa región es ínfimo", observó Michael Engelke, profesor de economía de la Universidad de Michigan.
"El problema es que habrá pérdidas si florece un 'mercado paralelo', ya que se comprarían medicamentos en Africa a precios muy bajos y se revenderían en Europa, en lugar de comprarse a precios europeos y directamente en los laboratorios", indicó.
"Además, la ley sudafricana podría ser el antecedente del futuro debilitamiento de las leyes de propiedad intelectual en mercados más lucrativos, lo cual podría significar mayores pérdidas", explicó. (FIN/IPS/tra-en/kc/ceb/mj/if he hd/99