Las organizaciones no gubernamentales (ONG) de Corea del Sur dejaron de ser grupos ilegales de lucha contra la dictadura y apoyo a la democracia para formar hoy una parte respetable e influyente de la sociedad.
"En los últimos 10 años, las ONG ganaron una buena reputación dedicándose a resolver asuntos sociales candentes", comentó Lee Hyung-Mo, editor del semanario Citizens Tribune, que cubre las actividades de las 60 organizaciones más importantes.
El éxito de la sociedad civil organizada se debe a que no se limita a criticar, sino que también ofrece soluciones viables, sostuvo Lee.
La mayoría de los diarios de Corea del Sur también tienen páginas especiales dedicadas a informar sobre las actividades y opiniones de las ONG.
Muchas están ocupadas buscando la mejor manera de garantizar que el sistema especial de control de la corrupción propuesto por el gobernante Congreso Nacional para la Nueva Política no se imponga de manera unilateral y sin discusión previa.
La semana pasada, el presidente Kim Dae-Jung tuvo que pedir la renuncia de la ministra de Ambiente, Sohn Sook, una ex actriz, cuando ésta admitió que había aceptado dinero en efectivo de un grupo de empresarios.
Además, Kim Dae-Jung destituyó a su ministro de Justicia, Kim Tae-Jung, el 8 de junio, porque su esposa estaba implicada en uno de los numerosos escándalos de corrupción.
La corrupción es un problema grave en Corea del Sur, y las principales ONG como la Coalición de Ciudadanos por la Justicia Económica (CCJE) obligaron al gobierno a reconocer su papel en la reforma impositiva y a aceptar sus sugerencias a pesar de que aún no se implementaron las medidas.
"Es difícil creer a las autoridades. Siempre dicen cosas buenas, pero los resultados son diferentes", dijo Lee.
Los surcoreanos comenzaron a valor más a las ONG el año pasado, cuando se dieron cuenta de que los políticos, los burócratas, los empresarios y los medios de comunicación formaban un "equipo" que contribuía con la crisis financiera del país y la consiguiente necesidad de préstamos de emergencia del FMI.
El propio Citizen Tribune aumentó su circulación de 60.000 números en mayo del año pasado a cerca de 80.000 en la actualidad, lo cual se puede atribuir a su creciente exigencia de reforma del sistema de las legendarias "chaebols" o imperios comerciales familiares.
"No es fácil, porque la gente tiende a asociar la prosperidad de Corea del Sur con las 'chaebols' y su capacidad para crear puestos de trabajo", indicó Lee.
Por otra parte, las personas se dan cuenta de que los enormes conglomerados de empresas detentan mucho más poder que el valor de las acciones que poseen, y además evaden la responsabilidad de las quiebras debidas a inversiones irracionales, puntualizó.
"Los ciudadanos, advertidos de que el desarrollo económico y social basado en los viejos paradigmas ya no es posible, exigen reformas fuertes y profundas, que alcancen a todas las esferas de la sociedad", declaró Kim Seung Bo, de la CCJE.
La CCJE fue creada en 1989 por unas 500 personas, en su mayoría profesionales, y ahora tiene decenas de miles de miembros que contribuyen a la causa de la ONG en forma activa.
"Nosotros presentamos alternativas racionales, vigilamos y criticamos constructivamente los sistemas sociales existentes, y presionamos para que se desarrollen todas las áreas de la sociedad", explicó Kim.
La Coalición convocó una "Semana de Acción Ciudadana para la Reforma" el pasado noviembre para presionar a la Asamblea Nacional a aceptar una serie de leyes y enmiendas en las áreas de política, economía, corrupción y administración.
La movilización hizo que el gobierno reformara las leyes impositivas para las personas de ingresos más altos y que concediera un pedido de seguro médico que data de hace 20 años.
"Esto es sólo el comienzo. Cuando entre en vigencia el sistema del FMI (Fondo Monetario Internacional), habrá que hacer reformas poniendo énfasis en la construcción de una sociedad globalizada, centrada en la información", sostuvo Kim.
El gobierno intentó ejercer control sobre las ONG eligiendo cuál sería beneficiaria de los 12 millones de dólares asignados a ese sector, pero eso no funcionó, relató Lee.
"Las ONG son testarudas y no desean escuchar al gobierno sólo por recibir una donación, así que la mayoría prefieren que no les entreguen dinero", explicó Lee, que integra el equipo de jueces examinador de las solicitudes de fondos.
Este año, apenas 300 ONG presentaron solicitudes entre las 10.000 que hay en todo el país. "La mayoría de son capaces de financiarse gracias a la colaboración de sus miembros", señaló Lee.
Todo esto parece muy lejano a la época en la cual los activistas de la CCJE no sabían cuándo estarían presos y cuándo en libertad, como le sucedía siempre a su fundador, el pastor Soh Kyung-Suk.
Soh es ahora el secretario general del poderoso Consejo de Movimientos de Ciudadanos de Corea, una asociación de 70 ONG que "representa las actividades de las ONG coreanas".
"Nuestro movimiento siempre fue favorable a los 'Min-Jung' (pobres y oprimidos). La única diferencia es que ahora actuamos estrictamente dentro de los límites legales", apuntó Soh.
Las ONG se sienten compelidas a actuar dentro del marco legal porque "si no lo hiciéramos así, el pueblo coreano, que es esencialmente conservador y homogéneo, no nos apoyaría", explicó. Pero la coalición de Soh tiene mucho apoyo.
"Las ONG coreanas ocupan un espacio importante, más que en cualquier otro país, y los políticos corruptos, con sus acciones, no hacen sino promover nuestro crecimiento", dijo Kim. (FIN/IPS/tra-en/rdr/an/ceb-mlm/hd/99