La proscripción en China de una popular secta religiosa fue interpretada como una afirmación del control del Estado, pero también podría tratarse de un reflejo de la debilidad del Partido Comunista, señalaron analistas.
En la mayor redada realizada desde la sangrienta represión del movimiento por la democracia en la plaza de Tiananmen, en 1989, las autoridades detuvieron esta semana a miles de seguidores del culto Fa Lun Gong, que Beijing proscribió por considerarlo una amenaza a la estabilidad social.
Las detenciones comenzaron en varias ciudades el lunes por la noche, de acuerdo con el Centro de Información sobre Derechos Humanos y el Movimiento Democrático en China, con sede en Hong Kong.
El culto, que combina tradicionales ejercicios de respiración con el budismo y el taoísmo, enojó a Beijing cuando 10.000 de sus miembros protestaron frente a la sede del Partido en abril, en demanda de su reconocimiento.
Desde entonces, el presidente Jiang Xemin ordenó limitar las actividades de la secta, que sigue las enseñanzas de su líder y fundador residente en Nueva York, Li Hongzhi, al que Beijing considera "un charlatán".
Fa Lung Gong "tiene motivaciones políticas y quiere perjudicar a las organizaciones gubernamentales y los medios de prensa que exponen sus falacias", afirmó un funcionario del Partido Comunista.
Unas 10.000 personas fueron detenidas en toda China, incluso en la ciudad norteña de Tianjin, las que permanecen recluidas en estadios, informaron este viernes grupos establecidos en Hong Kong.
En 30 ciudades se reportaron protestas contra los arrestos, que en algunos casos derivaron en enfrentamientos con la policía.
Para muchos, el ascenso de Fa Lun Gong en la China moderna y la respuesta de las autoridades ponen de relieve el cambio de la sociedad china en las últimas dos décadas de reformas económicas y apertura.
"Guste o no, Fa Lun Gong es un producto derivado de la actual China materialista", dice un editorial de este viernes del periódico South China Morning Post, de Hong Kong.
"El colapso de la base ideológica del régimen comunista en su carrera hacia la economía de libre mercado dejó un vacío espiritual", y por eso muchas sectas religiosas atraen a los decepcionados, observa el editorial.
De hecho, el surgimiento de Fa Lung Gong a comienzos de esta década fue parte de una proliferación de todo tipo de religiones folclóricas en China.
La mayoría de los seguidores de Fa Lun Gong, que significa "Rueda de la Ley Budista", proceden del sector más bajo de la sociedad, constituido por jubilados, obreros, campesinos y funcionarios públicos.
La integración a la secta de campesinos y gente común es lo que más preocupa al gobierno, porque ellos solían ser los seguidores más fieles del Partido.
Beijing debería darse por satisfecho de que el grupo se haya limitado hasta ahora al ámbito religioso, aunque muchos de sus miembros reclaman más respeto a la libertad de culto y a las libertades individuales en general, observó el Morning Post.
Las autoridades chinas desconfían de los grandes movimientos y agrupaciones, que pueden convertirse en protestas contra el gobierno y salirse de control.
China no es extraña a los movimientos religiosos, y los líderes comunistas recuerdan bien el papel que tuvieron las sociedades religiosas secretas en la caída de la última dinastía imperial, en 1911.
Pero lo que más les preocupa es la integración de campesinos a este tipo de movimientos, dada la disconformidad en el área rural en los últimos años, con protestas contra la corrupción y los impuestos arbitrarios.
Informes de prensa señalan que algunos miembros del Partido Comunista son seguidores de Fa Lun Gong y fueron obligados a abandonar el grupo bajo la amenaza de ser expulsados de las filas del Partido.
Fa Lun Gong, fundada por Li en 1992, tiene unos 2.000 centros de instrucción y 28.000 "áreas de ejercicio grupal" en toda China.
Los líderes de la secta sostienen que ésta tiene entre 40 y 60 millones de adeptos, un número que rivaliza con la cantidad de miembros del Partido Comunista (55 millones). No obstante, un alto funcionario de gobierno sostuvo que el culto apenas tiene dos millones de adherentes.
La Televisión Central China anunció el jueves en un noticiero de 70 minutos la prohibición de la secta, y puso al aire entrevistas con personas que narraron cómo algunos seguidores se volvieron locos o asesinaron a familiares.
Un miembro de Fa Lun Gong residente en la ciudad sureña de Guangzhou consideró "ridícula" la proscripción de la organización.
"El gobierno puede detenernos a todos si tiene el espacio necesario para recluirnos", declaró al Morning Post.
La represión de esta semana podría impulsar definitivamente a Fa Lun Gong al ámbito político, según analistas.
El gobierno chino anunció la prohibición de la secta en un momento de gran tensión con Taiwan por las declaraciones de su presidente, Lee Teng Hui, de que los vínculos a través del estrecho deberían realizarse "de estado a estado".
Algunos observadores señalaron que Beijing debería concentrarse en resolver problemas como el de Taiwan y el desempleo, en lugar de reprimir sectas. (FIN/IPS/tra-en/js/mlm/cr- hd/99