La ocupación de un terreno baldío en la capital de Chile por parte de 2.000 familias sacó de nuevo a la luz pública el drama de los "allegados" y demostró que los programas oficiales de vivienda, aunque ambiciosos, son insuficientes.
El término "allegados" identifica en Chile a familias pobres cuyos ingresos no alcanzan para comprar ni alquilar una vivienda y deben buscar refugio en casas de parientes o amigos que les facilitan una habitación en forma gratuita o con un pago mínimo.
La "toma" en el municipio de Peñalolén, del sector este de la capital, coincidió con uno de los más crudos inviernos de los últimos años, con una onda de frío polar que el viernes llegó a 3,7 grados bajo cero.
Organizaciones estudiantiles y profesionales, como el Colegio Médico, prestan solidaridad y apoyo a estas 2.000 familias que tras el sueño de la casa propia desafían en precarias viviendas y carpas no sólo el intenso frío sino también los riesgos de desalojo policial.
Los terrenos que ocupan se extienden por 22 hectáreas y son propiedad del empresario y dirigente deportivo Miguel Nasur, quien se ha abstenido de pedir el desalojo y se declara dispuesto a una solución negociada con el Comité de Allegados que reúne a las familias.
Los "allegados" tienden a organizarse en comités que optan por la ocupación de terrenos baldíos, donde levantan "campamentos", como el surgido en Peñalolén, para presionar así a las autoridades en la búsqueda de soluciones de bajo costo a su problema de vivienda.
La Encuesta de Caracterización Socioeconómica del Ministerio de Planificación estableció que en 1996 había 746.000 familias "allegadas" en todo Chile y que además existían en el país 972 "campamentos" con 446.000 personas en ellos.
El gobierno de Eduardo Frei se propuso enfrentar el déficit habitacional con la entrega cada año de 100.000 viviendas populares, cuya construcción es subsidiada por el Estado y a las cuales se accede mediante planes de ahorro.
Este número, sin embargo, se ha hecho insuficiente, ya que se estima que en el país se forman cada año 70.000 nuevos hogares o grupos familiares, la mayoría de los cuales corresponde a los estratos de pobreza, que reúnen a unos tres millones de chilenos.
La incidencia de la crisis internacional en el incremento del desempleo tornó más agudo el drama de la falta de viviendas, ya que miles de familias tuvieron que retirar sus ahorros de planes habitacionales para enfrentar urgencias más inmediatas.
Los "campamentos" se van así multiplicando en los municipios periféricos de Santiago, donde hay más terrenos vacíos, pero en los cuales es a su vez más intensa la carencia de infraestructura sanitaria y urbana.
En la "toma" de Peñalolén, el comité, denominado "La Voz de los Sin Casa" ha establecido rigurosas formas de organización para atender mediante ollas comunes y un puesto de salud a las personas más pobres y en especial a los ancianos y los niños.
La organización que encabeza Alexis Paredes, un profesor desempleado, mantiene también una rigurosa disciplina para impedir que en el "campamento" se consuma alcohol o drogas y se produzcan rencillas entre sus habitantes.
El día 16 marcharon por el centro de Santiago 800 miembros de "La Voz de los Sin Casa", que se apostaron a unas cinco cuadras del palacio de gobierno de La Moneda, mientras una delegación llegaba hasta allí dejar una carta dirigida al presidente Frei.
Los "allegados" demandaron una intervención del mandatario para solucionar sus problemas habitacionales y negaron estar coludidos con Nasur, a quien acusan de querer especular con la venta de los terrenos ocupados por las 2.000 familias.
El empresario, indicaron, quiere cobrar por los terrenos el equivalente a 50 millones de dólares, en circunstancias de que los adquirió en menos de un millón de dólares. (FIN/IPS/ggr/mj/hd/99