El gobierno militar de Birmania se propone conquistar al pueblo y anunció, en menos de una semana, la conclusión de una serie de puentes y la inauguración de una represa, un hospital y una carretera, además de la renovación de una antigua pagoda de la capital.
La estabilidad y la consolidación nacional del estado se proclaman en carteles a lo largo de las amplias avenidas de Rangún.
Así mismo, los objetivos políticos, económicos y sociales de la dictadura aparecen diariamente en la primera página del oficialista periódico en inglés The New Light of Myanmar (La nueva luz de Myanmar, el nombre que los militares dieron al país).
Los militares aplastaron un levantamiento popular en 1988 y desde entonces tomaron el poder, pero aún se esfuerzan por conquistar el corazón del pueblo.
"Opónganse a quienes confían en elementos externos, a quienes hacen de informantes, a quienes tienen opiniones negativas", es uno de los lemas que se pueden encontrar en las páginas del diario.
"Aplastemos a todos los elementos destructivos, internos y externos, como si fueran uno solo y el mismo enemigo", y "opónganse a la intervención de los países extranjeros en los asuntos internos del estado", rezan otras dos consignas.
La junta militar, autodenominada Consejo Estatal de Paz y Desarrollo, insta al pueblo a cooperar con el gobierno y los militares, y a oponerse a los "malvados" designios de los países extranjeros, en particular, de Estados Unidos.
Un periodista del New Light of Myanmar atacó a la líder de la oposición, Aung San Suu Kyi, ganadora del premio Nobel de la Paz en 1991, acusándola de ser un títere de Estados Unidos y de Gran Bretaña, países que "llevan al mundo hacia el caos".
La dictadura consiguió cierta legitimidad cuando se incorporó a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en 1997 a pesar de las reservas manifestadas por algunos miembros, la fuerte oposición de los gobiernos de Occidente y de los activistas asiáticos por los derechos humanos.
Pero la postura no intervencionista de ASEAN y su política de "compromiso constructivo" no lograron convencer a la dictadura de mejorar la situación de los derechos humanos en el país y de permitir mayor libertad a su pueblo.
El gobierno mantiene su negativa a abrir un diálogo con la oposición, liderada por Suu Kyi, para resolver el estancamiento político.
Los observadores sostienen que, en realidad, la dictadura se volvió más represora, y que dirigentes opositores y sus simpatizantes son acosados, arrestados y presos.
La dictadura, aislada y condenada por la comunidad internacional, invitó a inversores extranjeros a construir hoteles, carreteras y puentes e incluso gastó una fortuna en la remodelación de la pagoda de Shwedagon, la principal atracción turística de la capital.
El gobierno inició una intensa campaña para restaurar las pagodas y templos antiguos, anunció el periodista Aung Zaw en la revista tailandesa Irrawaddy.
"Los generales visitan los sitios sagrados a diario. Pero habría que indagar la razón oculta de todo esto. Habría que saber si los generales realmente creen que pueden expiar sus pecados del pasado o si sólo intentan lavar sus culpas", se pregunta el periodista.
Suu Kyi, la mujer que se convirtió en símbolo de la lucha por la democracia birmana, minimizó los signos del progreso. "Dicen que hay más carreteras pero no tienen mucha utilidad, porque la gente es cada vez más pobre", comentó.
"Es cierto que hay más hoteles, pero están vacíos. Es cierto que hay más automóviles y más gente vive en casas mejores y más grandes, pero son personas que tienen conexiones con este régimen" militar, explicó Suu Kyi en junio a periodistas y activistas de países de ASEAN que visitaron Birmania.
"La gente en general no salió beneficiada con todo esto", dijo, y señaló que los autobuses siguen sobrecargados y los pobres son más pobres.
Suu Kyi agregó que muchos de los proyectos de construcción anunciados por los militares se lograron en base al trabajo forzado.
Birmania, al igual que otros países de Asia, sufrió los efectos de la crisis económica de la región. La inflación se disparó y el crecimiento se frenó. Los principales afectados fueron, como era de esperar, la clase media y los pobres.
"Antes, la clase media podía tener dos tipos de curry para su arroz. Pero ahora es difícil incluso tener uno solo. Las escuelas también son caras", dijo una anciana de la opositora Liga Nacional para la Democracia.
"Los puentes, los edificios, e incluso las carreteras no son esenciales para el verdadero desarrollo. Lo esencial sería tener mejores condiciones de vida, lo cual significa una mejor educación, mejor nutrición y sistema de salud pública", declaró Suu Kyi.
"De hecho, tenemos menos alimentos, menos educación y nuestra salud es peor de lo que solía ser. En realidad se puede decir que hubo una recesión, que retrocedimos en lugar de avanzar", sentenció. (FIN/IPS/tra-en/ral/js/ceb/aq/ip-hd/99