/BOLETIN-AMBIENTE/ SALUD: Brasil rechaza prohibición de asbesto en Europa

La industria de Brasil rechazó la decisión europea de proscribir la fibra de asbesto, al que se atribuye provocar cáncer y enfermedades pulmonares, en una controversia científica contaminada por intereses comerciales.

Es otra manifestación del proteccionismo de la Unión Europea (UE), en favor de los productores de fibras de origen petrolera y en contra de los países en desarrollo, señaló Antonio Luiz Aulicino, presidente de la empresa Eternit, la mayor productora brasileña del mineral cuestionado.

La UE decidió en mayo prohibir el uso y comercialización de todos los tipos de fibras de asbesto a partir del 2005, lapso en el cual se buscarán alternativas para los 300.000 empleados directos e indirectos en actividades dependientes del producto.

Ese material, empleado en construcciones, buques, frenos de vehículos, tejidos y muebles, especialmente como aislante térmico, provoca asbestosis, enfermedad que reduce la capacidad respiratoria, y varios tipos de tumores malignos, indican estudios europeos.

En Francia ya se registraron miles de muertes atribuidas al cáncer provocado por el asbesto, enfermedad cuyo desarrollo puede demorar 20 años.

Un estudio publicado en la revista médica británica The Lancet pronostica que habrá otras 250.000 víctimas en los próximos 30 años en Europa occidental.

Francia prohibió en 1997 la importación de esa fibra, iniciando la disputa comercial que ahora se amplía a toda la UE.

Canadá se quejó ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) y pidió un arbitraje en un panel en defensa de sus grandes exportaciones al mercado francés.

Brasil y Zimbabwe se unieron a la iniciativa canadiense, enmarcándola en el enfrentamiento entre el Norte industrializado y el Sur en desarrollo.

La sospecha de que no solo razones sanitarias y ambientales están por detrás de la actitud europea se basa en la creciente cantidad de disputas generadas por restricciones de la UE a sus importaciones.

Las barreras comerciales que impone y los subsidios que otorga la UE para el sector agrícola constituyen el gran obstáculo en las negociaciones con el Mercado Común del Sur (Mercosur, conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y motivo de quejas de Estados Unidos y otros grandes productores.

También los granos transgénicos y la carne de vacunos tratados con hormonas enfrentan restricciones justificadas por riesgos a la salud humana, que no tendrían comprobación científica, según los exportadores de otras regiones.

Con relación al asbesto, la industria y la diplomacia brasileña argumentan que el tipo producido en el país, crisotila o amianto blanco, es distinto y menos peligroso que el europeo, de fibras anfibólicas, que son azules.

Los productos brasileños contienen magnesio, que el cuerpo humano elimina, mientras los de Europa causan daño por contener hierro. Los productos hechos con el amianto brasileño, como tejas y reservorios de agua, serían inofensivos.

La amenaza estaría en las minas y las industrias en que los obreros trabajan en medio del polvo de amianto. Pero el manejo controlado y los cuidados adoptados desde la década pasada redujeron los riesgos, sostiene la Asociación Brasileña del Amianto, que reúne empresas del sector.

Son opiniones corroboradas por algunos científicos, incluso europeos, como el toxicólogo suizo David Bernstein, que participaron en un seminario sobre el asunto hace una semana en Sao Paulo.

Pero no hay seguridad de que los cuidados eviten la asbestosis y el cáncer, contrarrestan otros investigadores, como Diogo Nogueira, de la Universidad de Sao Paulo, recordando los centenares de trabajadores que contrajeron esas enfermedades en las minas o en las variadas industrias que utilizan la fibra.

Es otra polémica en que es difícil discernir entre intereses económicos y verdaderas preocupaciones sanitarias.

Brasil está entre los cuatro mayores productores mundiales de asbesto, superado por Rusia, Canadá y Casaquistán, con 200.000 toneladas anuales, de las cuales un cuarto es exportado a 20 países, representando ingresos cercanos a 35 millones de dólares.

Japón y otros países asiáticos absorben la mayor parte. El mercado europeo se redujo drásticamente desde la prohibición francesa y se limita a pequeñas importaciones alemanas para su industria química. (FIN/IPS/mo/dm/if en/99

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