Nueve personas se encuentran en huelga de hambre en esta localidad del centro de India para protestar por la represa que en los próximos dos meses provocará la inundación de aldeas con más de 12.000 habitantes.
Agricultores de las tribus del Valle de Narmada han cultivado maíz y legumbres durante siglos en sus fértiles tierras, pero este año no saben si podrán recoger la cosecha junto al río homónimo en el centro de este país.
Localidades como Domkhedi y Jalsindi seguramente quedarán sumergidas dentro de dos meses cuando el río Narmada, crecido por la lluvia, pase por encima del muro de 88 metros de altura de la polémica represa Sardar Sarovar, 70 kilómetros río abajo de este pueblo.
Ahora, aunque las lluvias monzónicas aún no azotaron con toda su furia al centro del país, el río ya está creciendo y a punto de desbordarse en Jalsindhi, un centro neurálgico del movimiento de resistencia a la represa.
Las familias de las tribus de Jalsindhi, como otros en la zona que quedará sumergida a lo largo de 214 kilómetros para permitir la creación del embalse de la represa, permanecen en sus casas de barro y paja, en las tierras que trabajaron sus ancestros.
"Nos ahogaremos, no nos moverán", es la consigna que se escucha en estas aldeas de los estados de Madhya Pradesh y Maharashtra, donde los aldeanos apoyan firmemente la resistencia dirigida por el Movimiento Salven al Narmada.
La semana pasada, numerosas personas de la región de Nimad, en Madhya Pradesh, caminaron por las colinas y llegaron por bote a la remota Domkhedi, donde comenzó un movimiento de resistencia pasiva el 20 de junio.
El domingo 4, luego de una reunión al aire libre que duró todo el día y donde todos los que querían hablar pudieron hacerlo, nueve personas, entre ellas Medha Patkar, del Movimiento Salven al Narmada, comenzaron un ayuno de ocho días.
Patkar, también llamada "deedi" o "jeeji", hermana en muchos idiomas indios, también comenzó un período de silencio durante el ayuno, que concluirá con otra reunión el lunes 12 en la que, informó, se anunciará una importante decisión para el futuro del movimiento de resistencia que ya lleva 14 años.
Es hora de "pensar", dijo el domingo ante un público absorto de viejos y jóvenes, hombres, mujeres y niños, algunos de ellos de lugares lejanos de India que llegaron a la remota aldea para expresar su solidaridad.
"Debemos pensar…cómo mantener con vida nuestro reclamo por la vida. Hemos protestado durante 14 años, apelado al pueblo, solicitado la ayuda de la gente. Ahora nos quedaremos aquí y no iremos a Bombay o Nueva Delhi. Debemos decidir", dijo en un discurso cargado de emoción.
Patkar dijo entonces a IPS que la lucha contra la represa, que costó 475 millones de dólares, llegó a un "punto decisivo". "Todo movimiento tiene sus hitos. Este es un momento muy crítico", agregó.
Las tribus han vivido en esta zona durante generaciones, no por los que le daba el gobierno, sino por lo que obtenían de la selva, el río y la tierra, explicó.
Jalsindhi, en el estado de Madhya Pradesh, y Domkhedi, en el estado de Maharashtra y junto al río Khad, un tributario del Narmada, quedarán sumergidas por el agua.
Se puede llegar a ambas aldeas sólo en botes motorizados que el Movimiento Salven al Narmada adquirió gracias a los 34.000 dólares que la novelista Arundhati Roy donó del premio Booker, el mayor galardón literario de Gran Bretaña, que le fue concedido por su obra en 1997.
Antes de que comenzara la construcción de la represa, el Narmada, el único gran río indio que fluye de este a oeste, se atravesaba con facilidad, incluso en la época de los monsones, en los tradicionales botes de madera confeccionados de un solo tronco de árbol.
Ahora en Jalsindhi el río fluye hacia atrás dada la fuerza del impacto del agua contra el muro de la represa. Los aldeanos aseguran que el lodo que se deposita en las riberas atrapa y mata a sus animales que abrevan en el lugar.
El miércoles, el lodo, similar a arena movediza, se cobró su primera víctima humana. Una niña de siete años, Lata Vasave, de Domkhedi, fue a buscar agua y se ahogó tras quedar atrapada en la ribera.
"Lata es una víctima del sistema inconsciente y abonado por el afán de lucro que hizo avanzar el proyecto. La represa ya hizo miserable la vida de la gente del valle", declararon por escrito Patkar y dos de sus acompañantes en el ayuno.
Para los residentes tribales, sus aldeas les permitían ser autosuficientes antes de que el embalse comenzara a llenarse en 1994.
"No necesitábamos nada del mundo exterior. Lo único que comprábamos era la sal. Y a cambio vendíamos legumbre, maíz, cabras o pollos cuando teníamos necesidad de dineron", aseguró el habitante de Jalsindhi Bava Mahalia.
El río "era azul. El ganado abrevaba en sus aguas, los niños jugaban en él y nosotros pescábamos", agregó.
"¿Cómo podemos vivir sin nuestra tierra? Esta selva, la tierra y el río son nuestros, nadie nos lo puede quitar", dice a quien quiera escucharlo. (FIN/IPS/tra-en/an/rdr/aq/en-hd/99