/BOLETIN-AMBIENTE/ BRASIL: La agricultura transgénica divide a los científicos

La comunidad científica de Brasil aparece dividida frente a la cuestión de los organismos genéticamente modificados en la agricultura.

Los granos transgénicos son un tema central y el más polémico de la reunión anual de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), que se realizó esta semana en Porto Alegre, capital del estado sureño de Río Grande del Sur.

La SBPC defendió ante el Congreso Nacional una moratoria de cinco años para la producción comercial de alimentos modificados genéticamente, con el fin de mejorar la evaluación de sus consecuencias ambientales y en la salud humana.

Ese plazo es necesario, porque el país no tiene condiciones aún para controlar y hacer seguro el consumo de tales productos, indicó la presidenta de la principal asociación científica de Brasil, Glaci Zancan, elegida en esta reunión.

Ese período se utilizaría para efectuar pruebas y análisis de riesgos, aprovechando los avances científicos, sostuvo Zancan, profesora de bioquímica de la Universidad Federal de Paraná.

La siembra comercial de la soja transgénica desarrollada por la empresa estadounidense Monsanto ya fue, sin embargo, autorizada por la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio) y por el Ministerio de Agricultura.

La CTNBio, organismo multidisciplinario subordinado al Ministerio de Ciencia y Tecnología, aprobó también más de 600 proyectos experimentales con plantas genéticamente modificadas, especialmente soja, maíz y arroz.

Técnicos del Ministerio de Agricultura admitieron no tener capacidad para hacer un seguimiento e inspecciones de tantos experimentos.

Medidas judiciales requeridas por organizaciones de defensa del consumidor y gobiernos estaduales, con apoyo incluso del Ministerio de Medio Ambiente, están trabando la producción de soja de Monsanto.

Los gobiernos de Río Grande del Sur y Mato Groso del Sur, los estados que concentran la producción de soja en Brasil, tratan de impedir la siembra, incluso la experimental, a través de sucesivas interdicciones y proyectos de ley en trámite en sus respectivos parlamentos.

La polémica sobre los organismos genéticamente modificados ganó fuerza en la reunión de la SBPC, debido también a que se realiza en la capital de Río Grande del Sur, cuyo gobernador, Olivio Dutra, es enemigo declarado de la producción de estos organismos.

Dutra pretende hacer de su estado un "territorio libre de productos transgénicos".

El profesor de la Universidad Federal de Río Grande del Sur, Francisco Salzano, que fue objeto de un homenaje por parte de la SBPC por sus investigaciones en genética, atacó como "medieval" y "stalinista" la posición de la gobernación.

Dutra respondió que no aceptará la "dictadura de Monsanto", en referencia a los métodos de la compañía transnacional, que impone condiciones y busca conquistar el monopolio en la venta de semillas, según sus críticos.

El clima de disputa, generado por el tema en la reunión científica, se manifestó en los fuertes abucheos con que los participantes recibieron al ministro de Ciencia y Tecnología, Luiz Carlos Bresser Pereira, que apoya la liberación de los productos transgénicos, aunque identificados en sus etiquetas.

La nueva presidente de la SBPC emitió un comunicado aclarando que es favorable a las técnicas de ingeniería genética, como factor de "mejores condiciones de vida para la población", pero con riguroso examen de cada caso.

La CTNBio cometió un error al aceptar evaluaciones de sus variedades de soja hechas por la misma empresa Monsanto, interesada en el caso, dijo Zancan.

La científica defiende una ampliación de la Comisión para incorporar análisis de toxicología, epidemiología y nutrición, actualmente ausentes.

Las divisiones entre los científicos y autoridades, incluso dentro del gobierno federal, son estimuladas por presiones de las empresas transnacionales de las semillas, como Monsanto y la alemana AgrEvo.

Por otra parte, sucesivas misiones comerciales europeas apoyaron las actitudes de rechazo a la transgenia, indicando que solo granos convencionales tendrán un mercado asegurado en Europa. Esa región es el principal mercado para la soja brasileña.

La falta de consenso respecto de las consecuencias sobre la salud humana, el medio ambiente y las exportaciones agrícolas hace hesitar al país sobre la conveniencia de liberar, postergar o proscribir los alimentos transgénicos. Todo indica que la reunión de la SBPC no ayudará a superar las dudas. (FIN/IPS/mo/dm/en/99

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