El gobierno de Bangladesh cerrará dos burdeles y aplicará una política de reinserción social de las trabajadoras sexuales con el objetivo final de eliminar la prostitución en este país de Asia meridional.
Los dos prostíbulos de Tanbazar y Nimtoli, de 150 años de antigüedad y situados en Narayonganj, una ciudad puerto, satélite de la capital, cuentan ahora con protección estatal.
El gobierno creó en junio una comisión que elaborará un plan de rehabilitación para las cerca de 6.000 prostitutas que trabajan allí y que se resistieron a cerrar su fuente de trabajo, como lo exigían grupos de ciudadanos que sostenían que su profesión es contraria al islam.
La primera ministra Sheikh Hasina Wajed anunció que se destinaron 400.000 dólares para la rehabilitación social de las mujeres, una experiencia sin precedentes en el país.
En 1997, cerca de 900 prostitutas fueron expulsadas a la fuerza del prostíbulo de Kandupatty, en Dacca, y los nuevos dueños del local construyeron un enorme complejo comercial en su lugar.
Ahora se intentó hacer lo mismo en Tanbazar y Nimtoli, pero las prostitutas se resistieron y anunciaron que no se irían mientras no se les garantice un modo alternativo de ganarse la vida.
La campaña de las prostitutas conquistó a muchas organizaciones no gubernamentales (ONG) y a los medios de comunicación, que denunciaron los intentos de expulsarlas mediantes cortes de gas, agua y luz.
El acoso cesó cuando intervino el gobierno para asegurarles que ninguna de ellas sería expulsada de los históricos burdeles mientras no se organizara la forma en que pudieran ganarse la vida de manera "honesta".
La prostitución está vinculada a la pobreza y la explotación femenina, y tanto una como la otra no se pueden eliminar por sí solas, señaló Rashida Amin, una activista por los derechos de las mujeres.
La reinserción social de las prostitutas constituirá un hecho aislado y no servirá para liberar al país de la prostitución si no se lleva a cabo un programa sistemático para aliviar la pobreza, sostuvo Amin.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) destinó dos millones de dólares a una campaña de reinserción social de las prostitutas en cuatro burdeles, entre los cuales se encuentran Nimtoli y Tanbazar, situados a 25 kilómetros de Dacca.
El programa "Capacitación de las mujeres menos privilegiadas de la sociedad para aliviar la pobreza y crear ocupaciones sustentables" se propone brindar tratamiento médico y formación vocacional, a través del Departamento de Bienestar Social del gobierno.
El programa estará supervisado por una comisión del gobierno, médicos de Salud Pública de los distritos implicados, y representantes del PNUD y de las ONG.
La mayoría de los trabajadores sociales comparten la opinión de que cerrar burdeles y rehabilitar a unos pocos miles de prostitutas no terminará con la prostitución en Bangladesh, dónde la gran mayoría de la población vive en la pobreza absoluta.
Dacca tiene un exceso de población, ya que allí viven ocho millones de personas. Entre 50.000 y 60.000 mujeres jóvenes y adultas venden su cuerpo en casas privadas, sin los permisos necesarios, a menudo con la aquiescencia de la policía de la zona.
Las más vulnerables a los proxenetas son las mujeres y las niñas procedentes de la zona rural, que caen en las redes de la prostitución y no tienen medios para resistirse.
Incluso niñas de 10 años son obligadas a prostituirse y se las puede ver ofreciendo sus servicios en los parques, en la salida de las salas de cine y otros lugares públicos.
Casi 22 por ciento de las prostitutas se prostituyen para escapar a la extrema pobreza y ayudar a sus padres ancianos o a su familia numerosa, 15 por ciento cayó en las redes de un proxeneta, y 14 por ciento sigue los pasos de su madre, según una investigación de la Asociación de Mujeres Abogadas de Bangladesh.
La mayoría de las prostitutas padecen enfermedades de transmisión sexual, sobre todo gonorrea y sífilis, declaró el dermatólogo M.M. Insan.
Las prostitutas no tienen medios para exigir a sus clientes el uso de preservativos, aunque saben el peligro que eso representa para su salud, reveló un estudio de la organización humanitaria Care Bangladesh y de una ONG local. El problema es que no tienen otra fuente de ingresos.
Clientes como policías y estudiantes suelen ponerse violentos cuando las prostitutas les exigen el uso del condón, según el informe.
Las prostitutas se encuentran en lo más bajo de la escala social, y son las excluídas por excelencia, al extremo de que no se les permite usar zapatos fuera de la zona de burdeles.
Existen 19 prostíbulos registrados en Bangladesh, pero la población flotante de prostitutas es mucho mayor que la que se conoce, declaró Sultan Mahmud, director de la ONG Salven a los Niños, filial de Australia. (FIN/IPS/tra-en/ti/an/ceb/aq/hd-pr/99