La crisis económica que padece Rusia desde la disolución de la Unión Soviética en 1991 redujo drásticamente el presupuesto de museos, bibliotecas y del renombrado Teatro Bolshoi de Moscú, una de los símbolos de la cultura de este país.
Muchas cosas escasean en Rusia, pero no los lectores en la Biblioteca Estatal Rusa, la más grande de Europa, aunque muy pocos de sus empleados, mal remunerados y sobrecargados de trabajo, se alegran por la afluencia de público.
"El trabajo aquí, por turnos, es realmente extenuante", dijo Marina, una empleada de la biblioteca antes llamada Lenin y todavía conocida por todos como "Leninka". "El salario es totalmente insuficiente porque con 600 rublos (25 dólares) por mes es imposible vivir en Moscú", aseguró.
El gobierno parece haber olvidado a la vasta red de bibliotecas del país, y el problema es tan evidente que hasta el ministro de Cultura lo reconoce.
"Por supuesto, es una vergüenza que empleados de instituciones culturales reciban sueldos muy inferiores al nivel de subsistencia", declaró a IPS el ministro Vladimir Yegorov.
Yegorov no es un extraño a las bibliotecas porque antes de su nombramiento el año pasado era director de "Leninka". "Incluso con todos mis diplomas y títulos honoríficos, el sueldo del director era de 1.800 rublos (75 dólares)" por mes, recordó.
"La financiación necesaria para sostener las actividades culturales rusas es 20 o 30 veces superior a los 100 millones de dólares anuales del presupuesto actual", declaró. Debido a la falta de fondos, muchas instituciones dependen de la ayuda exterior.
Un proyecto financiado por la Unión Europea con 1,1 millones de dólares ayuda a que "Leninka" computarice su catálogo y vasta colección de libros.
El famoso Teatro Bolshoi, que es sede de una de las compañías y escuelas de ópera y ballet más famosas del mundo, es otro ejemplo de las brutales leyes de mercado.
Sus administradores, poco optimistas ante una posible financiación oficial, luchan por obtener más ingresos con proyectos y actuaciones internacionales.
La organización de las Naciones Unidas para la Cultura, la Educación y la Ciencia (UNESCO) lanzó una campaña internacional para conseguir los 350 millones de dólares que permitirán rescatar al dilapidado teatro moscovita con 142 años de antigüedad.
"El Bolshoi es reconocido en todo el mundo, y nosotros tenemos mucho interés en mantener esa reputación", dijo Vladimir Vasiliyev, director artístico del teatro.
"Uno de los objetivos es ampliar nuestro pública mediante sustanciales renovaciones tecnológicas, de hecho es una cuestión de supervivencia".
"No hay duda de que el Bolshoi necesita más espacio para su programa de expansión productiva, que ahora incluye unas 30 actuaciones al mes comparadas con la decena de hace un siglo", explicó.
Pero no sólo bibliotecas y espectáculos artísticos padecen la crisis económica, ya que la mayoría de los museos rusos soportan una crónica escasez de fondos y no pueden cubrir los gastos más imprescindibles como sueldos y pensiones.
Por ejemplo, la Galería Tretyakov de Moscú, que alberga a una de las más notables colecciones de arte ruso y reabrió en 1995 tras una década de restauraciones, fue amenazada con la clausura debido a que no pudo pagar los sueldos de sus guardianes de seguridad.
Las 62 salas del edificio principal y su anexo cercano están dotadas de 100.000 obras de arte que abarcan desde íconos medievales hasta famosas pinturas contemporáneas.
La reducción de los subsidios estatales redujeron su presupuesto. Hace poco, corrió el peligro de quedar sin luz porque no pudo pagar la electricidad.
Expertos advirtieron que muchas obras de arte podrían dañarse porque los museos no pueden pagar restauraciones o mantener condiciones adecuadas de temperatura y humedad en sus salas. Los subsidios estatales son solo una fracción de lo que se necesita, e incluso, muchas veces no son pagados a tiempo.
No obstante, el ministro Yegorov percibe una luz en el fondo del túnel. Desde comienzos del año el gobierno federal mejora su imagen y cumple sus obligaciones con las instituciones culturales, afirmó. "En marzo, el desembolso federal fue de 120 millones de rublos, pero en abril subió a 220 millones", dijo.
Sin embargo, esas cifras son insuficientes, y tanto artistas como autores critican la política cultural oficial. Hace dos años, el presidente Boris Yeltsin aprobó un plan para lanzar un canal estatal de television llamado "Kultura", para contrarrestar la penetración cultural extranjera.
Sin embargo, ese canal, que pasa viejas películas soviéticas y documentales artísticos, tambien padece una grave escasez de fondos y es imposible que pueda competir con los canales comerciales privados, que se basan sobre todo en monolíticas producciones de Hollywood.
Yegorov argumentó que algunas instituciones culturales del país están ganando dinero y pueden cubrir parcialmente sus necesidades actuales. "Leninka", por ejemplo, gana el equivalente de un tercio de su presupuesto, señaló.
"Pero no debemos hacernos ilusiones", admitió. "La cultura en general jamás podrá sostenerse económicamente y necesita financiación oficial o privada. La suerte de la cultura rusa depende de la habilidad del país para revertir el actual colapso económico", sentenció. (FIN/IPS/tra-en/sb/ak/ego/aq/cr/99