El jefe del ejército argentino, general Martín Balza, sostuvo hoy que "la política quedó desterrada para siempre" de las filas de esa fuerza.
Balza, autor de una histórica autocrítica por la represión durante la última dictadura (1976-83), hizo esta afirmación al confirmar su determinación de la víspera de separar del ejército al capellán militar Oscar Astorga, por negarse a ofrecer una misa por la recuperación del ex presidente Raúl Alfonsín (1983-89).
Balza aseguró que "no hay absolutamente ninguna restricción" para un sacerdote, aun cuando la misa hubiera sido celebrada por el capellán en un cuartel, y no en una parroquia de pueblo como fue este caso.
"La política quedó desterrada para siempre del ejército, porque ya nos dio muchos dolores de cabeza", dijo Balza, quien aseguró que esa opinión es compartida por todos quienes lo acompañan en la conducción de las Fuerzas Armadas.
"No comparto la actitud del sacerdote, ni como militar ni como creyente, porque pienso que la piedad es para con la persona humana y no para con el político", afirmó el jefe del ejército y añadió que la actitud de Astorga "no ayuda a la reconciliación".
Las relaciones entre Alfonsín y los militares fueron tensas tras su decisión de juzgarlos por los crímenes cometidos durante la dictadura. Luego que la justicia condenó a los ex comandantes, soportó dos sublevaciones militares que derivaron en leyes de amnistía.
Con la Iglesia Católica, las relaciones no fueron mejores. Alfonsín impulsó leyes como las de divorcio y las relativas a la planificación familiar, además de nombrar por primera vez en la historia un ministro de Educación agnóstico.
El accidente sufrido por Alfonsín el 17 de junio, cuando salió despedido por el parabrisa de un vehículo y está delicado, desató una ola de reconocimiento hacia su persona.
Su prestigio estaba opacado desde que finalizó su gestión seis meses antes del plazo previsto, para frenar el caos de la hiperinflación y los saqueos. Pero tras el accidente muchos destacaron su honestidad, su coherencia y su vocación por la actividad política aún de bajo perfil.
En ese contexto, Balza consideró "incomprensible e inadmisible" la respuesta negativa del capellán a los feligreses que le pidieron que mencionara a Alfonsín en la misa, en el momento en que se pide por la salud de los enfermos o por el alma de los fallecidos.
La solicitud la había hecho una mujer de la Unión Cívica Radical de la localidad de Verónica, en la provincia de Buenos Aires, ante Astorga, párroco de la iglesia Nuestra Señora de Lourdes, capellán con rango de teniente primero que iba a ascender a capitán en diciembre.
Astorga respondió que por tratarse de una figura pública y a cuatro meses de elecciones presidenciales, el pedido lo comprometía y requería de una autorización del ejército. "Hay gente que lo ama y gente que odia a Alfonsín, y yo tengo que ser equilibrado", dijo.
La misa se celebró sin que lo mencionara y sólo lo nombró 15 días después en un nuevo oficio religioso, luego que la denuncia de los reclamantes ya había aparecido en un semanario de Verónica.
En su descargo, Astorga insistió este jueves en que el pedido se le presentó "con poca anticipación" y que los feligreses que se lo hicieron pretendían "un poquito de bandera, nombrarlo y algo más".
El sacerdote fue despedido de su cargo y se le quitó el grado y el salario. La decisión fue adoptada por Balza con el respaldo pleno del Capellán Mayor del Ejército y del Arzobispado de La Plata, que tiene jurisdicción sobre la parroquia de Verónica. (FIN/IPS/mv/ag/ip-cr/99