Representantes de más de 100 países asisten desde hoy, en la capital italiana, a una conferencia para la puesta en marcha del último convenio internacional sobre comercio de plaguicidas y otras sustancias químicas peligrosas.
En la reunión, que se realiza en la sede de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), se discutirá el establecimiento de un mecanismo para la incorporación de nuevas sustancias que deberían ser objeto de observación.
Estos productos deberían someterse a un control más eficaz y eventualmente ser prohibidos, señalaron el lunes en una conferencia de prensa expertos que asisten a la reunión, organizada también por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Seis nuevas sustancias (binapacryl, bromacil, diclorido de ethylene, óxido de ethylene, hidrácida maleica y toxaphene) serán incorporadas a una lista ya existente, formada por cinco sustancias químicas industriales y 22 plaguicidas.
Se trata de sustancias químicas que todavía se pueden producir y comercializar a pesar de que causan graves daños a la salud y el ambiente.
La lista de productos en observación es establecido en el marco del Convenio de Rotterdam sobre el Procedimiento de Información y Consentimientos Previos para Algunas Sustancias Químicas y Plaguicidas Peligrosos en el Comercio Internacional.
El Convenio de Rotterdam fue adoptado en septiembre de 1998 y hasta ahora lo han firmado 60 Estados. Una vez que el tratado haya sido ratificado por 50 parlamentos, entrará en vigor.
No obstante, los Estados han acordado su cumplimiento voluntario desde ahora para salvaguardar la salud humana y el ambiente de los efectos perjudiciales de esas sustancias químicas.
El Convenio de Rotterdam defiende tanto la salud humana como el ambiente en los países en desarrollo donde puede existir una exposición inaceptable a plaguicidas y sustancias químicas industriales.
La norma impide la exportación de sustancias químicas o plaguicidas peligrosos prohibidos o sometidos a drásticas restricciones en al menos dos países en dos zonas diferentes del mundo, a menos que haya acuerdo explícito del país importador.
El tratado incluye también las fórmulas de plaguicidas peligrosos para ser usados aun con garantías de seguridad por los agricultores de los países en desarrollo.
Si un país prohibe la importación de compuestos peligrosos, está también obligado a prohibir la producción nacional de los compuestos para consumo interno.
Los mercados donde más crece la importación de estas sustancias son los del mundo en desarrollo, explicó la FAO, la mayor agencia de las Naciones Unidas (ONU), que tiene su sede en Roma. (FIN/IPS/jp/mj/dv en/99