La noticia de que un otrora cotizado futbolista uruguayo carecía de cobertura médica cuando fue internado por una grave insuficiencia respiratoria desnudó imprevisiones de los jugadores de fútbol en las áreas sanitaria y jubilatoria.
Yubert Lemos, de 37 años y en el ocaso de su carrera deportiva, fue internado hace una semana en un sanatorio privado en el que debe pagar el equivalente a 1.000 dólares diarios por su atención en el centro de tratamiento intensivo.
El futbolista jugó en los equipos uruguayos de Bella Vista, Progreso, Cerro, Fénix y Nacional, con el que salió campeón mundial de clubes en 1988 en Japón. También jugó en Independiente de Medellín, de Colombia.
Mediante el pago de una cuota mensual reajustable, equivalente hoy a 60 dólares, según datos oficiales, 46,59 por ciento de los uruguayos están afiliados a diversos seguros colectivos privados de atención médica.
Por ese pago el afiliado tiene derecho a recibir atención médica y medicamentos, por los que debe pagar un canon extra, y también a ser internado y a que se le practiquen intervenciones quirúrgicas sin costo.
Lemos no tenía seguro, por lo cual, mientras esperan que se recupere, sus amigos buscan la forma de pagar el costo de su internación.
Los jugadores en actividad, ya sea por decisión de sus clubes o de la Asociación Uruguaya de Fútbol, organismo rector del deporte, están afiliados a ese seguro.
Sin embargo, cuando abandonan un club y esperan ser contratados por otra institución, cuando pasan a jugar al exterior, o cuando se retiran, dejan de contar con ese seguro médico.
Lemos, que carecía de club y estaba entrenando con un grupo de jugadores en similar condición, no tenía seguro médico.
Fernando Silva, presidente de la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales, tiene 35 años de edad y está pensando en su retiro definitivo, porque no juega desde 1997.
En declaraciones al diario El País, Silva dijo que el problema de los jugadores es que se "jubilan" muy jóvenes, y atribuyó la imprevisión que implica no tener seguro médico a un problema "cultural".
"Cuando pasaste muchos años de tu vida en el deporte, difícilmente se presente un problema de salud. Parece que la muerte y la enfermedad no existen", razonó Silva, quien admitió que él mismo permaneció muchos años sin seguro médico.
El dirigente gremial aclaró que afiliarse a un seguro de salud no es en muchos casos un problema económico, explicando que conoce muchos jugadores que tienen una situación económica desahogada y no tienen seguro. "Puede ser un problema cultural", insistió.
La mayoría de los futbolistas uruguayos sostienen que la seguridad social es imprescindible para los deportistas, porque en este país son pocos los que pueden ahorrar dinero con su trabajo.
Santiago Ostolaza, de 37 años de edad y en plena actividad en el club Defensor Sporting, indicó que los futbolistas uruguayos se cuentan entre los peor remunerados de América Latina.
En 1998 hubo 89 jugadores uruguayos trasferidos a diversas instituciones de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, China, Colombia, España, El Salvador, Kuwait, México y Paraguay, entre otras naciones.
José Luis Pintos Saldanha, de 35 años, ex compañero de Lemos en Nacional, dijo que para un jugador es "una situación horrible" dejar el fútbol "y no tener ningún tipo de apoyo social".
Pintos Saldanha, que se encontraba en una difícil situación económica, trabaja desde hace unos meses como secretario privado de Eduardo Ache, quien es presidente de la estatal Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland, y también dirigente de Nacional.
El sueldo promedio de los jugadores de Peñarol y Nacional, los dos mayores clubes de Uruguay, es de 2.300 dólares mensuales, aunque algunos futbolistas de esas instituciones cobran alrededor de 10.000 y hasta 20.000 dólares, según una investigación de El País.
El sueldo promedio en los otros 13 clubes de primera división es de 850 dólares mensuales, aunque unos pocos jugadores de dos o tres instituciones de las llamadas "chicas" (todas menos Peñarol y Nacional) cobran alrededor de 3.000 dólares mensuales.
No obstante, hay clubes que deben entre dos y tres meses de sueldo a sus futbolistas, y uno de ellos, Rampla Juniors, no les paga su salario desde comienzos de este año.
Esta semana, los jugadores de Nacional se declararon en situación de conflicto porque el club les debe dos meses de sueldo y seis meses de las primas acordadas en los respectivos contratos.
Hasta 1996 los jugadores aportaban por sueldos fictos mínimos al estatal Banco de Previsión Social (BPS). Ese año se modificó el sistema de aportes jubilatorios, mediante una ley que determinó, entre otras cosas, la irrupción en el mercado de administradoras privadas de ahorros previsionales.
Mediante un decreto aprobado ese año, los jugadores pasaron a aportar al BPS 15 por ciento de un sueldo base de 220 dólares, por lo cual cuando se jubilan reciben una pequeña cantidad mensual.
Héctor Olmos, asesor jurídico del BPS y ex dirigente de Nacional, dijo que era comprensible que con el régimen anterior los jugadores de fútbol no quisieran realizar aportes, porque el cálculo de sus jubilaciones se estimaba en base al promedio de los últimos cinco años trabajados.
Con el nuevo sistema, se computan los últimos o los mejores diez años de salarios, según sea más conveniente para el interesado, y eso permite a los futbolistas que se tenga en cuenta su período de mayor esplendor deportivo, dijo Olmos. (FIN/IPS/rr/dg/pr/99)