Las migraciones, que cada año mueven en el mundo a por lo menos 15 millones de personas, constituyen un fenómeno que ha llegado para quedarse y conviene acostumbrarse a que no va a parar, advirtió la Confederación Mundial del Trabajo (CMT).
En consecuencia, deben desecharse las ideas de detener ese flujo y aun más las de mandar de vuelta a casa a los inmigrantes, señaló el ghanés Claude Akpokavie, jefe del departamento de normas laborales de la CMT, una central internacional obrera radicada en Bruselas.
Un estudio preparado por la CMT propone procurar los métodos más eficaces para proteger a mujeres y hombres que tuvieron el coraje de dejar todo atrás en busca de una nueva vida.
La central dedicó su informe anual a la cuestión de las migraciones, en atención a la actualidad del tema y a que figura en el orden del día de la comisión de normas laborales de la Conferencia Mundial del Trabajo reunida en Ginebra hasta el 17 de junio.
Ningún sector, incluído el sindical, está exento del problema del rechazo creado por las migraciones, advirtió en la presentación del documento el secretario general de la CTM, Willy This.
De nada sirve ocultar que en el mundo laboral también hay manifestaciones de xenofobia y aún de racismo, aguzadas por las amenazas al empleo, a los ingresos y a la seguridad social, cuando existe, reconoció This.
Pero el líder sindical advirtió que nadie, salvo quienes detentan el poder económico, se benefician de esa división entre los trabajadores.
Las migraciones, según los datos de la CTM, se caracterizan por el número creciente de personas involucradas. Entre 1970 y 1990 sumaron un promedio de seis millones por año, con una máxima de 14,5 millones en 1989.
Al mismo tiempo, los canales de desplazamiento se desperdigaron, y ese fenómeno dió lugar a la privatización de las migraciones, muchas veces manejadas por traficantes inescrupulosos, los tristemente célebres "coyotes", dijo Akpokavie.
Aumenta la emigración de trabajadores no calificados, que a menudo solo pueden apelar al recurso del ingreso ilegal y de permanencia irregular en el país de recepción.
Otro fenómeno consolidado en los últimos años, la feminización de las migraciones, ha corrido paralelo al de "feminización de la pobreza", observó la peruana Kattia Paredes, coordinadora del departamento de Mujer y Trabajo de la CMT.
Akpokavie comentó en una conferencia de prensa, esta semana, haber recibido un correo electrónico informando de la muerte, el 26 de mayo, de Glenda Lorio, una filipina de 31 años que trabajaba en Hong Kong como empleada doméstica.
Lorio fue aparentemente asesinada por su empleador, quien anteriormente la había sometido en forma sistemática a violaciones y ultrajes. El mensaje, dijo el dirigente de la CMT, no precisaba si recaerá algún castigo sobre el homicida.
El caso de Lorio pone en primer plano los padecimientos que soportan las trabajadoras domésticas en todo el mundo y justifica el estudio elaborado, dijo la CMT, una central de origen socialcristiano que sigue ahora una línea independiente.
Paredes calculó que 57 millones de mujeres trabajan fuera de su país, y señaló que el fenómeno crece en Asia. De los asiáticos que han abandonado su tierra de origen, más de 15 por ciento son mujeres.
En el pasado, la migración de las mujeres era pasiva, ligada a los desplazamientos del hombre. En la actualidad, la mujer toma la iniciativa en busca de mejores situaciones, observó Paredes.
Entre los motivos de las migraciones figura la pobreza del país de origen, una causa determinante no sólo entre el Norte industrializado y el Sur en desarrollo, sino también entre regiones del Sur.
La globalización juega también en la migración un papel llamado a crecer, opinó Akpokavie. "Todo indica que las fronteras políticas entre los estados se abrirán cada vez más", estimó.
Un elemento ignorado con frecuencia, que interesa a las organizaciones sindicales, es el comportamiento de las empresas que, con el objetivo de reducir los costos, recurren al trabajo más barato posible, tanto en salarios directos como en otras erogaciones.
Las migraciones internacionales se han convertido en un elemento estructural de la economía globalizada y es probable que esa evolución se intensifique, resumió el sindicalista africano.
La CMT reclamó el reconocimiento de la igualdad de oportunidades y de tratamiento para trabajadores nativos y migrantes. Esa equiparación, extensiva tanto para mujeres como para hombres, debe materializarse en las leyes sociales y también en la práctica.
La central obrera demandó la ratificación, el respeto y el cumplimiento de los convenios básicos de la Organización Internacional del Trabajo y de los referidos a las migraciones.
Las aspiraciones sindicales incluyen asimismo la eliminación de las formas intolerables de trabajo, como la explotación infantil y los trabajos forzados que, de manera visible u oculta, convierten en primeras víctimas a los migrantes, señaló la CMT. (FIN/IPS/pc/ff/lb pr/99