El Banco Mundial es blanco de críticas por su plan de financiar un proyecto en China que trasladaría campesinos de laderas yermas a llanuras tradicionalmente habitadas por tibetanos y mongoles.
La institución financiera se vio obligada a postergar una decisión sobre el "Proyecto para la reducción de la pobreza en el oeste de China" del día 8 al 22 de este mes para permitir "una de las discusiones más intensas que ha tenido sobre un plan individual", anunció el portavoz Peter Stephens.
Los principales críticos del proyecto son la oficina del Dalaí Lama, líder espiritual del Tibet en el exilio, y grupos internacionales partidarios de la minoría tibetana, quienes sostienen que el plan promoverá las ambiciones colonialistas de Beijing.
Mientras, organizaciones defensoras de los derechos humanos manifestaron temor a que el proyecto involucre trabajos forzados de presidiarios, y grupos ecologistas criticaron al Banco Mundial por violar sus propias normas ambientales.
Legisladores de Estados Unidos, Canadá, Japón y países europeos cuestionaron el proyecto, y el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Robert Rubin, declaró a un comité del Congreso que el gobierno "se inclina a oponerse" al plan.
El proyecto costará unos 311 millones de dólares. El Banco brindará un crédito preferencial de 100 millones de dólares y otro comercial de 60 millones.
Los fondos incluyen 40 millones de dólares para trasladar a unos 58.000 chinos pobres unos 450 kilómetros hacia el oeste, desde las erosionadas laderas de la provincia de Qinghai a tierras áridas pero cultivables en el condado de Dulan.
Los colonos, entre ellos miembros de la mayoría han y de las minorías hui, tu y salar, se establecerán en lo que oficialmente se denomina Area Autónoma Tibetana y Mongol.
Ese grupo es el más afortunado, según un informe presentado a la junta ejecutiva del Banco. Unas 170.000 personas solicitaron ser reubicadas, y las 58.000 seleccionadas se encuentran "entre las más pobres del mundo, con un ingreso anual promedio de 60 dólares".
Los beneficiarios del proyecto se mudarán en un año, se establecerán en dos y "mejorarán sus condiciones de alimentación y vestimenta dentro de tres años", según documentos del proyecto.
Sin embargo, tibetanos de Dulan escribieron a otros miembros del grupo radicados en el exterior que "si se concreta el proyecto de reasentamiento, el Banco Mundial habrá pronunciado una sentencia de muerte contra nosotros".
En particular, los tibetanos temen que se agudice el conflicto con los salar, pastores descendientes de los antiguos dominadores altaicos, en una región donde se produjeron "muchas matanzas por tierras de pastoreo".
"Muchos moriremos en los enfrentamientos, y aun si sobrevivimos, ¿adónde iremos?", preguntaron los tibetanos en una carta escrita a mano y traducida por compatriotas en Nueva York.
"Actualmente no tenemos pasturas suficientes para nuestros animales. ¿Cómo podrá esta tierra albergar a decenas de miles de nuevos colonos musulmanes salar?", agregaron.
A largo plazo, los caminos y otras obras de infraestructura incluidas en el proyecto abrirán paso a las operaciones mineras en la región, advirtieron críticos. A la vez, las minas atraerán a más pobladores no tibetanos.
"En esa zona hubo mucha explotación mineral", destacó Mary Beth Markey, directora de relaciones públicas de la Campaña Internacional por el Tíbet, con sede en Washington.
"La introducción de casi 60.000 agricultores chinos podría interpretarse como la creación de un granero para alimentar a más chinos que serán introducidos como mineros", añadió Markey.
Además, si la proporción de tibetanos y mongoles se reduce lo suficiente, "la zona, que constituye un décimo de la meseta del Tibet, podría ser despojada de su estatuto de área autónoma", advirtió.
El propio Banco Mundial estimó que la población tibetana de Dulan caerá de 22,7 a 14 por ciento como resultado del proyecto, mientras la población mongol disminuirá de 14,1 a 6,7 por ciento.
El porcentaje de chinos han se reducirá de 53,1 a 47,5 por ciento, pero otros grupos étnicos crecerán, en especial los hui (chinos convertidos al Islam), que pasarán de 7,2 a 22,1 por ciento.
Sin embargo, el gobierno chino aseguró que respetará los derechos de los habitantes locales, señalaron funcionarios del Banco.
El proyecto incluye el establecimiento de centros culturales para proteger el lenguaje y el patrimonio de los tibetanos, destacaron los funcionarios, que describieron a Dulan como "adyacente" al Tibet, anexado por China en 1959.
Así mismo, las autoridades locales se comprometieron por escrito a no utilizar mano de obra de una granja-prisión situada a 48 kilómetros del lugar del asentamiento, agregaron.
El disidente chino exiliado Harry Wu acusó al Banco de financiar varios proyectos que se habrían beneficiado del trabajo forzado de presos.
Además de la reubicación, "el plan incluye una represa y un programa de irrigación y conversión agraria que aumentarán la presión de la población sobre tierras frágiles", advirtió Dana Clark, del Centro para el Derecho Ambiental Internacional, con sede en Washington.
"No obstante, el Banco clasificó al proyecto en la 'categoría B', por lo que realizó una evaluación mínima de impacto ambiental. Creemos que esto constituye una clara violación de las políticas de la institución", declaró.
Algunos funcionarios del Banco admitieron en privado que el control del impacto ambiental debió ser más estricto, pero oficialmente, la institución sostiene que "el proyecto aumentará la producción de alimentos sin dañar el entorno natural". (FIN/IPS/tra-en/aa/mk/mlm/dv-hd-en/99